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viernes, 26 de mayo de 2017

HERMANDAD Y COFRADÍA DE NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE DE GRANADA







Antonio Padial Bailón

De antigua devoción en España, ésta de Nuestra Señora de Guadalupe, que se remonta al siglo XIII, aunque bucean sus antecedentes en época aún más remota, todo ello sazonado con una mezcla de leyendas y hechos reales.

Ya decía la leyenda, que la imagen  del monasterio de Guadalupe había sido realizada en el siglo I en Palestina por el mismo San Lucas Evangelista y fue llevada a Bizancio (Estambul), donde se veneró hasta que el Papa Gregorio Magno se la regaló a San Leandro de Sevilla, ciudad en que se veneró hasta la invasión musulmana del año 711. En estas circunstancias bélicas, de Sevilla la recogen unos devotos que huyen de la invasión y esconden la imagen en una caja que depositan junto al río Guadalupe (Cáceres).

Sigue la leyenda afirmando que en el siglo XIII la Virgen se apareció al vaquero Gil Cordero y le dijo que existía una imagen de ella junto al río Guadalupe. Allí se trasladó el vaquero y en la búsqueda se le extravió una vaca, que halló muerta, pero que al desollarla el animal cobró vida. El vaquero pensando que aquello era una señal sobrenatural excavó en aquel lugar y encontró la caja con la imagen de la Virgen en su interior. 

 

En el fervor devoto de su descubrimiento, el vaquero Gil Cordero levantó en el lugar una cabaña para depositar y venerar a la Virgen, e hizo gestiones ante el clero para que se levantara una ermita en honor y veneración de la imagen. No fueron creídos sus relatos sobre la aparición, ni atendidas las peticiones del vaquero, que volvió a implorar a la Virgen que fuera creído y al regresar a su casa encontró muerto a su hijo, pero cuando los clérigos oficiaban sus exequias el niño se levantó de su lecho mortuorio, para asombro de los presentes, diciendo que una Señora lo había despertado y levantado.

Los representantes de la Iglesia creyeron milagroso el hecho, ordenando que se construyera una ermita en el lugar de la cabaña para venerar a la Virgen, que recibió el nombre del río a cuya orilla fue escondida, es decir, Guadalupe.

Será el rey Alfonso XI el que impulsará en 1340 la devoción a esta advocación de la Virgen al encomendarse a Ella en su campaña contra los moros y conseguir la victoria en la batalla del Salado en dicho año. En acción de gracias mandó ampliar la ermita y realizar un monasterio y albergue para los peregrinos. En realidad, esta nueva iglesia la mandó construir el rey entre 1335 y 1338, antes de la batalla del  Salado, aunque después de esta batalla lo que hizo fue construir los edificios adyacentes.


La devoción creció a partir de ese apoyo real, extendiéndose por Castilla y, posteriormente, tras la conquista de América por este continente y especialmente en el virreinato de Nueva España (Méjico), a raiz de las apariciones de la Virgen a partir de 1531 al indígena Juan Diego, quedando la imagen impresa en su "tilma" o capa indígena. Desde 1754 es patrona de Méjico por declaración del Papa Benedicto XIV.



LA IMAGEN DE NTRA. SRA. DE GUADALUPE DE GRANADA


El nacimiento y devoción de la advocación en Granada no fue fruto de la extensión de la devoción mejicana, sino de la más antigua española, que nace, como hemos relatado, en la provincia de Cáceres, en el siglo XIII.

La reina Isabel la Católica parece que fue gran devota de la Virgen de Guadalupe, cuyo monasterio cacereño llegó a visitar quince veces. Así, al reconquistar la ciudad de Granada, en 1492, una de sus primeras obras importantes para recristianizar la ciudad fue la fundación, en 1501, y construcción a partir de 1504 del Monasterio de Santa Isabel la Real en el Alto Albaicín. En ese año, los monarcas emitieron en Medina del Campo la Real Cédula de 15 de septiembre, dotando al monasterio de copiosas rentas, documento que fue confirmado por otro de la reina Juana de 20 de febrero de 1509 (1)

La construcción del convento se realizó sobre un solar perteneciente al Palacio del Daralhorra, que fue la residencia primitiva de los reyes granadinos antes de construirse la Alhambra, y que quedaría integrado para la posteridad dentro del recinto conventual.

Monasterio de Santa Isabel la Real

Los Reyes Católicos volvieron a Granada con su corte en julio de 1499, donde estuvieron hasta diciembre de ese año, y tras una estancia corta en Sevilla, regresaron a Granada en el mes de julio de 1500, después de la sublevación morisca. Fue en este momento, cuando la reina se decidió a llevar a efecto un programa urgente y más severo de cristianización de musulmanes, sirviéndose, como uno de sus instrumentos de catequesis, de la fabricación de imágenes para las iglesias o mezquitas que se habían consagrado en 1501.

