¿Pudiera ser la imagen de la Candelaria de la Magdalena? |
Antonio Padial Bailón
Una de las dificultades que se presentan cuando estudio estas antiguas hermandades de Granada, la mayor parte de ellas desaparecidas, es la averiguación del paradero de su imagen titular y demás imágenes a las que daba culto la hermandad. Muchas de ellas están localizadas, pero gran parte de las mismas no lo están. Por ello, a veces, me encuentro con dificultad para ilustrar debidamente estos trabajos.
Con el tiempo transcurrido desde la desaparición de una hermandad, algunas imágenes eran donadas a particulares y, después de la exclaustración (1835), otras se enviaron a algún pueblo, y otras, especialmente las parroquiales, cambiarían de advocación en el siglo XIX o principios del XX (caso de la Virgen de la Granada, cuya historia he escrito antes que ésta que nos ocupa, que toma en el siglo XIX la advocación de Ntra. Sra. del Carmen). Este podría ser el caso de la Candelaria de la parroquial de la Magdalena.
Tampoco estaban localizadas algunas de las que he subido al blog (la Concepción de San Gil, hoy en San José, o la Aurora de San Gregorio, hoy en las dominicas de la Piedad). De esta de la Candelaria explicaré las conclusiones más adelante, sobre cual creo que puede ser la imagen.
TEMPLO
La sede canónica de la hermandad se estableció desde un principio en la iglesia parroquial de la Magdalena antigua, templo que estaba en la calle de Mesones, donde daba su portada principal, en el lugar que hoy ocupa el Catastro, y la portada secundaria a la calle Arco de las Cucharas, lindando su parte trasera a las casas de la plaza de Bibrambla.
Iglesia de la Magdalena antigua desde la Plaza de Bibrambla |
Primitivamente, cuando se creó la parroquia en 1501, se ubicó en una ermita o morabito cristianizado levantada por los montañeses (asturianos y cántabros), que estaban residiendo en Granada. En dicha ermita habían fundado en época muy temprana la Hermandad de Nuestra Señora y San Roque (1).
Cuando la ermita se convirtió en parroquia, fue ampliándose en los años siguientes, no sin suscitar determinado pleito con los montañeses. Más tarde, en 1585 se le incorpora la ermita-hospital de la Hermandad de la Vera Cruz, colindante ambas, cuando esta hermandad ya había pasado al convento de San Francisco "Casa Grande" en 1564. Finalmente, tuvo que hacerse la iglesia de la Magdalena casi de nueva planta entre 1626 a 1651.
Esta antigua iglesia dejó de cumplir sus funciones en 1837 y por orden del Gobernador Civil, Agustín Romero, fue cerrada y trasladada ese año la parroquia a la iglesia del Corpus Christi, de Agustinas Descalzas, donde hoy permanece. Después, en 1843, la antigua parroquial fue vendida a un particular. Sólo se permitió trasladar a la nueva parroquia las imágenes, púlpito, pinturas y el retablo de la Hermandad de las Ánimas "por la muchas gracias e indulgencias, que por bulas en él están concedidas" (1).
El templo antiguo de la Calle Mesones no desapareció y en él se estableció una gran tienda, llamada "Tejidos la Magdalena", utilizando la nave y sus capillas con mostradores y estanterías de tejidos. La parte de la fachada, primeras capillas y torre sí se demolieron a finales del siglo XIX para hacer unos apartamentos.
Al fondo izquierda, Iglesia de la Magdalena desde Puerta Real |
Toda la iglesia desapareció en 1971 para construir un edificio de grandes almacenes de la cadena Voolworth, que se demolió en 1980 y se vendió a la Diputación Provincial. Ésta construyó para sus servicios el edificio actual esquina de la calle Arco de las Cucharas con Mesones. Es el edificio que popularmente se conoce como el de los "fantasmas", por producirse, supuéstamente, fenómenos paranormales.
FUNDACIÓN
La Hermandad de Ntra. Sra. de la Candelaria de la iglesia de la Magdalena (hubo varias hermandades de este título en Granada, pero esta de la Magdalena, quizá la más importante de ellas) fue una de las cofradías más antiguas de Granada con una advocación concreta de la Virgen. En todas las parroquias existían en el siglo XVI hermandades de la Virgen con el título genérico de "Nuestra Señora" que, poco a poco, se irían concretando en una advocación.
Parece que el inicio de la devoción estuvo en un cuadro grande que se veneraba en la iglesia, de tres varas de largo, que representaba a la Candelaria y a San José en un círculo o globo, junto a otros cuatro con los Misterios de Nuestra Señora; todo ello según un inventario parroquial de 1639 (2).
Esa devoción llevó en 1582 a un grupo de devotos dirigidos por el maestro odrero Miguel López a fundar la cofradía (3), cuyas constituciones fueron aprobadas el día 29 de diciembre de 1582, por el provisor y vicario general de la diócesis, D. Antonio Barba, en tiempos del arzobispo D. Juan Méndez de Salvatierra, aunque sin aprobación canónica la hermandad puede que existiera algún tiempo antes.
Era una hermandad abierta formada por personas de distintos oficios. Ello se deduce de las diferentes profesiones de sus cargos (alabarderos, coleteros, odreros, herreros, sastres, zurradores...etc.) en un barrio, como el de Mesones y Bibrambla, en el que abundaban establecimientos artesanales y comerciales de la más diversa índole. Era una hermandad muy nutrida de hermanos, pues a inicios del siglo XVII contaba con más de mil cofrades, en una ciudad de unos 40.000 habitantes y más cien hermandades.
En las reglas se ordenaba que la hermandad fuera regida por un prioste, como autoridad máxima de la cofradía. La figura del prioste en el siglo XVI, equivalía a la del hermano mayor del siglo XVII y siguientes. También, tendría un mayordomo, como segunda autoridad de la misma y encargado de administrar económicamente la hermandad y la custodia de sus joyas y enseres.
Desde los inicios, la cofradía celebraba dos fiestas principales: la de la Coronación de Ntra. Sra., el día 15 de agosto, lo que motivará un largo pleito en 1629 con la hermandad de los "ganapanes", por la posesión del título de Candelaria, de lo que más tarde trataremos, y la otra fiesta, la de la Candelaria, el día 2 de febrero.
