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Imagen de la Concepción, que se conserva en el Museo de la Catedral. Pertenece a sus fondos, muchos de ellos, seguramente recibidos de iglesias y conventos que se suprimieron ¿Pudiera ser la Concepción de la Carnicería o Matadero Mayor de Bibrambla? |
LA VENERABLE HERMANDAD DE LA PURÍSIMA CONCEPCIÓN DE MARÍA SANTÍSIMA (LLAMADA DE LA PROVIDENCIA) Y DIVINO NIÑO Y DULCE NOMBRE DE JESÚS
(Iglesia de la Magdalena)
Antonio Padial Bailón
Poco se sabe de esta hermandad de la Purísima Concepción y Niño Jesús de la iglesia parroquial de la Magdalena, formada por la unión de dos hermandades. Debió fundarse la hermandad de la Concepción sin constituciones o reglas, es decir, de hecho y no de derecho, y dicha fundación se produciría unos años antes de 1670. Esta hermandad se formó por los cortadores de carne en torno a la devoción de una imagen de la Inmaculada Concepción, que de veneraba en una tribuna en las Carnicerías de la ciudad, que estaban situadas entre la antigua iglesia de la Magdalena (detrás de ella) y la Plaza de Bibrambla, entrándose en dichas Carnicerías por el Arco de las Cucharas (1).
Aunque las Carnicerías ya existían en la zona de Bibrambla desde la reconquista de la ciudad, incluso antes, en 1616 se empezaron a labrar unos edificios más espléndidos para allí trasladarlas y que formaban la Carnicería Mayor de la ciudad. Dichos edificios, no se terminaron de construir hasta 1620, año en el que el cronista Henríquez de Jorquera nos relata acerca de ella lo siguiente:
"(...) abía muchos años que se labraba una de las preciosas y manificas obras que se han hecho en nuestro tiempo; hiçose a costa de los propios del cabildo y regimiento de esta ciudad, siendo corregidor don Luis de Guzmán y Vasques (...).
En la entrada de la puerta principal de la Carnicería se puso una losa de mármol con una inscripción que se refería a este personaje, de gran relevancia local y nacional, ya que era consejero del Rey y alcalde perpétuo del Reino de Murcia. Después de terminar estos edificios de la Carnicería Mayor, se levantó, a partir de 1625, el llamado Arco de las Cucharas, que serviría para la comunicación de dicha Carnicería con la Plaza de Bibrambla y con la calle de Mesones, centros comerciales y neurálgicos de la ciudad. Para realizar esta comunicación se tuvo que derribar un trozo de la muralla que discurría por ese zona de la Plaza de Bibrambla. Hoy la calle que se abrió para dicha comunicación, aún conserva el nombre de Arco de las Cucharas, aunque el arco desapareció en 1879.
Jorquera no hace referencia a la tribuna de la Virgen de la Concepción, pues, probablemente, en la fecha en que terminó de escribir sus Anales de Granada (1588-1643) aún no existiera y se construyera dicha tribuna después de 1641. Lo decimos, porque el día 2 de julio de este último año, fiesta de la Visitación de Nuestra Señora, se hundió gran parte de Carnicería Mayor (2), y lo más probable es que la tribuna se hiciera aprovechando la reedificación de la misma en los años siguientes al hundimiento y siguientes a 1643, fecha en que Jorquera termina sus Anales. En aquel suceso lamentable se tuvo la suerte de que no se produjeran desgracias personales, pues los edificios se hundieron a las cuatro de la madrugada.
Seguramente, aprovechando las nuevas obras de reconstrucción de la Carnicería se realizara la tribuna o capilla de la Virgen de la Concepción, como expresión de acción de gracias por no haberse producido ninguna muerte en dicho suceso; de ahí, pudiera derivarse el título o advocación de Providencia que la hermandad de los cortadores de carne le dieron de sobrenombre a la Concepción de la Carnicería Mayor.
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Soportales de la Plaza de Bibrambla, detrás la zona de las Carnicerías y ábside la Magdalena
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Decíamos, que la hermandad de la Concepción y Providencia debió de fundarse algo antes de 1670 y después de 1641, año en el que se desmoronó parte de la Carnicería Mayor. Y es que ya, en 1670, se conocen los nombres del hermano mayor y del mayordomo que regían la hermandad en dicho año. Se trataba de Gaspar de Jerez y Manuel Sánchez, que en la rendición de cuentas de su mandato quedaron deudores de la cofradía por la cantidad de 758 reales de vellón, y que, aun en 1701 no habían pagado (3).
