HERMANDAD DE LA PURIFICACIÓN DE NTRA. SRA. Y ÁNIMAS BENDITAS DEL PURGATORIO (Ganapanes)
Antonio Padial Bailón
Nota. No se sabe el paradero de la imagen de la Purificación que se veneraba por su hermandad en el antiguo templo de Santa María Magdalena, por lo que para la ilustración de este artículo recurrimos a otras imágenes de esta advocación Purificación o Candelaria.
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La Hermandad de la Purificación de Nuestra Señora y Benditas Ánimas del Purgatorio se funda por el gremio de los trabajadores de la Plaza, llamados ganapanes en la antigua iglesia de Santa María Magdalena en día 16 de septiembre de 1566. Eran en los tiempos del Arzobispo don Pedro Guerrero, aprobándola el Provisor y Vicario General de la diócesis, don Diego de Romano, formalizándose en escritura ante el notario, Antonio de Utiel (1).
Con el término "La Plaza" se denominaba a la Plaza de Bibrambla, centro de la actividad económica de la Granada de aquellos siglos, en cuyas inmediaciones estaban las Carnicerías, la Pescadería, mesones, posadas...etc., y serán los trabajadores de dichos establecimientos los que fundarán esta hermandad. El centro religioso de este barrio comercial, donde se fundó esta cofradía de los ganapanes era la iglesia de la Magdalena, que entonces estaba situada en la calle de Mesones, esquina con la del Arco de las Cucharas, y allí permaneció la parroquial hasta 1840, año en el que se traslada a la iglesia del convento de las Agustinas. Actualmente, ya no existe la antigua iglesia de la Magdalena, que fue vendida a un particular y en el siglo XX dedicada a tienda de tejidos hasta su demolición en 1971. Hoy el lugar lo ocupa el edificio del catastro provincial.
El trinitario Fray Antonio de la Chica Benavides nos dice que al conquistarse la ciudad los montañeses establecidos en ella erigieron una ermita en la calle de Mesones en la que establecieron un hermandad bajo la protección de Nuestra Señora y San Roque, donde después se fundó la parroquial de la Magdalena. Parece que esta ermita era un morabito allí existente sacralizado, que fue agrandado por los montañeses o asturianos en 1508, según Seco de Lucena, ubicándose en ella la parroquial y la hermandad. Ésta, como hemos anticipado, en 1565 sufre una transformación, convirtiéndose en hermandad de ánimas con el título de Nuestra Señora de la Purificación y Ánimas del Purgatorio, en la que se integrarían, también, los montañeses.
Un dato más que nos induce a considerar que la Hermandad de la Purificación y Ánimas era la continuadora de la de Nuestra Señora y San Roque, es que, en 1686, aún parte de sus hermanos eran "montañeses y asturianos". Así lo declaraba ese año el hermano mayor de la Hermandad de la Purificación, Alonso Meléndez: "(...) la cofradía de nuestra señora y benditas animas del purgatorio que se sirve en la iglesia parroquial de Santa María Magdalena de esta ciudad a cargo de los montañeses...(...)" (2) y mantenían el culto a San Roque.
Era una cofradía formada por gente de condición humilde que trabajaban en la inmediata Plaza de Bibrambla y sus alrededores y en la Alhóndiga Zaida (situada en Puerta Real, donde hoy está el edificio del Suizo). Estos trabajadores no tenían, en muchos casos, un trabajo u oficio fijo y permanecían cada día en dicha plaza y alhóndiga a la espera de que la gente acudiera a ellos para demandar su trabajo de la más diversa índole (como transportista, cordelero, recadero...etc.); de ahí, el nombre por el que se les conocía como "ganapanes o palanquines", es decir, personas que estaban a la espera de poder ganarse el pan de cada día en el lugar más concurrido de la ciudad y de mayor movimiento comercial.
Respecto a la ubicación en la iglesia de la Magdalena de esta hermandad de la Purificación y Ánimas diremos, que, desde sus inicios, contaba con un altar en dicha iglesia, a la izquierda (según se entraba en la iglesia) del altar mayor y entrada a la sacristía. En él se veneraba a un cuadro con un Crucificado sobre una fuente con figuras de ánimas pintadas dentro (iconografía característica de las hermandades de ánimas, como era ésta). Después, la hermandad adquirió para dicho altar un retablo viejo, que perteneció a Ntra. Sra. de Gracia, para poner en él una imagen de Ntra. Sra. de la Purificación con un letrero o inscripción en su pedestal en el que figuraba esta advocación de la Virgen de la Candelaria. Con esta modificación, el cuadro de las ánimas, que había en dicho altar, lo colocaron junto a la puerta de la sacristía de la iglesia. Este argumento de tener desde antiguo en su altar la imagen de la Candelaria lo hará valer dicha hermandad de ganapanes o de la Purificación y Ánimas, para defender en los pleitos su derecho a llamarse de la Candelaria.