Convocados los hermanos a cabildo por el muñidor para el domingo anterior al 15 de agosto, elegían al prioste, mayordomo y oficiales de la junta de gobierno para un año (como era común en casi todas las antiguas hermandades), cuyos nombramientos no se hacían públicos hasta la víspera de la Asunción o Coronación de la Virgen.
También se habían de celebrar, como mínimo, tres cabildos anuales con obligación de asistir todos los hermanos y hermanas, bajo multa de medio maravedí si no lo hacían. Es esta hermandad una de las pocas en la que se convocaba a cabildo a las hermanas y las reglas regulaban con cierta minuciosidad, la entrada y permanencia de las mismas en la cofradía - sólo se requería el permiso del marido a las que estuvieran casadas-.
La hermandad tenía la obligación por reglas de celebrar y los hermanos de asistir con sus velas encendidas a una misa cantada todos los sábados por la mañana en la iglesia de la Magdalena, bajo multa de 8 maravedíes.
En los entierros de hermanos o hermanas el prioste mandaba al muñidor a convocar a todos los cofrades, hombres y mujeres, para que acudiesen con sus velas a la conducción del cadáver hasta la iglesia en la que se había de enterrar. El difunto era llevado a hombros de hermanos con el paño de la hermandad y cuatro cirios, organizándose una procesión hasta la iglesia, donde se había de sepultar. Allí se celebraba una misa cantada y responso de cuerpo presente. Después, se le decían nueve misas rezadas y en el momento de enterarse cada hermano del fallecimiento debíanse de rezar diez Padrenuestros y otras tantas Avemarías.
Como obra de caridad, la hermandad se obligaba a enterrar a los pobres de la parroquia que no se pudiesen costear el entierro, incluso si eran extranjeros sin recursos.
Ntra. Sra. de la Candelaria?, San Joaquín y Santa Ana en la actual iglesia de la Magdalena (Agustinas Recoletas) |
AJUAR DE LA HERMANDAD EN 1624
Para darnos una idea del estado de enseres e imágenes que poseía la Hermandad de la Candelaria se cuenta con un inventario que se realiza para el cabildo de 11 de febrero de 1624, que servía de base para entregar los bienes de la cofradía del mayordomo saliente, Miguel López, al elegido ese año, Alonso González. Hacía, en esa fecha, cuarenta y dos años de haberse fundado la hermandad.
Posteriormente, se anotarán en el libro los distintos recuentos de bienes para su entrega a los sucesivos mayordomos, abarcando dicho libro el periodo de 1624 a 1690. Ello ofrece una interesante panorámica del recorrido de la hermandad a través de esos sesenta y seis años (4).
Posteriormente, se anotarán en el libro los distintos recuentos de bienes para su entrega a los sucesivos mayordomos, abarcando dicho libro el periodo de 1624 a 1690. Ello ofrece una interesante panorámica del recorrido de la hermandad a través de esos sesenta y seis años (4).
Entre los datos más interesantes de ese inventario de 1624 estaban: la imagen de Ntra. Sra. de la Candelaria con el Niño (que cambiarán después por otra). Dicha imagen, junto con la de San José, cuyo paradero desconocemos, formaban la procesión del día de la Candelaria, ya que en el inventario se describen las andas de dichas imágenes. Deduciéndose de las descripciones del mismo, que la Virgen iba con palio de damasco azul con flecos y con campanillas, pues dice que llevaba un "Cielo de damasco" y a la imagen se la adornada con un corazón grande de plata (tenía dos grandes y dos pequeños).
También, poseía la hermandad cuatro ángeles, que seguramente se colocarían en las esquinas de las andas y cuatro varales para portar el trono los horquilleros.
Al año siguiente (1625), se vende una de las dos coronas que tenía la Virgen para realizarle un cetro, que hasta entonces no tenía, y cinco años después, en 1630, siendo hermano mayor Juan de Villanueva y mayordomo Juan Sánchez, se decide en cabildo realizar una nueva imagen de la Virgen, pues la primera decían que "es pequeña y les paresció hazer otra maior (...) y que en la prozesión que se hace el día de la Candelaria parescan entre ambas ymágenes de su modelo". Con lo que da a entender, que la imagen de San José era más grande de tamaño y la de la Virgen antigua era sólo de 3/4 de vara (unos 60 cm).
Esta imagen nueva de la Candelaria, ya la tenían en septiembre de 1630; medía vara y media, es decir, 1,30 cm (aprox.). Parece que la antigua era imagen de talla, pues en la fecha de fundación de la hermandad (1582), aun no se solían realizar imágenes de candelero. Las imágenes de esta modalidad se inician de forma clara en el barroco; pero parece que ya en esa época barroca se la sobrevestiría, pues en la entrega de bienes en ese mes de septiembre de 1630 se anotan, los vestidos de la Virgen y del Niño: un vestido de damasco azul con basquiña (especie de saya) azulada de raso con pasamanería de plata y manto azul.
Además, le hicieron otras sayas o vestidos (uno de redecilla, otro de damasco blanco, forrado de tafetán amarillo y pasamanería dorada; otro de tafetán blanco con basquiña y otro de tafetán negro con su "capisayo", probablemente para los días de Pasión.
También, se hizo, en 1631, una nueva imagen de San José con la misma altura, seguramente por el mismo escultor (el taller de más auge en ese momento era el de Alonso de Mena). No obstante, la hermandad seguía conservando las antiguas imágenes.
Asimismo, realizan un manto nuevo para la Virgen, con una toca de plata con quentas de oro y coronas nuevas, una de ellas para el Niño, y al palio se le añadieron 20 campanillas de plata, así como al Niño se le confeccionó en 1638 una capita encarnada bordada en oro.
Asimismo, realizan un manto nuevo para la Virgen, con una toca de plata con quentas de oro y coronas nuevas, una de ellas para el Niño, y al palio se le añadieron 20 campanillas de plata, así como al Niño se le confeccionó en 1638 una capita encarnada bordada en oro.
Pero ya en 1640 se dispuso vender las imágenes antiguas de la Candelaria y San José, "(...) que la cofradía no usa en festividad ninguna y en parte quebradas y bienes de seda muy biejos y rotos". También, se vendió el manto de la Virgen de damasco blanco de dos varas con franjón de oro y forro amarillo,. así como el manto de raso azul, lo que reafirma que la antigua imagen también se la sobrevestía, como hemos dicho. El precio de la Virgen antigua se tasó en 30 reales de vellón.