Se desconoce el paradero de la imagen a la que daba culto la hermandad de los carniceros o cortadores de carne en la mencionada tribuna de la Carnicería Mayor. Según la hipótesis expuesta, la escultura hubo de realizarse, también, antes de 1670 y después de 1641. Primeramente, pensamos que pudiera ser la imagen de la Inmaculada Concepción, que se encuentra en la actual iglesia de la Magdalena, atribuida por Mª Elena Gómez-Moreno a Pedro de Mena, pero investigando este asunto se descartó tal imagen, pues pertenece al Convento del Corpus Christi de las Agustinas Recoletas, que la recibieron por donación en 1659 (4). Entonces, la iglesia de la Magdalena estaba en la calle de Mesones y no en dicho convento, en el que no residió la parroquial de hasta mediados del siglo XIX.
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Inmaculada de la iglesia de la Magdalena. Pertenece al convento del Corpus Christi, donde actualmente se ubica la parroquial de la Magdalena |
La primera mitad del siglo XVII, fueron años de efervescencia en Granada del fervor inmaculista, atizado por el suceso del libelo contra la Pureza Inmaculada de la Virgen, que apareció clavado en el edificio del cabildo de la ciudad el Viernes Santo de 1640. La reacción contra este episodio, que conmovió toda la ciudad, se vio reflejada en multitud de actos y procesiones de desagravio a María Inmaculada por cofradías y hermandades. También, en el arte tuvo su expresión por los artistas granadinos, en la realización de pinturas y esculturas de la Inmaculada Concepción.
No podía sustraer a este movimiento, el taller más prolífico de la ciudad: el de Alonso de Mena, que ya antes, había creado un prototipo personalísimo y muy reconocible de iconografía de la Inmaculada Concepción, que, probablemente, se iniciara con la Inmaculada del Triunfo, y que se extendió por parte de Andalucía. Este monumento del Triunfo de la Inmaculada, aunque encargado por el Ayuntamiento de la ciudad a varios artistas en 1618, no se comenzó a labrar hasta 1621, sufriendo grandes demoras, y, finalmente, se hizo cargo de él Alonso de Mena, que lo finalizó en 1634.
Alonso de Mena (1587-1646), surtió a iglesias y a conventos de Granada y, fuera de ella, con sus imágenes de esta iconografía inmaculista, incluso, algunas portadas de iglesias, como las de San Pedro, la Concepción o San Jerónimo, las presiden sus Inmaculadas. Siendo Alonso de Mena verdadero especialista en esa iconografía, podemos especular, que él o algún discípulo de su taller, pudo realizar aquella imagen de la Inmaculada Concepción de la tribuna de las Carnicerías, que suscitó la devoción de los cortadores de carne y decidieron congregarse para darle culto.
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Inmaculada Concepción de Alonso de Mena de la iglesia de San Matías. Ambas fotos A.Padial |
La iglesia de la Magdalena, donde ya en el siglo XVIII la hermandad de la Concepción, llamada de la Providencia y Divino Niño, tuvo su sede canónica, se erigió en una pequeña iglesia que construyeron los asturianos residentes en Granada en la calle de Mesones, pero siendo escasa su capacidad se decidió, en 1626, sustituirla por otra de mayores dimensiones en el lugar inmediato a la primitiva. La traza de la nueva iglesia fue realizada ese año por Cristóbal Ramírez, continuando las obras Francisco Barrientos, para finalizarlas en 1651 Lucas Bermúdez (5).
Mientras la hermandad no tuvo su sede en la iglesia de la Magdalena, inmediata a la Carnicería Mayor o Matadero, los cultos a la imagen revestirían de cierta sencillez, realizando las fiestas en la tribuna de la Virgen. Dicha tribuna, de la que no existe grabado alguno que pueda darnos idea de su fisonomía, sabemos que constituía una verdadera capilla, por así denominarla los documentos consultados cuando se refieren a ella. Allí residió esta congregación de cortadores de carne hasta que se unió a una nueva hermandad que se fundó en el año de 1696: la del Divino Niño Jesús, que se dio constituciones aprobadas por el arzobispo.