Después de fundarse esta hermandad en el año 1566, lo haría, en 1582, en la misma iglesia de la Magdalena, otra cofradía con el título específico de Nuestra Señora de la Coronación, aunque esta hermandad alegó en diversos pleitos que se fundó con el título de Ntra. Sra. de la Candelaria. Estaba formada por gente de mayores recursos económicos, como eran los profesionales de diversos oficios, que tenían sus negocios en ese barrio tan comercial e industrial de la ciudad, ya desde los tiempos de la Granada musulmana, como era el que tenía como centro la Plaza de Bibrambla. Dicho barrio englobaba, también, a la Alcaicería, parte del Zacatín, la calle de los Mesones y callejas inmediatas, que aún conservan el nombre de los oficios y establecimientos que en ellas se desarrollaban, como boteros, caldereros, cerrajeros, zapateros, tundidores, montereros...etc.
A la izquierda y fondo, la iglesia de la Magdalena vista desde Puerta Real. En la fachada frontal de Puerta Real estaba la Alhóndiga Zaida. |
Sin embargo, el título de la Coronación de Nuestra Señora, que parece que tuvo primitivamente la Hermandad de la Candelaria, alude a la Asunción de la Virgen a los Cielos, cuya fiesta celebra la Iglesia Católica el día 15 de agosto. Esta diferencia de advocación de ambas hermandades la alegará en los referidos pleitos la Hermandad de la Purificación y Ánimas del Purgatorio, frente a la de la Coronación de Nuestra Señora, para que se declarase por la autoridad eclesiástica la usurpación por parte de ésta última del título o advocación de Candelaria.
A mi juicio, en el empecinamiento de ambas cofradías en disputarse la advocación de Candelaria subyacía el hecho de que esta advocación constituía una devoción más extendida en el fervor de los fieles que las de Coronación o Purificación y, por consiguiente, más susceptible de conseguir el apoyo popular y, con ello, más recaudación de limosnas. La fiesta de la Candelaria era muy popular entre los fieles, celebrándose en todas las parroquias y conventos de la ciudad con gran participación del pueblo y de las cofradías.
Esa hermandad de Nuestra Señora de la Coronación, (como hemos dicho, llamada también de la Candelaria), mantuvo a lo largo del siglo XVII una serie de pleitos con la de la Purificación y Ánimas (ganapanes) por usar el nombre de Candelaria en sus actos, procesiones y demandas de limosnas, que la Hermandad de la Purificación consideraba una usurpación de título y devoción, de la que solo ella pretendía tener derecho. Ambas hermandades tenían motivos para defender el título de Candelaria, puesto que la de Purificación, constituye el mismo motivo devocional y se refiere al cumplimiento de los judíos de la obligación bíblica de la Presentación del Niño Jesús en el Templo de Jerusalén y la Purificación de la Virgen después del parto, para cumplir el rito israelita del Antiguo Testamento. Sin embargo, la de Coronación tiene su referencia en la Asunción de la Virgen con tiempo litúrgico diferente al de la Candelaria o Purificación.
Ntra. Sra. de la Rosa o Consuelo representa la Coronación de la Virgen |
La Hermandad de la Purificación y Ánimas dedicaba su fiesta principal en el domingo siguiente a la fiesta de la Purificación de Nuestra Señora (2 de febrero), realizando, asimismo, una procesión con la imagen, a la que le dedicaba todos los domingos una misa en su altar. Asimismo, celebraba una función a San Roque en su día litúrgico y otra en el día de Todos los Santos a la Ánimas del Purgatorio, para las que los hermanos pedían limosna con un cepo de madera con un candado colgado en la cintura. Con estas dos últimas funciones se confirmaba como continuadora de las antiguas hermandades de Nuestra Señora y San Roque y de las Ánimas del Purgatorio. Por último, también celebraba funciones en los días de la Santa Cruz y en los de todas las festividades de la Virgen.