En 1646, se vende el palio azul a la Hermandad de la Vera Cruz del convento de San Francisco "Casa Grande", seguramente para su Dolorosa, por el precio de 74 reales y se realizan unas andas de nuevas de pino blanco que costaron 900 reales, para las que se utiliza la plata de la cruz del guión. Dichas andas se doraron en 1650 con un coste de 650 reales.
También, se le hace un manto nuevo, en 1646, de color blanco con flores de oro (bordado), para el que se utilizaron 13 varas de tela y forro de tafetán, que costó 1400 reales, regalo del hermano mayor Antonio Serrano. El manto viejo, de tafetán azul, se utilizó para hacer un guión en 1649.
Eran años florecientes para la cofradía, que continuarán en la década de los años cincuenta de ese siglo, pues en ellos (1655) se realiza una diadema grande de plata con sus rayos para la corona de la Virgen, rematada con una cruz y otra diadema para San José, costeando un báculo de plata cincelada rematado de unas azucenas, asimismo de plata. En todo se utilizaron 34 onzas de dicho metal, realizándose andas nuevas doradas para la Virgen y San José, ésta con barandilla alrededor y ocho horquillas para las mismas de color verde.
Al año siguiente (1656) el mayordomo Diego Ortiz, le regala al Niño otra corona pequeña semejante a la de la Virgen y dos campanillas de plata para las manos, y el hermano mayor Diego Romero le regala a la Virgen de la Candelaria un nuevo cetro cincelado de plata. Todas esta profusión de campanillas en el paso era la expresión simbólica del júbilo festivo de la celebración de la Candelaria.
Entre 1653 y 1655, se compra la capilla de la hermandad, pues en la entrega de bienes de 1660, vienen los títulos o escrituras de la misma, que se entregan por el hermano mayor saliente, Pedro Sánchez Mata y el mayordomo Francisco de Zamora y, también, entregan el retablo "en bruto", es decir, sin dorar, a los entrantes Gaspar de Frías y Diego Calero. El retablo se va a empezar a dorar y estofar al año siguiente de 1661, aunque no se finalizará hasta 1666-67, en tiempos del hermano mayor Juan de Toledo y mayordomo Juan de Morales, costando su dorado 3.010 reales, cantidad significativa para la época.
Una Imagen de San Joaquín de Bernardo de Mora
Una nueva imagen se va a añadir al patrimonio de la hermandad en 1672, la de San Joaquín, padre de la Virgen. La corporación la encarga a Bernardo de Mora (1614-1684), siendo hermano mayor Luis de Arana y Juan de la Torre, para ello, vendieron otra imagen del santo que se realizó en 1663, siendo hermano mayor Cristóbal Toscano y mayordomo, Joseph Muñoz. Por la imagen nueva el escultor cobró 700 reales por la talla, más 600 del estofado. Estas actas de entrega de bienes, documenta la autoría de dicha imagen. De su posible identificación y de la de otras de la hermandad trataremos más adelante.
SAN JOAQUÍN DE LA MAGDALENA ¿PUDIERA SER LA IMAGEN DE BERNARDO DE MORA? |
En 1664 se le compra a la Virgen una media luna de plata para ponerla a sus pies, que donaron Diego Sánchez y Diego Romero. Estos dos cofrades, parece que por sus donaciones eran personas de posibilidades económicas.
En 1668, se realizará otro gran manto para la Virgen encarnado bordado en plata con forro de tafetán carmesí y el manto azul y otro verde se utilizarían para las funciones y para la capilla.
En la década de los setenta y ochenta del siglo XVII el libro de entrega de bienes y limosnas aparece menos detallado, que el anterior.
LA CAPILLA E IMÁGENES
La capilla de la hermandad era la segunda de la izquierda, entrando en la iglesia; la precedía la que se amplió en 1585 con la incorporación del Hospital de la Vera Cruz, y la seguía, como tercera capilla de ese lado del Evangelio, la de la Hermandad del Santísimo. Sobre su capilla la Hermandad de la Candelaria colocó un rótulo con este nombre que la identificaba.
De la descripción que hacen los libros de entrega de bienes, podemos hacernos una idea de como era la capilla, así como de los términos de un pleito que mantuvo con la Hermandad de la Purificación y Ánimas (de trabajadores de la Plaza de Bibrambla).
El retablo, del que hemos dicho que se encarga en los años siguientes a la compra de la capilla, tenía su talla finalizada en 1660, aunque sin dorar, ni estofar, cosa que se realiza entre 1661 y 1667. Sería un retablo barroco del que desconocemos su paradero.
En la parte alta del retablo estaba en cuadro de la Candelaria, que poseía la hermandad desde su fundación y lienzo con el que comenzó la devoción, como antes hemos expresado. En el nicho central del mismo estaba la imagen de la Virgen de la Candelaria "con su rótulo que lo manifiesta" y a ambos lados de la Virgen estaba la imagen de San José, en el de la izquierda, y a su derecha, la imagen de San Joaquín "de talla dorada", es decir, estofada.
SAN JOAQUÍN |
Dos lámparas de plata con cadenas y escudo colgaban a ambos lados de la capilla y, en 1671, se añadieron dos en forma de araña de plata que costaron 886 reales; dos candeleros grandes de hierro para poner hachones, un candelabro de azofar y un escaño. Allí estaría la manguilla de la hermandad de tafetán con dos escudos bordados en oro y el guion rematado con una cruz de plata e insignia de la Virgen y una cruz de madera dorada grande con un Santo Cristo. En el altar también había una cruz grande plateada (quizá la que sustituyó en 1669 a la dorada de madera).
En las paredes colgaban dos lienzos, una representando a los Siete Sacramentos, donado por Blas de Robledo en 1659, y otro cuadro representando la Siete Obras de Misericordia que se añadió en 1669. La capilla se cerraba con una verja de madera.
Aunque de la documentación consultada no se deduce la existencia de la imagen de Santa Ana, posiblemente, estuvo en el plan iconográfico de la hermandad completar el Misterio de la Purificación de Nuestra Señora con la imagen la madre de la Virgen. En la primera hoja de las reglas de la hermandad había una estampa en la que se representaba le Misterio con el sacerdote Simeón con capa pluvial y la Virgen con el Niño y un ángel y otros dos personajes más.