La imagen de la Concepción tenía un título o advocación especifica, dado seguramente por los cortadores de carne, después del suceso del hundimiento de la Carnicería, y que en los documentos de la hermandad la llaman de la Providencia. Esta especifica advocación o doble título, era común en Granada, en el caso de la Inmaculada Concepción, quizá para distinguirlas de las numerosas imágenes y hermandades que existieron en la ciudad con ese nombre. De ello, tenemos algunos ejemplos como: la Inmaculada de San Ildefonso, cuya hermandad la llamaba de la Pureza; la Inmaculada de la iglesia de San Pedro, cuya hermandad la denominaba como la de la Buena Dicha, o la de la iglesia de San Juan de los Reyes a la que llamaban de los Favores. En este caso de la hermandad de los cortadores de carne la denominaron de la Providencia.
Será, pues, el día 15 de agosto de 1696 cuando se funde la Hermandad del Divino Niño Jesús, llamada a unirse con la de la Concepción y Providencia. Ese día se reúnen en la sacristía de la iglesia de la Magdalena un grupo de devotos del Niño Jesús, impulsada por el Comisario del Santo Oficio y beneficiado de dicha iglesia parroquial, Joseph Vélez de Tineo, lo que nos puede dar idea de que fue una hermandad sometida al control parroquial. Éste, con los sacristanes de la parroquia, y otros feligreses formalizan ante el notario la constitución de la Hermandad, dándose unas reglas para su gobierno y con ese propósito:
"(...) fundar la dicha hermandad y mayor culto del Divino Niño Jesús y celebración de sus Santísimo Nombre y porque sí y los que fueren más adelante lo aceptaban y lo aceptaron y se obligaban a guardarlas (...)" (6).
Las constituciones se presentaron al Arzobispo, don Martín de Ascargorta, para su aprobación y se pidió que se solicitara de la Santa Sede las gracias y privilegios que correspondieran para estar unida a la Cofradía de Jesús de Roma. Estas gracias y privilegios pudo obtenerlas la hermandad, pero no tenemos referencias documentales de su consecución. Esta hermandad del Divino Niño Jesús llegará a una fusión con la hermandad de la imagen de la Concepción y Providencia de la Carnicería en los siguientes años, sin que podamos precisar con exactitud el año en que se produjo.
En 1701, volvemos a tener datos de la Hermandad de la Concepción y Providencia. En este caso, será el juez de testamentos y obras pías del arzobispado quién denuncie y exija unos débitos a favor de la cofradía, que como resultado de su gestión debían los que habían sido hermano mayor y mayordomo en años anteriores, y que se remontaban algunos a la década de 1670. Se trataba, respectivamente, de Gaspar de Jerez y de Manuel Sánchez, que resultaron alcanzados por una deuda de 780 reales de vellón. Débito antiguo, que remonta la antigüedad de la hermandad de la Concepción a la referida década de los años setenta, pero que fue reclamada en 1701, cuando Gaspar de Jerez estaba impedido. Habían pasado tantos años para reclamarle la deuda, que en ese momento, ya Jerez estaba impedido y sin poder salir de su casa. Que la reclamación la hiciera el fiscal de tetamentos del arzobispado nos sugiere que la hermandad ya estaba vigilada por la autoridad eclesiástica, y probablemente unida a la del Niño Jesús.
Parece pues, que durante el tiempo en el que la hermandad había tenido su sede en la tribuna estaba fuera del control de la autoridad eclesiástica, al menos, en el aspecto de rendición de cuentas. También, se le exigió al hermano mayor de 1698, Francisco de la Torre, que devolviera tres tafetanes encarnados y amarillos que eran para adorno de la capilla de la tribuna en la fiesta de la hermandad. De la Torre los había dado a los colgadores para que los colocaran y después parece que no los devolvieron, o esa fue la alegación que hizo éste en su defensa. El fiscal de testamentos lo conminó a que los pagara antes de la fiesta de primeros de mayo de ese año (7).