El maestro Ruperto o Uberto Alemán fue el que recibió el encargo en su taller de proveer de imágenes a las nuevas iglesias, que luego la reina se encargaría de distribuir como donación real, haciéndolo de forma personal, algunas veces, y otras, a través de su confesor y arzobispo, Fray Hernando de Talavera, o de alguna de sus damas nobles. El grueso de estas imágenes lo realizó el maestro entre el verano de 1500 y el otoño de 1501.

Aparte de las imágenes de gran tamaño que se encargan para la Catedral (antigua mezquita mayor) realiza un tercer lote de imágenes de menor tamaño, de las que un tercio de ellas eran de la Virgen con el Niño, que aparte de en algunos pueblos se van a distribuir en las iglesias del Albaicín, donde residía el grueso de la población morisca que había de convertirse (2)


Todo induce a pensar que, probablemente, una de estas imágenes de la Virgen con el Niño, de tamaño inferior a un metro, fuera  la de Nuestra Señora de Guadalupe, que personalmente dejara la Reina para la fundación suya del monasterio de Santa Isabel la Real. La situación en el Albaicín del convento, primordial lugar adonde se destinaban estas imágenes del taller de Ruperto Alemán, la época y el estilo de la imagen, la devoción que  la reina profesaba a esta advocación y el propio interés por la fundación del convento, propician, a mi juicio que la imagen de la Virgen pudiera tener su origen en la gubia del maestro Ruperto Alemán. 

Por otra parte, Uberto o Ruperto Alemán introdujo una técnica ya empleada en los Países Bajos, especialmente desarrollada en Utrecht, de donde parece que procedía el maestro,  para realizar esculturas en papier-maché o con cuero sumergido en agua y otros materiales parecidos al papelón, que facilitaban la maleabilidad en la realización de la escultura, así como, el menor costo y su poco peso para el transporte. Aunque no se he podido apreciar de cerca la imagen, en la fotografía parece que puede haberse realizado con alguno de esos materiales.

Poco estudiada la imagen por los expertos, al menos no conocemos ningún estudio que se haya realizado sobre ella, estas aparentes características me inducen a expresar la hipótesis de dicha autoría y su origen en las imágenes encargadas para el culto en las iglesias albaicineras por la Reina Católica. Está documentado el destino de algunas de ellas, a templos albaicineros, como San Juan de los Reyes, San Cristóbal, San José o El Salvador.

Compás de Santa Isabel la Real

LA HERMANDAD DE NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE EN GRANADA

No sabemos la fecha en la que se constituyera la hermandad, aunque sí documentamos que su fundación fue anterior a 1612, probablemente durante los primeros años de ese siglo, sin que sepamos el año exacto. Ello es así, porque el hermano mayor del año 1634, Juan Lázaro, declara en la solicitud de aprobación eclesiástica de una ampliación o modificación de la regla que ésta "(...) abrá más de veinte años se fundó esta dicha regla", y que antes del año 1612, el Papa Paulo V (1605-1621) le concedió a la hermandad Jubileo Perpetuo con indulgencia plenaria a los hermanos y hermanas:  

" (...) y por la Santidad de nuestro (...) Papa Paulo V se concedió para todos los dichos hermanos Jubileo Perpetuo en indulgencia plenaria, y sobre ello se pagó su Bulla y Letras Apostólicas, conforme al estilo de la Curia Romana, y por el año 612 se dio licencia por el licenciado Guillames de Mendoza, Provisor de este arzobispado, para usar de este Jubileo".

Paulo V (1605-1621) de la Familia Borghese. 

Como era común en esa época, la hermandad pudo haberse fundado en el siglo XVI y actuar como tal sin necesidad de reglas o constituciones, siendo las primeras aprobadas antes de concedérsele el jubileo papal, pues es de suponer que sin este requisito no se le concedería dicho beneficio y letras apostólicas, que ya usará a partir de 1612.

En 1634, redacta nuevas reglas o ampliación de las que tuviera, siendo hermano mayor el dicho Juan Lázaro, y mayordomo Diego de Soto, que junto con otros oficiales: J. Delgado, Juan Yanguas, Diego López y Martín Yuste, solicitan el día 4 de mayo de 1634 la aprobación de la Regla "que de nuevo se a echo" (3).



La motivación que alegan para haber redactado nuevas reglas estaba en que no acudían los hermanos con tanto celo y fervor como se requería para obtener las gracias que se concedían en el jubileo papal. Por ello, establecen una serie de ordenanzas obligatorias, redactadas en once capítulos, cuyo contenido vamos a sintetizar: 

La fiesta o función principal y la procesión con la imagen de Ntra. Sra. de Guadalupe, se celebraría en la Natividad de la Virgen, día 8 de septiembre de cada año, con misa cantada, sermón, procesión, con música y con todo el adorno y grandeza que nos fuere posible. Ese día había cabildo general de elecciones para elegir los cargos de la hermandad, mediante votación con un papelico que introducían los hermanos en un sombrero.