En la actual Magdalena, donde pasarían las imágenes de la cofradía, hay una imagen de Santa Ana atribuida a Alonso de Mena, que pudiera haber pertenecido a la hermandad, si bien es cierto, que en las entregas de bienes de unos mayordomos a otros no figura esta imagen.
Las imágenes de la Hermandad de la Candelaria pasaron con la supresión de la antigua parroquial de la calle de Mesones a la nueva de la Magdalena (Convento de Agustinas) a principio de la década de los años cuarenta del siglo XIX, pues a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX y hasta los años cuarenta del siglo XX, todos los días 2 de cada mes, la asociación de señoras de la Corte de María, iban a visitar a la Virgen de la Candelaria.
Es es posible que la imagen de la Candelaria de la Magdalena antigua sea una Virgen que está en la primera capilla de la izquierda de la actual parroquial con la advocación de Ntra. Sra. del Buen Parto, a no ser que dentro de la clausura conserven, actualmente, a la Virgen de la Candelaria, cosa que no he podido comprobar. Como hemos visto en mi trabajo sobre la Hermandad de la Virgen de la Granada, cuando desaparecía la hermandad de una imagen, a veces, se le cambiaba la advocación.
Asimismo, y es significativo a mi juicio, a derecha de dicha Virgen está la imagen de San Joaquín que pudiera ser la de la cofradía (es tema que propongo para su estudio). A su lado izquierdo está la imagen de Santa Ana referida. A estas imágenes las monjas agustinas las llaman cariñosamente "los abuelos".
Santa Ana de la Magdalena. Atrib. a Alonso de Mena |
En cuanto a la imagen de San José, no tengo indicios de su actual paradero. En la iglesia de la Magdalena (Corpus Christi) no hay imagen erguida del Santo Patriarca en la clausura del convento de las Agustinas anejo, que yo sepa. Sí existe una imagen de San José, de mediados del siglo XVIII, en actitud sedente, con el Niño en el regazo y vara de azucenas; probablemente, de Torcuato Ruíz del Peral. No sería, por tanto, la que adquirió la hermandad en 1631, que tal vez se la hiciera Alonso de Mena, dado el potencial que se aprecia esos años en la corporación y el auge del taller de dicho escultor.
Conflictos de la hermandad
En una parroquia donde coexistían hasta nueve hermandades no es extraño que se provocaran conflictos a los largo del tiempo. Uno de ellos, entre esta cofradía y la hermandad de la Purificación y Ánimas Benditas del Purgatorio (sucesora de la de Ntra. Sra. y San Roque) y que el pueblo llamaba Hermandad de los Ganapanes, por estar servida por mancebos trabajadores de la Plaza de Bibrambla y de la Alhóndiga Zaida (que estaba situada en Puerta Real, en el sitio que hoy ocupa el edificio del Café Suizo). Este pleito fue muy dilatado en el tiempo, pues comenzó en 1629 y se reprodujo, después en 1673.
En 1629 el hermano mayor de la Candelaria, Juan de Salas, y el mayordomo, Juan de Villanueva, denuncian a la Hermandad de Nuestra Señora de la Purificación y Ánimas del Purgatorio "ganapanes" por pedir limosnas en nombre de Ntra. Sra. de la Candelaria, cuando deberían pedirlas en nombre de Nuestra Señora y Ánimas, realizando fraude con ello a la Hermandad de la Candelaria.
Constituía un pleito de carácter económico y de dualidad de advocación, que llevaba en sí cierta picaresca por parte de la hermandad de los ganapanes, porque la devoción a la imagen de la Candelaria estaba más extendida por la ciudad que la suya. Alegaban en su defensa los ganapanes que el provisor les había concedido licencia por seis meses prorrogables para pedir con el nombre de Candelaria, y que su hermandad era más antigua por haberse fundado en 1556, y que desde antiguo, siempre habían pedido con este nombre y no con el de Ánimas del Purgatorio.
El Provisor, D. Diego Martínez, falla a favor de la Candelaria por auto del 27 de agosto, ordenando que la Hermandad de la Candelaria pida con este nombre en la ciudad por el tiempo que deseen y los ganapanes o trabajadores de la plaza de Bibrambla lo hagan con el nombre de Nuestra Señora y Ánimas.
En 1654, otro conflicto se suscita. Esta vez, entre la misma hermandad de la Candelaria por haber vendido Juan Sánchez, mayordomo entre 1651-1654, y los hermanos mayores de esos años, Juan del Álamo y Andrés Sánchez, las campanillas de plata que llevaba en el palio la Virgen de la Candelaria. Las vendieron en 1651 al platero Alonso Tercero.
También, se demandaba al mayordomo de 1645, Juan García Cerezo, por vender una cruz de plata de 25 onzas sin consentimiento de la hermandad. García Cerezo se defiende diciendo que con el precio de la cruz hizo unas andas para la Virgen y otras para San José, que costaron 800 reales, que antes las venían alquilando, y un manto blanco bordado de flores en oro con galones, puntas doradas y forro de tafetán carmesí, que tenía trece varas de largo y un costó de más de 400 reales. También hizo 8 serafines para las andas de la Virgen, todo ello para lucirlo el día de la Purificación.
El Provisor Agustín de Castro condena a Juan Sánchez para que devuelva las 20 campanillas de plata, y los hermanos demostraron que las andas y serafines se habían hecho con el caudal de limosnas de la hermandad (5).
Tanto el inventario al que nos hemos referido, como este pleito, nos da idea de como se presentaba en la procesión las imagen a mediados del XVII. Las andas eran de madera, habiéndose que se dorado en 1650, y se adornaban con los ocho serafines y un palio con campanillas de plata (el viejo, azul, recordemos que se vendió a la Hermandad de la Vera Cruz en 1646). La Virgen iba con manto blanco bordado de flores (el viejo, que era azul, se reutilizó para hacer el guión), y, a los pies de la imagen, se le puso una media luna de plata en 1664.
En 1673, se reproduce el conflicto con la hermandad de los trabajadores de la plaza (ganapanes) por el mismo motivo que el suscitado en 1629: que la hermandad de dichos trabajadores seguía realizando sus demandas con el nombre de Candelaria. Alegaban el hermano mayor y el mayordomo, Pedro de flores y Miguel de Carmona, que el auto del provisor Diego Martínez de Zarcosa de 27 de agosto de 1629 prohibía a la parte contraria pedir con dicho título.