Dos años después, en 1703, el fiscal de testamentos encuentra determinadas irregularidades por apropiación indebida por parte de los mayordomos de los ocho años anteriores, acusándolos de haberse gastado las limosnas que recibían de los devotos en usos particulares, en lugar de emplearlos en atender al culto de la imagen. Los conminó a que presentaran las reglas de la Hermandad y sus libros de cuentas, y que dieran razón detallada de las limosnas y de sus empleo.
Esteban Reynaldo, mayordomo de ese año, presentó las constituciones de la hermandad, de lo que se deduce que ya contaba con ellas la cofradía, pero no el libro de cabildos y cuentas, excusándose de que no podía aportarlo por tener una de las llaves el hermano mayor, Juan García. Dicho libro, finalmente, fue presentado al fiscal para su examen, pero sin realizar la declaración de las limosnas recogidas, ni de cómo se habían empleado las mismas.
Del examen que hizo el fiscal de las constituciones se deducen algunas particularidades y obligaciones de los cofrades, como la de entregar un cirio de cuatro libras de cera blanca los hermanos al ingresar en la cofradía, más seis reales por la luminaria y dos cada semana del año. También, se exigía otras entregas en especie, como una libra de carne de las que a los hermanos cortadores les correspondía de cada carnero que cortaban. La contabilidad y vigilancia de esta obligación le correspondía al hermano mayor para que todos los cortadores cumplieran con la misma puntualmente cada semana. Asimismo, en la constitución tercera se obligaba la hermandad a socorrer a las viudas de los cofrades que hubieran quedado en la pobreza, como obra de caridad. Estas carencias de la viudas y huérfanos y otras necesidades de tipo social solían preverlas las reglas de muchas hermandades (8).
Los mayordomos requeridos no presentaron el montante de las cantidades ingresadas, requiriendo el fiscal, esta vez, al notario, para que pasara por la tribuna o capilla de la Virgen, para ver el arca de la hermandad y dar cuenta de las cantidades, cera y demás bienes que allí se encontraran.
Hasta aquí (año de 1703), los documentos relativos a la Hermandad de la Concepción y Providencia se refieren a esta hermandad sin añadirle el título del Niño Jesús, por lo que suponemos que la unión entre ambas hermandades se pudo producir después de esa fecha. Quizá, ese momento de la fusión se materializaría cuando la hermandad de la tribuna de la Carnicería Principal pasara a tener sede en la contigua iglesia de la Magdalena o cuando la se convirtió en rosariana, siguiendo la trayectoria de muchas cofradías de la Virgen de adquirir o nacer con este carácter de práctica del Santo Rosario callejero, que proliferaron en la ciudad a finales del siglo XVII y durante el XVIII. A finales de este último siglo, aún practicaba el rosario callejero, pues un inventario de 1784 da cuenta de "dos faroles que hay para el Rosario".
Parece que la hermandad una vez que instaló su sede canónica en la iglesia de la Magdalena y en la capilla del Niño Jesús, no abandonó la tribuna de la Carnicería, siguiendo venerándose allí la imagen de la Virgen. La corporación siguió o consiguió cierto esplendor en la primera mitad del siglo XVIII, no volviendo a tener noticias de ella hasta 1784, salvo una visita que realizó el Arzobispo Barroeta en 1764.
Ya, en el encabezamiento del documento de cabildos de 1784 se presenta la corporación con el título de Venerable Hermandad de la Purísima Concepción y Divino Niño y Dulce Nombre de Jesús, con sede en la iglesia parroquial de la Magdalena. En la sacristía de dicha parroquial se celebró un cabildo el día 6 de mayo de ese año, al que asistieron 27 hermanos, con el fin de recuperar los ánimos de los cofrades que se habían enfriado en los últimos veinte años, en los que no se había atendido debidamente a la capilla de la hermandad ni a las sagradas imágenes.
Ese cabildo vendría a constituir una verdadera reorganización de la hermandad. En él se nombraron, de forma provisional, a cuatro mayordomos o mandatarios: Manuel y Joseph del Castillo, Juan Ramírez y Pedro Gómez y se recuperaron con la intervención del Provisor los bienes y alhajas de la cofradía, que estaban extraviadas, posiblemente, en manos de anteriores cargos directivos. También, se dispuso un régimen contributivo por el que los hermanos que fuesen cortadores de carne pagarían un real de vellón semanalmente, y, los que no lo fueren, dos reales, además de un cuarto en la sabatina. Esta disposición sugiere que ya la hermandad había dejado de ser gremial, para admitir en sus filas a otros cofrades que no eran cortadores de carne. Era una época en la que ya se habían suprimido las cofradías gremiales. Finalizado el cabildo, y tomada posesión por lo cuatro mayordomos, se mandó repicar las campanas de la Magdalena, "quedando perfeccionada la elección", como era costumbre (9).