El hecho de que dos hermandades en la misma iglesia veneraran al Misterio de la Purificación de la Virgen o de la Candelaria tenía que provocar los consiguientes conflictos entre ambas, que terminaron en pleitos ante la autoridad eclesiástica, pretendiendo cada una de ellas obtener el uso exclusivo de dicha advocación, y, como hemos dicho, la obtención de recursos derivados de la recaudación de limosnas de los fieles y devotos.
El primero de los pleitos entre ambas hermandades, que conozcamos, se plantea en tiempos del Arzobispo don Agustín Spínola y se resuelve en 1629 por un auto del Provisor Diego Martínez de Zarcosa en el que prohíbe que la Hermandad de la Purificación pida limosnas con el título de Candelaria y ordena que lo haga con el de Nuestra Señora y Ánimas del Purgatorio, su primitivo titulo (3).
El conflicto entre ambas cofradías vuelve a reproducirse en 1643 y el Provisor de la diócesis en ese año, Agustín Castro Vázquez, ante la presentación de las constituciones de 1566 de la hermandad de los trabajadores de la plaza o ganapanes en las que se aprobó el titulo de Purificación de Nuestra Señora y Ánimas, confirmó dichas constituciones el 7 de febrero de 1643 con su advocación de Purificación, que es la misma que Candelaria.
Ese año (1643) en una visita pastoral a la iglesia de la Magdalena, el prelado examina sus libros y aprueba sus apuntes, nombrándola con el título de Hermandad de la Candelaria y Ánimas del Purgatorio, a la cofradía de los trabajadores de la plaza o ganapanes, que declara no tener más ingresos que las limosnas que recogen los hermanos, indicándoles que no hagan gastos superfluos. Sin embargo, a la Hermandad de la Candelaria o Coronación de Nuestra Señora, la llama de la Candelaria unicamente (4). Ello era exponente claro de la confusión que existía sobre el titulo de estas dos hermandades.
La Hermandad de la Purificación y Ánimas del Purgatorio, no habiéndose aplacado la controversia con la que fuera Hermandad de la Coronación que, al parecer, había consolidado el título de Candelaria, y, tal vez, temerosa de que esta consolidación se asentara oficialmente, vuelve su hermano mayor, Matías de Salamanca, a presentar sus reglas en 1657 al Provisor, don Rodrigo Cruzado Caballero, para que las confirme y apruebe. Dicho Provisor, previo informe del fiscal del Arzobispado, las confirma y aprueba, tanto las primitivas de 1566, como las de 1643.
En resumen, los principales argumentos de defensa de la Hermandad de la Candelaria, a quien la de Purificación o de los Trabajadores de la Plaza acusaba de ser más moderna y de que no era su advocación de la Candelaria, sino de la Coronación de Nuestra Señora, era negar esta última advocación, y alegar que había sido de la Candelaria desde su fundación en 1582 y haber pedido limosna siempre con esa advocación, poniendo de manifiesto que la de los trabajadores de la plaza o ganapanes nació para dar culto a las Ánimas del Purgatorio y que debía de pedir solo para dicho culto.
Contra esta defensa que hacía la de la Candelaria, la de Purificación y Ánimas la acusaba de haber manipulado su libro de reglas, suprimiendo de ellas las primeras hojas en las que necesariamente se había de aludir al título de la cofradía, que era el de Coronación de Nuestra Señora. Esta manipulación, según la hermandad de la Purificación, se había hecho para que no se supiera la verdad de esta advocación de Coronación, comenzando el libro directamente con el articulado en los que no había referencia alguna al titulo.
Por su parte, la Hermandad de la Purificación (ganapanes), tenía la dificultad formal de probar la antigüedad de la advocación de Candelaria desde la fundación de la cofradía, porque sus libros de quemaron en un incendio por una vela en el año 1621, y, aunque tuvo que recomponerlos, existían dudas sobre su validez probatoria, que la Hermandad de la Candelaria se ocupaba de recalcar en los diferentes conflictos. Los libros posteriores a esa fecha se salvaron del incendio por hallarse en la casa del mayordomo, y siempre habían usado el nombre de Candelaria en todos ellos sin oposición de los ministros de la parroquia ni de la Hermandad de la Coronación de Nuestra Señora, que dice ser de la Candelaria, y que siempre el altar de la Virgen se ha llamado de la Candelaria, que lo ha cuidado siempre los trabajadores de la plaza.