Insistía Pedro Sierra, hermano mayor de la Hermandad de Nuestra Señora y Ánimas (ganapanes o de la Purificación), que su hermandad era más antigua y que el auto de 1629 autorizaba, sólo temporalmente, a la Hermandad de la Coronación de Ntra. Sra. (se negaban a llamarla Candelaria), a pedir con ese nombre.
Además, alegaban que la estampa que abría las constituciones de la contraria era de la Coronación de Nuestra Señora y que maliciosamente la habían cambiado por la de Candelaria con el Niño y el Santo Simeón, habiendo manipulado también el texto; que la principal fiesta era el 15 de agosto y que elegían los cargos el domingo antes al de dicha fecha de la Coronación de la Virgen (15 de agosto), así como, que uno de sus cabildos generales, de los tres a que estaban obligados, se celebraba el domingo siguiente al de la Virgen de Agosto.
Con todo ello, la hermandad de los "ganapanes" trataba de demostrar que no era Candelaria la advocación de sus contrarios, sino Asunción o Coronación. En realidad, creo que las dos tenían la misma advocación de Candelaria o Purificación; la de los "trabajadores de la plaza", nació en 1556 con el título de Nuestra Señora y Ánimas del Purgatorio y, seguramente, lo modificó para concretar la advocación genérica de Nuestra Señora en la específica de Purificación. La de la Candelaria, que se fundó después, es decir, en 1582, con esta advocación, pero en los capítulos de la regla se mencionan como fiestas las de las dos advocaciones. El propio auto de aprobación por el provisor D. Antonio Barba se refiere a ella como "Cofradía de la Candelaria" y le da licencia para que pidiera con dicho título (6).
De todas formas, la hermandad de los trabajadores de Bibrambla (ganapanes) no se conforman con el auto del Provisor, D. Martín Torrico de Pedrajas, que ordenaba pedir con el título de Nuestra Señora y Ánimas del Purgatorio y recurren a Roma en 1693,ante Su Santidad, de quién habían conseguido ciertas Letras Apostólicas, lo que nos da idea de que el pleito aún no estaba resuelto en 1693.
Conflicto con la Hermandad del Santísimo
En 1629 el hermano mayor de la Candelaria, Juan de Salas, y el mayordomo, Juan de Villanueva, denuncian a la Hermandad de Nuestra Señora de la Purificación y Ánimas del Purgatorio "ganapanes" por pedir limosnas en nombre de Ntra. Sra. de la Candelaria, cuando deberían pedirlas en nombre de Nuestra Señora y Ánimas, realizando fraude con ello a la Hermandad de la Candelaria.
Constituía un pleito de carácter económico y de dualidad de advocación, que llevaba en sí cierta picaresca por parte de la hermandad de los ganapanes, porque la devoción a la imagen de la Candelaria estaba más extendida por la ciudad que la suya. Alegaban en su defensa los ganapanes que el provisor les había concedido licencia por seis meses prorrogables para pedir con el nombre de Candelaria, y que su hermandad era más antigua por haberse fundado en 1556, y que desde antiguo, siempre habían pedido con este nombre y no con el de Ánimas del Purgatorio.
El Provisor, D. Diego Martínez, falla a favor de la Candelaria por auto del 27 de agosto, ordenando que la Hermandad de la Candelaria pida con este nombre en la ciudad por el tiempo que deseen y los ganapanes o trabajadores de la plaza de Bibrambla lo hagan con el nombre de Nuestra Señora y Ánimas.
En 1654, otro conflicto se suscita. Esta vez, entre la misma hermandad de la Candelaria por haber vendido Juan Sánchez, mayordomo entre 1651-1654, y los hermanos mayores de esos años, Juan del Álamo y Andrés Sánchez, las campanillas de plata que llevaba en el palio la Virgen de la Candelaria. Las vendieron en 1651 al platero Alonso Tercero.
También, se demandaba al mayordomo de 1645, Juan García Cerezo, por vender una cruz de plata de 25 onzas sin consentimiento de la hermandad. García Cerezo se defiende diciendo que con el precio de la cruz hizo unas andas para la Virgen y otras para San José, que costaron 800 reales, que antes las venían alquilando, y un manto blanco bordado de flores en oro con galones, puntas doradas y forro de tafetán carmesí, que tenía trece varas de largo y un costó de más de 400 reales. También hizo 8 serafines para las andas de la Virgen, todo ello para lucirlo el día de la Purificación.
El Provisor Agustín de Castro condena a Juan Sánchez para que devuelva las 20 campanillas de plata, y los hermanos demostraron que las andas y serafines se habían hecho con el caudal de limosnas de la hermandad (5).
Tanto el inventario al que nos hemos referido, como este pleito, nos da idea de como se presentaba en la procesión las imagen a mediados del XVII. Las andas eran de madera, habiéndose que se dorado en 1650, y se adornaban con los ocho serafines y un palio con campanillas de plata (el viejo, azul, recordemos que se vendió a la Hermandad de la Vera Cruz en 1646). La Virgen iba con manto blanco bordado de flores (el viejo, que era azul, se reutilizó para hacer el guión), y, a los pies de la imagen, se le puso una media luna de plata en 1664.
En 1673, se reproduce el conflicto con la hermandad de los trabajadores de la plaza (ganapanes) por el mismo motivo que el suscitado en 1629: que la hermandad de dichos trabajadores seguía realizando sus demandas con el nombre de Candelaria. Alegaban el hermano mayor y el mayordomo, Pedro de flores y Miguel de Carmona, que el auto del provisor Diego Martínez de Zarcosa de 27 de agosto de 1629 prohibía a la parte contraria pedir con dicho título.
Insistía Pedro Sierra, hermano mayor de la Hermandad de Nuestra Señora y Ánimas (ganapanes o de la Purificación), que su hermandad era más antigua y que el auto de 1629 autorizaba, sólo temporalmente, a la Hermandad de la Coronación de Ntra. Sra. (se negaban a llamarla Candelaria), a pedir con ese nombre.
Además, alegaban que la estampa que abría las constituciones de la contraria era de la Coronación de Nuestra Señora y que maliciosamente la habían cambiado por la de Candelaria con el Niño y el Santo Simeón, habiendo manipulado también el texto; que la principal fiesta era el 15 de agosto y que elegían los cargos el domingo antes al de dicha fecha de la Coronación de la Virgen (15 de agosto), así como, que uno de sus cabildos generales, de los tres a que estaban obligados, se celebraba el domingo siguiente al de la Virgen de Agosto.