El 27 de noviembre de ese año se produjo una visita pastoral del Inquisidor, Joseph Calvelo, en la que se examinó el libro de cabildos, que solo constaba de uno, el celebrado el día 6 de mayo, por haberse extraviado los antiguos libros " (...) en el tiempo que han estado dispersos los individuos de dicha hermandad (...)". El visitador felicitó a la cofradía, exortando a sus hermanos a la práctica de los cultos y funciones de instituto, según sus constituciones.
Los cuatro mayordomos o mandatarios para la reorganización de la hermandad, aún ejercían sus cargos en 1798, catorce años después de su elección. Ello era exponente de que la hermandad no había alcanzado la normalidad completa en los años anteriores, tratando de normalizarla con la celelebración de un cabildo el día 13 de septiembre de ese año, a fin de nombrar nuevos mayordomos. En ese cabildo se ratificó lo dispuesto en el de 1784, manteniendo la contribución de un real de vellón para el culto de la sagradas imágenes y añadiendo la obligación de cada hermano de realizar una demanda de limosna un día del año y, si por enfermedad o trabajo no la pudieren practicar, deberían de pagar 20 reales.
Aunque la hermandad contaba con capilla propia de la iglesia de la Magdalena, también mantenía la de la tribuna con la imagen de la Concepción, distribuyéndose los cuatro mayordomos: dos para la de la iglesia y dos para la de la tribuna de la Carnicería. No obstante, debían auxiliarse unos y otros en caso de ausencia, enfermedad o fallecimiento de alguno de ellos, realizando un solo cuerpo con las limosnas recogidas, para que el culto de una y otra capilla no sufriera merma alguna. Asimismo, se acordó, que la entrega de bienes y cuentas de los mayordomos salientes a los entrantes se haría tres días después de su nombramiento, procediéndose a la elección de nuevos mayordomos, en la que fueron elegidos en esta ocasión dos, en vez de cuatro, volviendo con ello a la normalidad y a lo que era usual. Estos mayordomos fueron: Josef Moreno con 21 votos y Ramón Fernández con 17.
En cuanto a las lámparas de aceite que alumbraban las capillas se ofreció el capellán de la hermandad, Josef Moreno Barranco, teniente de cura de la parroquia, a atender a ellas para que estuvieran encendidas todos los días, desde el amanecer a la oración del atardecer, pidiendo para ello 220 reales de vellón, lo que aceptó la hermandad.
Después, se mandaría hacer un inventario de los bienes de la hermandad, que se presentó el 15 de octubre de aquel año (1798). Este inventario nos proporciona cierta claridad en muchos aspectos de ella y de las imágenes a las que daba culto en la capilla. Respecto a la imagen del Niño, éste estaba adornado con profusión de joyas, entre las que destacaban: un cintillo de oro con tres diamantes pequeños, regalado por el devoto Lendínez y Castillo; un collar de perlas finas y una gargantilla de lazo; una cruz de oro y esmeraldas; otra joya de oro, rubíes y esmeraldas y un anillo, también, de oro, rubíes y esmeraldas; una cruz de plata de tres cuartas (unos 65 cm.), lo que nos da idea, seguramente, que dicha cruz se le ponía al Niño en Semana Santa, con una cestica con las insignias de la Pasión y una corona de espinas de diadema, todo de plata. Para esta vestimenta de Pasión tenía el Niño un vestido de terciopelo morado con puntas de oro y unas sandalias moradas, añadiendo a su ajuar otros vestidos de seda y dorados. El altar se adornaba e iluminaba con seis candeleros de talla dorados y seis ramos de hojalata, más otros seis candeleros de metal.