También, la cofradía celebraba las fiestas de la Candelaria, Asunción y Purísima Concepción, y como cultos normales durante todo el año cada primer lunes de mes se había de decir una misa cantada con su responso y doble de campanas por todos los hermanos difuntos y Ánimas de Purgatorio, lo que nos induce a considerarla como hermandad de sufragios y entierro de hermanos, característica muy común en casi todas las hermandades de siglos pasados.

Presbiterio de Santa Isabel la Real con la Virgen de Guadalupe  en la hornacina central

Regía la hermandad y cofradía un prioste-hermano mayor (quizá con este doble título quería significar que realizaba manifestaciones públicas procesionales), también tenía un mayordomo, que tenga a su cargo todos los maravedises, y sea encargado de administración de los bienes. El dinero y cera de la cofradía, los habría de guardar en un cajón con dos llaves y para utilizarlos necesitaba de la presencia del prioste-hermano mayor. Cumplido su cargo por el prioste-hermano mayor y mayordomo, ejercían el cargo de alcaldes en la nueva junta para ayudar a la administración de la hermandad.

El mayordomo estaba sometido a que los gastos que realizare los hiciera con acuerdo del prioste y de los veedores, salvo los gastos en las funciones, misas y procesión.  Sin esta aprobación lo gastado lo habría de asumir él de su peculio. Tampoco, sin esta conformidad podía prestar los bienes o enseres de la cofradía.

Contaba la hermandad con un secretario que anotara en el libro de cuentas todo lo que se ingresara y gastara por la misma, e inscribiría a los hermanos y hermanas que ingresaran en ella y anotaría las sanciones impuestas, que, a veces, consistía en entregar una libra de cera para la hermandad.

Asimismo, contaba con dos hermanos de sciencia y consciencia, que ejercían el arbitraje en los conflictos que se suscitaran entre los cofrades o con la hermandad (esta premisa no fue autorizada por el Provisor de la diócesis). Por otra parte, se nombraban dos veedores, que vigilaban el cumplimiento de misas por los difuntos de la hermandad y un padre de ánimas, con función parecida a la de los consiliarios o directores espirituales actuales.


Para la aceptación de nuevos cofrades se requería cabildo, donde se estudiaba y debatía si tenían las condiciones requeridas para su aceptación, votándose en secreto en el caso de haber controversia. Se pagaba una cuota de entrada de 8 reales, y si el hermano entraba con su mujer en la hermandad, ésta pagaba otro tanto. Además, los cofrades pagaban cada semana, seguramente en la misa de los primeros lunes de mes, un cuarto de luminaria, teniendo con ello derecho a ocho misas cuando falleciere y acompañamiento al entierro de doce hachas encendidas y seis hachas a los hijos y criados para que acompañaran al difunto. El muñidor era el que convocaba a los cofrades para el entierro y repartía la cera.

Todos los hermanos y hermanas venían obligados a rezar cinco padrenuestros y cinco avemarías por el alma del difunto o la de sus hijos, "en onor y reberencia de las cinco llagas que ntro Señor Xto. recibió en la Stma. Bera Cruz por salvarnos".

Los cabildos generales tenían su protocolo. El secretario leía en voz alta la regla, después se levantaba el Prioste o el mayordomo, en su defecto, y con la regla en la mano exponía las razones y puntos del cabildo, a continuación, ponía la regla en la mesa y tomaba asiento. Se daba la palabra para que los hermanos, con la regla en la mano, expusieran sus opiniones, pagando una libra de cera si no cogían la regla para ello. Era una formalidad solemne de mostrar o prestar con ello una especie de juramento sobre la veracidad y buena intención de lo que exponían en el cabildo, considerándose lo acordado en él como norma de obligado cumplimiento de presentes y ausentes.

Portada de estilo gótico isabelino de la iglesia de Santa Isabel la Real, con torre mudéjar

Con una curiosa disposición termina la regla, prescribiendo obligatoriamente: que cada hermano en su testamento deje a la hermandad una manda o donación, según sus posibilidades económicas, por los beneficios materiales y espirituales recibidos de la hermandad; si moría sin testar, serían sus herederos los que asumirían este compromiso, según sus posibilidades y de lo que quedare libre o neto de la herencia recibida.

La Regla modificada fue aprobada por la autoridad eclesiástica el día 9 de mayo de 1634 por el Provisor y Vicario General de la diócesis D. Lucas Vela de Seyoane o Seoane (2).