VIRGEN DE LA CANDELARIA CON SAN JOAQUÍN Y SAN JOSÉ. Grabado Museo Casa de los Tiros |
Con todo ello, la hermandad de los "ganapanes" trataba de demostrar que no era Candelaria la advocación de sus contrarios, sino Asunción o Coronación. En realidad, creo que las dos tenían la misma advocación de Candelaria o Purificación; la de los "trabajadores de la plaza", nació en 1556 con el título de Nuestra Señora y Ánimas del Purgatorio y, seguramente, lo modificó para concretar la advocación genérica de Nuestra Señora en la específica de Purificación. La de la Candelaria, que se fundó después, es decir, en 1582, con esta advocación, pero en los capítulos de la regla se mencionan como fiestas las de las dos advocaciones. El propio auto de aprobación por el provisor D. Antonio Barba se refiere a ella como "Cofradía de la Candelaria" y le da licencia para que pidiera con dicho título (6).
De todas formas, la hermandad de los trabajadores de Bibrambla (ganapanes) no se conforman con el auto del Provisor, D. Martín Torrico de Pedrajas, que ordenaba pedir con el título de Nuestra Señora y Ánimas del Purgatorio y recurren a Roma en 1693,ante Su Santidad, de quién habían conseguido ciertas Letras Apostólicas, lo que nos da idea de que el pleito aún no estaba resuelto en 1693.
Conflicto con la Hermandad del Santísimo
En 1683, se produce otro conflicto con la Hermandad del Santísimo Sacramento. Era Semana Santa y ambas hermandades procedían a realizar sus demandas para recabar fondos. La del Santísimo para costear el monumento eucarístico del Jueves Santo, 15 de abril, que decía que le costaba montarlo más de 100 ducados. La Hermandad del Santísimo quería impedir que la Candelaria pusiese su mesa petitoria y estandarte en el cancel de la iglesia, que daba a la calle de Mesones, como desde tiempo inmemorial lo venía haciendo.
El hermano mayor y el mayordomo de la Candelaria, Francisco Espínola y Francisco García alegaron con testigos, que la Hermandad del Santísimo abusaba de su preeminencia, poniendo el Jueves Santo, frente al altar mayor, un aprisco con escaños, con estandarte y cera; otro lado del cancel, donde también se pedía, y no contentos con ello, levantaban otras dos mesas petitorias: una en el altar del comulgatorio y otra en la calle de Mesones a la salida de la iglesia, donde ponían su bufete y bandeja. Todo esto ocurría en la noche del Miércoles Santo.
Ante la queja de la Hermandad de la Candelaria, el provisor dicta un auto provisional, dado que a la mañana siguiente del Jueves Santa, ordenando adonde habían de colocarse las mesas de póstula y que aún no tenía suficientes elementos para enjuiciar, dictando una solución salomónica: que teniendo preferencia la Hermandad del Santísimo, porque costea el monumento y demás fiestas del Santísimo Sacramento, ésta eligiera el sitio y, si lo hiciesen a la entrada de la iglesia, no debían impedir a los de la Candelaria pedir también allí. Así lo cumplen y la hermandad de la Candelaria pone su mesa con bandeja petitoria.
Ante la queja de la Hermandad de la Candelaria, el provisor dicta un auto provisional, dado que a la mañana siguiente del Jueves Santa, ordenando adonde habían de colocarse las mesas de póstula y que aún no tenía suficientes elementos para enjuiciar, dictando una solución salomónica: que teniendo preferencia la Hermandad del Santísimo, porque costea el monumento y demás fiestas del Santísimo Sacramento, ésta eligiera el sitio y, si lo hiciesen a la entrada de la iglesia, no debían impedir a los de la Candelaria pedir también allí. Así lo cumplen y la hermandad de la Candelaria pone su mesa con bandeja petitoria.
No satisfecha la hermandad del Santísimo, con esta provisionalidad, al año siguiente de 1684 se toma tiempo antes de la Semana Santa y reproduce el conflicto. Esta vez a principios de marzo, para no andar con las premuras que impuso el año anterior la proximidad de la Semana Santa. El hermano mayor de la Hermandad del Santísimo, Manuel de Padilla, añade a los argumentos del año anterior el que los hermanos de la Candelaria nunca habían pedido con dicho título en el Jueves y Viernes Santo, sino que lo hacían sólo poniendo en su mesa "dos bustos de Jesús y de Nuestra Señora y pedían para el Cristo de los Trabajos y no para Ntra. Sra. de la Candelaria" y, añadía, que para ello solicitaban permiso a los mayordomos del Santísimo, "que son y habían sido antes" (7).
De lo anterior podríamos deducir, que la hermandad de la Candelaria, llegada Semana Santa, utilizaba imágenes de Pasión -bustos del Ecce Homo y la Dolorosa, muy en boga en ese tiempo- y solicitaba las limosnas para el Cristo de los Trabajos, que pudiera ser la advocación de la imagen en busto del Ecce Homo u otra a la que diera culto la hermandad. Se valían de estas imágenes en sus demandas, probablemente, para excitar más la devoción de los fieles en aquellas fechas de Semana Santa.
En los pilares del arco de la capilla de Jesús del Rescate, recuerdo que hace años, había dos repisitas, una a cada lado, con los bustos de pequeño tamaño de un Ecce Homo y una Dolorosa, hoy en la sacristía, que se quitaron de la iglesia para evitar su sustracción, dada la facilidad de acceso a los mismos. Bien podrían ser con los que pedía limosnas la hermandad en los días de Semana Santa.
El hermano mayor y el mayordomo de ese año, Francisco Esteban y Juan Ruiz, ponen de manifiesto los argumentos en que basaban su derecho, alegando que su Hermandad de la Candelaria daba tres libras de cera para el monumento y que, no obstante, "se allanan a no hacer la demanda por no querer enfrentamientos ni gastos", y piden licencia para poner su bandeja y bufete, el Jueves y Viernes Santo, dentro de la propia capilla de la Candelaria, así como adornarla y poner luces que alumbren a la Virgen(8).
El Provisor se la concede para que pidan desde su capilla, mientras la del Santísimo lo hacía en la suya (capilla del comulgatorio) y, también, en el cancel y fuera, en la calle de Mesones. Esta evidente injusticia no era de extrañar, porque las hermandades del Santísimo siempre gozaban del impulso y preferencia del clero y de la autoridad eclesiástica.