Dicha capilla de la hermandad se situaba a la entrada del templo, la primera de la derecha, vecina de la de la Hermandad del Cristo de la Esperanza y Vía Sacra, que era la siguiente. Asimismo, el inventario nos dice que en la capilla estaban unas imágenes de San Juan, no sabemos si el Bautista o el Evangelista, y la de San José. Respecto de la Virgen de la Concepción el inventario revelaba la existencia de una corona de plata. Parece que no se sobrevestía a la Virgen, ya que no aparecen vestidos ni mantos para Ella.
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Niño de iglesia de Alhendín de Alonso de Mena. Fot. A. Padial
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No se sabe, tampoco, el paradero de la imagen del Niño Jesús y Dulce Nombre de la iglesia de la Magdalena. En un inventario de dicha iglesia, realizado en 1865, ya no figura en él la imagen, que probablemente desapareciera con la hermandad hacia 1809, cuando fue ocupada la ciudad por las tropas de Napoleón. Quizá algún hermano lo trasladó a su domicilio para evitar el saqueo de obras de arte que perpetraron los franceses durante la ocupación. No obstante, existe la coincidencia de que en la clausura del convento del Corpus Christi de religiosas agustinas, donde reside la parroquial de la Magdalena, hay un Niño Jesús, llamado de la Providencia, atribuido a Alonso de Mena, pero dicha imagen fue recibida por las monjas por un legado en 1727, cuando aún no residía la parroquia de la Magdalena en la iglesia del convento del Corpus Christi de agustinas recoletas, donde hoy se encuentra (10).
La reorganización de la hermandad llevada a cabo en 1784, parece que no surtió los efectos en su mayor parte deseados, pues los mayordomos no se nombraban con la regularidad requerida y había años en los que carecía de ellos, como en 1791, según las anotaciones del libro de fábrica de la iglesia. Ello, no obstante, casi todos los años se celebraba la fiesta de la hermandad, por así reflejarlo los derechos parroquiales cobrados por estas fiestas (11). La situación presenta cierta mejora en los primeros años del siglo XIX, celebrándose un cabildo el 31 de diciembre de 1800 por mandato del provisor, en el que se nombran como mayordomos a Pedro Gómez y Manuel del Castillo.
Pero la decadencia de la hermandad era ya muy evidente en estos años, a pesar de estar sometida a la observación del Provisor de la Diócesis, Antonio Muñoz Patón, y del beneficiado de la Magdalena, Juan de Dios Maldonado, que fueron requeridos en septiembre de 1805 por los cortadores de carne, encabezados por Juan López Lendínez, para que convocaran elecciones de mayordomos, alegando la decadencia que había experimentado el culto a las imágenes, el descuido y falta de aseo que se hallaban la capilla de la tribuna de la Virgen en la Carnicería Mayor.
Por mandato del Provisor el notario notificó la convocatoria de elecciones, que se celebraron el 26 de septiembre de 1805, siendo presididas por el capellán de la hermandad, Josef Moreno Barranco, y en las que resultaron elegidos: para el cargo de hermano mayor, Josef del Castillo; para el de mayordomo, a Juan López Lendínez; como padre de almas, a Juan Serrano; determinándose, también, que cada hermano hiciera una demanda de limosnas y que se recogieran cada semana seis reales de las "tablas de escogido", que suponemos que ésta era la contribución de los hermanos cortadores de carne.
En enero de 1806 se volvieron a nombrar cargos y 14 de enero de 1808, parece que ese era el mes para hacer la renovación de los cargos, se celebraron nuevas elecciones en las que resultaron elegidos Antonio Aranda y Pedro Gómez, como hermano mayor y mayordomo, respectivamente, y Ramón Fernández, como padre de almas. Estas serán las últimas elecciones de que se tiene noticia; la Guerra de la Independencia con la ocupación de Granada en 1809 por las tropas del General Sebastiani y los siguientes años de ocupación francesa, terminarían con la existencia de esta hermandad de los cortadores de carne del Matadero o Carnicería Mayor de Granada. Pedro Gómez entregaría un inventario de bienes a los ocupantes franceses en diciembre de 1810 (12).