Las últimas noticias de aquel largo pleito, que se recrudecía de tiempo en tiempo, las tenemos en 1673, y por igual motivo económico: la petición de limosnas de ambas con el nombre de Candelaria. En esta ocasión, vuelven a repetirse las acusaciones entre ambas hermandades, acusándose de manipulación de los libros y reglas para que apareciera en ellos la advocación de Candelaria.
En esta ocasión, el Provisor Juan de Leiva, después de pedir las constituciones a ambas hermandades y el testimonio de varias personas, decide dictar una solución salomónica en su auto de 29 de marzo de 1675: mantener a la hermandad de los ganapanes con el título de Candelaria y Ánimas del Purgatorio, que ya venía reconocido en la modificación de sus reglas de 1621, y que, en definitiva, equivalía al de Purificación, con el que se fundó en 1566. Prohibió, no obstante, celebrar su función principal el día de la Candelaria, que era en el que la otra hermandad la celebraba, finalizada con procesión por las calles de la ciudad con las imágenes de la Virgen y San José. Con ello, el nombre oficial de dichas hermandades sería: de Hermandad de la Candelaria y Ánimas del Purgatorio, para la de los ganapanes, y Hermandad de la Candelaria, para la otra.
Asimismo, el Provisor Juan de Leiva, manifiesta que las constituciones de ambas hermandades están confusas y contradictorias, ordenando que en 15 días se les presenten "para reformarlas a su arbitrio". En dicho auto no aclaraba con qué titulo pedirían sus limosnas cada cofradía, por lo que, a petición de las mismas, emite otro auto el 17 de agosto de 1675, determinando que la de los ganapanes lo harían con el de Candelaria y Ánimas, y la otra con el de Candelaria (5).
Estos autos del Provisor Leiva no dejaron satisfechas a ambas partes por lo que apelan al Nuncio de Su Santidad, en cuya jurisdicción parece que se el asigna a la hermandad de los ganapanes el título de Hermandad de Nuestra Señora y Ánimas del Purgatorio y a la otra el nombre de Nuestra Señora de la Candelaria. Al menos, con estos títulos se presentan ambas cofradías en una continuación del pleito a finales del siglo, es decir, 1693, año en el que el conflicto aún perduraba. En esta ocasión, la Santa Sede ordena a la jurisdicción arzobispal granadina que se inhiba del conocimiento del pleito a favor de la Santa Sede (6).
Por documentos de algunos años después, a principios del siglo XVIII, la hermandad de los ganapanes desaparece o se da nuevas reglas en 1699, dedicándose primordialmente al culto de la Benditas Ánimas del Purgatorio, pues es título con el que comparece en 1701 en un asunto de peticiones de limosnas, y la otra hermandad lo hace en documento de 1722 con el de Candelaria en un asunto de entrega de bienes de los mayordomos salientes a los entrantes (7).
Con ello, podríamos deducir que la apelación a la Santa Sede tuvo como resultado la negación del título de Candelaria a la hermandad de los ganapanes, confirmándolo, por el contrario, a favor de la otra cofradía. Las consecuencias para la Hermandad de la Purificación y Ánimas, sería su desaparición, dando lugar sus cofrades a dos nuevas hermandades con nuevas reglas: la de las Ánimas del Purgatorio, que ocupará en la iglesia de la Magdalena la capilla de la Encarnación, y la de Nuestra Señora de Covadonga, en la que encontrarían su alojo los asturianos, conservando para esta nueva cofradía el altar y retablo de Ntra. Sra. de la Purificación, y, seguramente, esta imagen convertida en Ntra. Sra. de Covadonga.
El trinitario Fray Antonio de la Chica nos resume en su Gacetilla Curiosa ese final de la hermandad de la hermandad de los ganapanes y asturianos y el resultado de su desintegración en dichas dos nuevas cofradías, diciendo que la Hermandad de la Purificación y Ánimas del Purgatorio, heredera de las de los asturianos de Nuestra Señora y San Roque, estuvo muchos años unida hasta que para separarse tuvo un litigio por el que pretendían los asturianos o montañeses que se les diera entre todas las de la parroquia la mayor antigüedad y preferencia. Aquella discordia les causó la pérdida de muchos papeles y la distracción de muchos bienes, por lo que a 24 de febrero de 1702 acordaron los montañeses hacer congregación aparte en la que lograron se les diese la preeminencia de ser la primera hermandad de la parroquia, que acordándose de su patria le dieron el nombre de Nuestra Señora de Covadonga.