La Hermandad en el siglo XVIII
Pocos datos se conocen de la hermandad en el XVIII, aunque seguía gozando de cierta preeminencia entre las hermandades de la iglesia. En 1721, era hermano mayor Juan Poveda y mayordomo Joseph de Córdoba, quienes al finalizar sus mandatos se negaron a entregar las cuentas y bienes de la hermandad, alegando que a ellos tampoco se las habían entregados los anteriores.
Los nuevos cargos, Juan de Priego y Andrés de Toro, parece que no tenían demasiados deseos de ocupar sus empleos, pues manifestaron que habían sido elegidos por el cabildo general por el sólo hecho de ser feligreses y estando ellos ausentes de la ciudad; y que no querían gastar en pleitos el caudal de la hermandad y que renunciarían a sus cargos. De hecho, así lo hicieron el día 15 de marzo ante al notario Luis Rueda.
Decían que cuando fueron a hacerse cargo de la hermandad no apareció ningún hermano, solamente el sacristán mayor de la iglesia, Joseph de Salinas, que además, les pidió que le pagasen la cera y las misas que celebraba la hermandad todos los sábados.
El fiscal del arzobispado Jerónimo Navarro les dio la razón y aconsejó al provisor que se aceptara la dimisión, nombrándose comisarios que entregaran los bienes y cuentas de la hermandad de los años 1720 y 1721.
Entre las cuentas que presentaron estaba la del gasto de unas nuevas andas de plata que se estaban haciendo en 1720 para la Virgen de la Candelaria. Las andas se realizaban mediante las aportaciones de una serie de donantes (cuya relación vienen en el documento) y que habían entregado hasta la fecha 900 reales.
Las andas de plata, realizadas por el platero, Salvador de Argüeta, costaron 6.650 reales, pagados en plazos; aprovechándose, además, la plata de las andas antiguas. Era una cantidad importante para la época, si consideramos que el presupuesto de la hermandad de los dos años que abarcaban las cuentas entregadas era de 7.079 reales. Las andas llevaban un templete dorado, a modo de palio, pues se dan a Marcos Fernandez de Raia (Raya) 340 reales para dorar la "cúpula de las andas" (templete) y platear la parihuela (9).
Lugar que ocuparon la antigua iglesia de la Magdalena y los Almacenes Voolworthr |
Entre la plata nueva de 643 onzas y la de las andas viejas, que pesaban 191 onzas, se emplearon de 27 kilos, aproximadamente, que al valor de dicho metal, hoy importaría unos 400.000 euros, aunque la comparación entre épocas resulta difícil hacerla.
A finales de 1720, el platero Argüeta no había entregados las andas, pues las retenía en garantía de que la cofradía le satisficiera el total pago de las mismas.
La procesión del 2 de febrero, día de la Candelaria, se seguía realizando con normalidad, pues en 1721, se pagó a un pregonero con clarín y caja para anunciar la procesión, así como para la limpieza de las calles e instalación de las colgaduras en las casas por donde iba a pasar la procesión. Hay gastos, también al cerero, Juan de Aragón, y al carpintero, Juan Salmerón, por haber hecho unas teas grandes para alumbrar la puerta de la iglesia; otros de haber puesto colgaduras en la iglesia; fuegos artificiales a la entrada del templo, además de la intervención de la música de la Capilla Real, dirigida por el maestro Alonso de Blas y Sandoval. Asimismo, intervinieron danzas en la procesión y se hizo un agasajo con torta real.
En la calle se esparcieron seis cargas de romero y se pagó a dos montañeses para que asistieran a la función (probablemente vestidos a la usanza de dicha región en recuerdo del origen de la iglesia fundada en la capillas de asturianos y montañeses). Sin embargo, ese año se tuvieron que alquilar unas andas por no haber entregado el platero las que estaba haciendo nuevas.
En 1743, se promueve otro conflicto con la Hermandad de Ntra. Sra. de Covadonga, de montañeses, sucesora de la de Ntra. Sra. y Ánimas (ganapanes), sobre preferencia en los sitios que ocuparían ambas hermandades en las funciones en que ambas concurrían. El asunto se resolvió con un acuerdo o concordia el 3 de noviembre de 1744, ante el notario Sebastián de Zayas, por la que la Candelaría tendría preferencia en la procesión y función de las candelas y la de Covadonga en las demás(10).
En 1769, en un inventario de altares, mandado hacer por el arzobispado de Granada, se constata en la iglesia de la Magdalena el altar y capilla de Ntra. Sra. de la Candelaria (11).
En el último cuarto del siglo XVIII, concretamente, en 1782, la hermandad parece que había decaído y estaba sin mayordomos. Este motivo hizo que ese año se nombraran ocho (en forma de comisión) para que se ocuparan de pedir las limosnas de la función, procesión y demás cultos de la hermandad. Tuvieron que costear algunas prendas de las imágenes como: un manto para la Virgen y "delantera" (saya o escapulario) de tela de oro, que pudieran ser el que viste la imagen que abre este artículo; un estandarte de la misma tela y una gorrita para el Niño, prendas que se depositaron por acuerdo del cabildo general en casa de la camarera (esposa de Cristóbal López), para más seguridad.
Los comisarios denunciaban que los anteriores mayordomos alquilaban las campanillas (del templete o palio) y otros efectos para funciones de otros lugares, y "el manto de la Virgen servía, cuando había diablillos, para aderezar al Lucifer", con la irreverencia que ello suponía.
Las referidas prendas estuvieron custodiadas en casa de la mencionada camarera, hasta que, en 1794, los mayordomos o comisarios elegidos ese año, Manuel Barroso y Juan del Castillo, que sustituían a los ocho anteriores, pidieron que se sacaran las alhajas del poder de la camarera y se les entregaran, no sin la oposición de los comisarios anteriores.
Las dificultades de la hermandad no habían desaparecido en esa fecha, pues el 20 de septiembre de 1794, Cristóbal López (esposo de la camarera de la Virgen) y un grupo de feligreses y hermanos dirigen al arzobispo un escrito pidiendo la unión de la Hermandad con la del Santísimo Sacramento:
"[...] quedase reunida perpetuamente a la Venerable Hermandad del Santísimo Sacramento (...) de modo que los cofrades del Señor, viniesen a serlo de su Stma. Madre en este adorable Misterio de la Purificación y las alhajas continúen en casa de la camarera"(12).