Transcurriría un siglo XIX lleno de convulsiones políticas, sociales y religiosas, en el que la ciudad y población granadina sufrirían profundas transformaciones. Aún Pascual Madoz, en su Diccionario Geográfico, Estadístico e Histórico, (1845-1850), nos ofrece un visión realista de la ciudad en ese momento, que, paulatinamente, había ido mutando su fisonomía urbana, aunque aún quedaba muchos indicios de su pasado. Todavía, a mediados del siglo XIX, hace referencia a la "Carnicería de Bib-Rambla", sin hacerlo de la tribuna de la Concepción de aquella Carnicería ¿Habría sido derribada en las reformas que se realizaron en la zona?, pero aún estaba el pie el Arco de las Cucharas por donde se accedía a la Carnicería Mayor y a la iglesia de la Magdalena en su puerta lateral, que daba a esa calle del Arco de las Cucharas.
Dicho Arco desapareció el 31 de diciembre de 1879, cuando toda esa fachada sur de la plaza de Bibrambla sufrió el incendio que destruyó para siempre la Casa de los Miradores, diseñada por Diego de Siloé, y lugar desde donde las autoridades de la ciudad presenciaban, fiestas, toros, procesiones y ejecuciones. El Arco de las Cucharas y, seguramente, la Carnicería Mayor, desaparecieron con el incendio, borrándose todo vestigio de ellas con las construcciones de edificios, que a partir de ese año, se le levantaron en esa fachada de Bibrambla, sobre los solares que había dejado el incendio.
La iglesia de la Magdalena antigua, quedó en pie, pero siendo enajenada, pasando a propiedad de particulares que se destinó a tienda de tejidos (Tejidos la Magdalena), destruyéndose en los años setenta del pasado. Sobre su solar hoy se eleva el edifico del Catastro. La parroquia se trasladó a la iglesia del convento del Corpus Christi de Agustinas Recoletas, en la calle de Puentezuelas, donde ya estaba mudada en 1840, y, desde entonces, allí se encuentra.
Como hemos afirmado, de la imagen de la Concepción y Providencia se desconoce su paradero. A la iglesia de la Magdalena actual (convento del Corpus Chisti) no se trasladó dicha imagen, como se ha manifestado, pero si pudo llevarse, cuando se destruyera la tribuna en el siglo XIX, para formar parte de los fondos artísticos del Arzobispado. Era muy común, y lo sigue siendo, que muchas imágenes, retablos y otros efectos de iglesias suprimidas fueran a parar a dichos fondos, entre los que se encuentra una Inmaculada Concepción, que está atribuida a Alonso de Mena o a su taller, que hoy se encuentra en una vitrina del Museo de la Catedral (13), y recientemente se ha utilizado para unos cultos en dicho templo metropolitano.
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1. Manuel Gómez Moreno, Guía de Granada, p. 248, edición facsímil de 1982, Universidad de Granada e Instituto Gómez-Moreno de la Fundación Rodríguez-Acosta.
2. Francisco Henríquez de Jorquera, Anales de Granada, (1588-1643) tomo II, p. 892. Universidad y Ayuntamiento de Granada, serie "Archivum", edición facsímil 1987.
3. Archivo Histórico Diocesano de Granada, en adelante AHDGr, legajo 16 f, pieza 33.
4. Miguel Ángel León Coloma, "La Inmaculada y los temas de Pasión en la imaginería de los conventos de los Agustino Recoletos de Granada", en Granada, Tolle Lege, p. 191. Editado Granada 2009.
5. Antonio Gallego y Burín, Granada. Guía Histórica y Artística de la Ciudad, p. 206.
6. AHDGr, legajo 108 f, pieza 10.
7. AHDGr, legajo 16 f, pieza 33.
8. AHDGr, legajo 16 f, pieza 2.
9 AHDGr, Legajo 16 f, pieza 24.
10. Miguel Ángel León Coloma, "Escultura devocional en la intimidad de la clausura", en Granada, Tolle Lege, p.p. 353-354. Editado Granada 2009.
11. AHDGr, legajo 413, pieza 2.
12. Véase, también, para esta hermandad, Miguel Luis López Muñoz (M.L. López-Guadalupe Muñoz) Las cofradías de la parroquia de Santa María Magdalena en los siglos XVII y XVIII. Universidad de Granada "Estudios Históricos, Crónica Nova". Granada 1992.
13. José Peinado Gúzmán, "La iconografía inmaculista de Alonso de Mena y su escuela en Granada", p.72. Iberian. Revista digital de historia, nº9, enero-abril 2014.
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