Este Calvario se sitúa sobre la hornacina de la Virgen de Guadalupe en el retablo mayor

Unos años después, el Viernes Santo de 1640, apareció clavado en la esquina de la Casa del Cabildo de la ciudad (Palacio de la Madraza) un libelo difamatorio contra la pureza y virginidad de María, causando un enorme revuelo en la ciudad y entre las cofradías, que estuvieron prácticamente el resto del año celebrando procesiones y funciones de desagravio a la Virgen. 

La Hermandad de Nuestra Señora de Guadalupe se aprestó a realizar su manifestación de protesta el día 8 de septiembre de dicho año, celebrando una grandiosa fiesta de desagravios a su patrona en su sede de la iglesia de Santa Isabel la Real, celebrando la misa un inquisidor y encargando el sermón a un famoso predicador de la época, Fray Francisco Sánchez, lector de teología del convento de San Francisco "Casa Grande". El concurso de reputados oradores sagrados era una forma de atraer fieles a la fiesta .

Por la tarde de ese día sacaron en procesión la imagen de la Virgen de Guadalupe, llevando el estandarte de la hermandad D. Manuel de Cañaveral y Córdoba, Señor de la Villa de Benalúa. Asistieron a la procesión muchos caballeros notables de Granada, como D. Luis Fernández de Córdoba, caballero veinticuatro de la ciudad y familiar del Santo Oficio, y el caballero de la Orden de Calatrava, D. Antonio Zapata y otros más (4). 

Ese día, sábado, era el la fiesta de la Natividad de la Virgen, en el que la hermandad tenía prescrito por sus reglas celebrar la función principal de instituto.

En 1670, la Virgen se traslada a la hornacina que se abre bajo el Crucificado del círculo de Pablo de Rojas que preside el retablo, y que forma un Calvario con la Dolorosa y San Juan Evangelista, imágenes del siglo XVI, tal vez de Diego de Aranda, y de menor dimensión que la del Crucificado.

La Virgen de Guadalupe preside el retablo, bajo el Crucificado, desde 1670

Probablemente, para situar a la Virgen de Guadalupe en el retablo mayor de la iglesia se encargaría un añadido barroco al retablo renacentista consistente en un manifestador y hornacina sobre él, para colocar en ella a Nuestra Señora de Guadalupe, que, seguramente, costearía la hermandad. 

Parece que la cofradía sufre una decadencia a mediados del siglo XVII, pues en esa época no estaba expuesta a la devoción pública, conservándose la imagen durante cierto tiempo en un altar del claustro alto del monasterio (5). Todo hace pensar, que al trasladar la Virgen al retablo mayor de la iglesia constituyera un síntoma de revitalización de su hermandad en ese año de 1670. 

Escasas noticias se tienen de ella en años sucesivos. Sabemos, no obstante, que la hermandad subsiste seguramente con cierto vigor en el siguiente siglo XVIII, pues el 13 de febrero de 1711 el Papa le concede indulgencia plenaria y otras gracias apostólicas a hermanos y devotos de Ntra. Sra. de Guadalupe (6)La imagen, nos dice el Padre de la Chica, contaba con numerosos devotos a mediados del siglo XVIII, teniendo fama de milagrosa. 

Con las nuevas corrientes ideológicas de la Ilustración y sus normas restrictivas para las hermandades y cofradías, pasada la mitad del siglo XVIII, la hermandad decaería, llegando a su extinción, si no lo hizo unas décadas después con la Guerra de la Independencia y la ocupación francesa de la ciudad en 1809.

Hoy nos queda la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe y el recuerdo de esta histórica hermandad con sede en el convento femenino de clarisas, que fundara, en honor de Santa Isabel de Hungría, la Reina Católica, que está situado en el entorno siempre mágico del Albaicín granadino. 

Entrada al Compás de Santa Isabel la Real. Finales siglo XIX.Al fondo San Nicolás


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1. DE LA CHICA BENAVIDES, Fr. Antonio, Gazetilla Curiosa..., papel LIII, 1765.

2. PEREDA, Felipe La industria de las imágenes que mandaron para Granada los Reyes Católicos.

3. ARCHIVO HISTÓRICO DEL ARZOBISPADO DE GRANADA, Legajo 16 f, pieza s/n.

4. HERÍQUEZ DE JORQUERA, Francisco. Anales de Granada, tomo II, págs. 869 y 870.

5. DE LA CHICA BENAVIDES, Fr. Antonio, opus cit. papel LIII, de 8 de abril de 1765.

6. LÓPEZ MUÑOZ Miguel Luis, Contrarreforma  y cofradías en Granada: aproximación a la historia de las cofradías y hermandades de la ciudad de Granada durante los siglos XVII y XVIII. Tesis doctoral, Universidad de Granada 1997.