El arzobispo D. Manuel Moscoso y Peralta dicta un auto en el que no trata de la unión o fusión pedida, pero sí de impulsar la hermandad, erigiendose en " [...] Protector de la hermandad y nos enumeramos y alistamos por uno de sus cofrades", declarando la prohibición de remover las alhajas de casa de la camarera. En 1800, dicho arzobispo le concede un jubileo con indulgencia plenaria el día de la Candelaria.
Se sabe que la hermandad siguió celebrando cultos y procesión hasta la ocupación de la ciudad por las tropas de Napoleón. Su último inventario es de 1810, en el que se advierte que los enseres estaban repartidos entre la capilla, la casa de la camarera Josefa Triviño y la de Francisco Martínez (13).
Podemos afirmar que esta hermandad tan antigua desaparece con la ocupación francesa en 1810, así lo refleja un documento de 1822 (Archivo del Arzobispado, leg. 138 F), que afirma que "dicha hermandad se acabó hace catorce años y el jubileo lo costean algunos devotos sin función alguna".
Desorganizada la Cofradía y sus enseres en casa de algunos hermanos, serán los devotos de la imagen quienes continúen algunos cultos.
Iglesia del Corpus Christi. Actual parroquial de la Magdalena |
Final de la Hermandad
Seguramente, la hermandad no pudo superar los años de guerra y los convulsivos avatares que la sucedieron durante el primer cuarto del siglo XIX. Sin embargo, los pocos hermanos y devotos seguían manteniendo, en 1835, el jubileo de cuatro días en la festividad de la Candelaria (2 de febrero), aunque no hay constancia de procesión (14).
En 1837, por orden del Gobernador de la Provincia, la parroquial de la Magdalena pasa a la iglesia del convento del Corpus Christi, de Agustinas Recoletas, donde hoy permanece. Como se ha dicho al principio, el antiguo templo se vendió a un particular en 1843.
No obstante, la imagen o imágenes de la hermandad, pasan al nuevo templo, pues a mediado de siglo tenemos constancia por la prensa de que la Asociación de señoras de la Corte de María, acudía los días 2 de cada mes a realizar ciertos cultos y rezos a la nueva sede de la calle de Gracia. Dicho culto, efectuado en la nueva Magdalena por la asociación de señoras citada, lo he confirmado en los periódicos, al menos, hasta 1930. Después, hay constancia de celebrar una función en dicha iglesia a la Candelaria en su día, hasta la Guerra Civil de 1936(15).
Paralelamente, durante finales del XIX y la primera mitad del XX, se celebraban cultos y procesión de la Candelaria, pero esta vez, por la Archicofradía del Rosario en Santo Domingo y, en la iglesia de Santa Ana, a la imagen que allí existe.
Después de la Guerra Civil, no aparecen cultos a la imagen, sin que sepamos su paradero, a no ser que esté dentro del convento o que la imagen pueda ser la de Ntra. Sra. del Buen Parto venerada en la primera capilla de la izquierda, junto a San Joaquín y Santa Ana. Pues como apuntamos al principios fue común en el siglo XIX poner como titular de nuevas devociones a imágenes titulares de antiguas cofradías que habían desaparecido.
Probablemente, todas estas incógnitas se podrán, como en otros casos, ir desvelando con el tiempo.
Después de la Guerra Civil, no aparecen cultos a la imagen, sin que sepamos su paradero, a no ser que esté dentro del convento o que la imagen pueda ser la de Ntra. Sra. del Buen Parto venerada en la primera capilla de la izquierda, junto a San Joaquín y Santa Ana. Pues como apuntamos al principios fue común en el siglo XIX poner como titular de nuevas devociones a imágenes titulares de antiguas cofradías que habían desaparecido.
Probablemente, todas estas incógnitas se podrán, como en otros casos, ir desvelando con el tiempo.
1. LÓPEZ, Miguel A., Las parroquias de la Diócesis de Granada (1501-2001), p. 127-128 Granada 2002.
2. LÓPEZ-GUADALUPE MUÑOZ, Miguel Luis: Las cofradías de la parroquia de Santa María Magdalena en los siglos XVII y XVIII 1992. Universidad de Granada "Crónica Nova", p.88. ARCHIVO PARROQUIAL DE LA MAGDALENA, caja 48.
3.ARCHIVO HISTÓRICO DEL ARZOBISPADO DEL GRANADA, Legajo 15 F, pieza 5.
3.ARCHIVO HISTÓRICO DEL ARZOBISPADO DEL GRANADA, Legajo 15 F, pieza 5.
4. El citado archivo, Legajo 15 F, pieza 8.
5. El citado archivo, Legajo 16 F, pieza 6.
6. El citado archivo, legajo 16 F, pieza 9 y Legajo 15 F, pieza 3.
7. El citado archivo, legajo 16 F, pieza 7.
8. El citado Archivo, legajo 16 F, pieza 8.
9. El citado Archivo, legajo 16 F, pieza 10.
10. LÓPEZ-GUADALUPE MUÑOZ, Miguel Luis. Opus cit, pag. 116.
11. El citado Archivo, legajo 255 F, pieza 22.
12. El citado Archivo, legajo 222 F, pieza s/n.
13. LÓPEZ-GUADALUPE MUÑOZ, Miguel Luis. Opus cit, pag. 118.
14. BOLETÍN OFICIAL DE LA PROVINCIA DE GRANADA del día 2 de febrero de 1835.
15. Diversos periódicos del siglo XIX y XX.
5. El citado archivo, Legajo 16 F, pieza 6.
6. El citado archivo, legajo 16 F, pieza 9 y Legajo 15 F, pieza 3.
7. El citado archivo, legajo 16 F, pieza 7.
8. El citado Archivo, legajo 16 F, pieza 8.
9. El citado Archivo, legajo 16 F, pieza 10.
10. LÓPEZ-GUADALUPE MUÑOZ, Miguel Luis. Opus cit, pag. 116.
11. El citado Archivo, legajo 255 F, pieza 22.
12. El citado Archivo, legajo 222 F, pieza s/n.
13. LÓPEZ-GUADALUPE MUÑOZ, Miguel Luis. Opus cit, pag. 118.
14. BOLETÍN OFICIAL DE LA PROVINCIA DE GRANADA del día 2 de febrero de 1835.
15. Diversos periódicos del siglo XIX y XX.