Litografía de 1708 de Ntra. Sra. de Covadonga de la iglesia de la Magdalena (Colección Casa de los Tiros) |
Desaparecida la hermandad de Ntra. Sra. de la Purificación y Ánimas del Purgatorio y teniendo como continuadora la Hermandad de Ntra. Sra. de Covadonga su imagen pasa a ser titular de esta cofradía, al menos, hasta 1740, en el que se realiza una restauración o renovación de la talla. Esta nueva hermandad seguirá con vida, según los libros de fábrica menor de la parroquia consultados, hasta 1822, en el que desaparece toda mención a la misma (8). Dieciocho años después de esta fecha, en 1840, las hermandades subsistentes e imágenes pasan a la iglesia del convento de monjas Agustinas del Corpus Christi, donde aún hoy se encuentra la parroquial.
Por un inventario de 1865 de la iglesia del Corpus Christi (parroquial de la Magdalena) podemos allí encontrar la ubicación de algunas imágenes de aquellas cofradías. En dicho inventario se sitúa a la imagen de Ntra. Sra. de la Purificación -con este nombre parece que se designa en el inventario a la Virgen de la Candelaria- en el altar del crucero en el lado de la Epístola, es decir, en el que hoy ocupa la Inmaculada, atribuida a Mena. Describe a Ntra. Sra. de la Purificación como "imagen de talla y de vestir con el Niño en la mano y cuya ropa la custodian en la actualidad las monjas; a sus lados repisas con San Joaquín y Santa Ana". Estas dos últimas imágenes eran propiedad de la Hermandad de la Candelaria, por eso creemos que la imagen de la Virgen, que el inventario llama Purificación, se refiere a la Candelaria, que ha tenido culto por la llamada Corte de María, al menos hasta la Guerra Civil de 1936 (9).
En el brazo derecho del crucero, en el lado del Evangelio, describe el inventario "un retablo antiguo dorado y tallado con Ntra. Sra. de Covadonga en su centro, imagen de talla y de vestir, su vestido de tela de seda muy antiguo, con varios ramos de flores en forma de azucenas, collar encarnado, dos sarcillos todo falso, con un Niño Jesús de vestir con ropa antigua y su puerta de cristales; en sus costados dos repisas con una Santa Lucía (imagen que aún permanece en dicho lugar y retablo) y un San José". Ese retablo aún está en el mismo lugar, aunque ocupando la hornacina central la imagen de un Sagrado Corazón de Jesús y San Blas, que sustituyó a y Santa Lucía en repisas a los lados.
Actualmente, no se sabe el paradero de ambas imágenes de la Virgen: Candelaria y Covadonga, que pudieran estar en la clausura del convento de las agustinas, porque la imagen de gloria de la Virgen del Buen Parto, de la primera capilla de la iglesia, entrando en ella a la izquierda, ya se relacionaba en el inventario de 1865. Con Ntra. Sra. del Buen Parto se situarían después las imágenes de San Joaquín y Santa Ana, de la hermandad de la Candelaria, procedentes del retablo de Ntra. Sra. de Covadonga, para sustituirlas por las de Santa Lucía y San Blas.
Escasos son los documentos que nos puedan aportar un conocimiento más o menos completo del devenir histórico de nuestras hermandades y la certidumbre de cuales fueron sus imágenes de las que se conservan en la actualidad. La insuficiente concienciación en pasados siglos de la importancia que supone su conocimiento para el futuro hace, que en gran parte de los casos, no se consignaran convenientemente los cambios y traslados de bienes de las hermandades de unos lugares a otros, dificultándose ese futuro conocimiento por las generaciones sucesoras.
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1. Archivo Histórico Diocesano de Granada (en adelante AHDGr), legajo 16 f, pieza 9.
2. AHDGr, legajo 16 f, pieza 3.
3. AHDGr, legajo15 f, pieza 2 (3).
4. AHDGr, legajo 122 f (a), pieza 2.
5. AHDGr, legajo 15 f, pieza 3.
6. AHDGr, legajo 16 f, pieza 9.
7. AHDGr, legajo 16 f, pieza 10.
8. AHDGr, legajo 414 f, pieza 29.
9. Diversos periódicos de la época.
Nota. Véase sobre las hermandades de la iglesia de la Magdalena a Miguel Luis López Muñoz, Las cofradías de la parroquia de Santa María Magdalena de Granada en los siglos XVII-XVIII, Granada, Universidad de Granada, 1992.
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