Esta Inmaculada de Alonso de Mena no fue la titular de la hermandad ( Se pone a efectos ilustrativos) |
Antonio Padial Bailón
Fue una hermandad de las más antiguas de Granada, pues tenía a gala haber sido fundada cuando fue conquistada la ciudad y reino nazarí en 1492.
Fueron los mismos Reyes Católicos quienes la fundaron en el Real Campamento de Santa Fe y se inscribieron como hermanos de ella, junto con la nobleza, cuando aún permanecían en dicho campamento. La fundación se realizó en agradecimiento por haber tomado la ciudad Granada y su reino con escaso derramamiento de sangre. Fue condición y mandato de la fundación el que la hermandad se trasladara a Granada, para residir en la Santa Iglesia Catedral que se erigiera en la ciudad.
"...que la hermandad la fundaron los señores Reyes Católicos, la qual había de estar en la iglesia maior que se había de hazer en esta cuidad, que tuvo principio donde está el convento de San Francisco...".
Los Reyes Católicos fueron sus primeros hermanos, y en ella, se asentaron como cofrades los nobles que habían participado en la conquista "...y que los Reies Católicos se asentaron en la hermandad y todos los Títulos que había en su ejercito...".
Era, pues, una hermandad de élite y lo siguió siendo en los siglos siguientes con hermanos en sus filas que, no sólo eran gente de la aristocracia local, también la formaban notarios o escribanos públicos, miembros de la Real Chancillería, de la Inquisición, jurados...etc. "...donde sus hermanos son la gente de más lustre de esta ciudad".
Era, pues, una hermandad de élite y lo siguió siendo en los siglos siguientes con hermanos en sus filas que, no sólo eran gente de la aristocracia local, también la formaban notarios o escribanos públicos, miembros de la Real Chancillería, de la Inquisición, jurados...etc. "...donde sus hermanos son la gente de más lustre de esta ciudad".
Establecida cuando se mudó de Santa Fe en la Iglesia Mayor o Catedral, situada, en principio, en la judería de Granada (en el templo que después sería sede del convento de San Francisco "Casa Grande"). La hermandad, por orden de los Reyes Católicos, ocupará una de sus capillas, donada por ellos. También, el primer arzobispo, don Hernando de Talavera, establece su residencia en una rábita llamada de la Mate, junto a la iglesia, de la que quedan restos de un aljibe y del alminar.
La iglesia, destinada en principio a Catedral, era de estilo gótico y ocupaba parte de la Plaza de los Tiros o del Padre Suárez. Se tuvo que levantar de forma acelerada, pues, en 1494, ya estaba cubierta de tejado, según testimonio del viajero alemán Jerónimo Münzer.
Pero poco tiempo estuvo la Catedral de Granada en este lugar, ya que, habiendo expresado la Reina Católica su deseo de que aquélla ocupara el lugar de la Mezquita Mayor, se consigue en 1507 un Breve del Papa Julio II para su traslado a dicha mezquita, situada en el solar que hoy ocupa la iglesia del Sagrario. Allí se trasladó la Catedral provisionalmente, mientras se construyera la que hoy conocemos.
Los franciscanos, establecidos en un principio en el convento de San Francisco de la Alhambra, ese mismo año de 1507, se trasladan a la iglesia de la judería (primitiva catedral de Granada), para convertirla en convento e iglesia de San Francisco "Casa Grande"; todo ello, debido a una Bula de León X. También, a su muerte, el arzobispo D. Hernando de Talavera cede su morada para incluirla en el convento colindante.
Quizás, por estar ya asentada en dicha iglesia o por presión de los franciscanos, sus nuevos ocupantes, la Hermandad de la Inmaculada Concepción no vio oportuno el mudarse a la Mezquita Mayor, convertida en Catedral, y quedó en la iglesia antigua, para lo que obtuvo la autorización de los Reyes, dada porque esto contravenía lo que dispuesto por ellos sobre su sede obligatoria en el templo catedralicio.
Inmaculada de Pobra do Caramiñal. Es imagen coetánea a la de la Inmaculada granadina |
Los Reyes Católicos le asignaron a la hermandad una capilla que ocupaba el sotocoro de la iglesia, dando a la hoy calle Capitanía, mientras la cabecera de la iglesia o capilla mayor tenía a sus espaldas la actual calle de Pavaneras.
Era ésta de la Concepción una de las más grandes capillas de la iglesia, quizás sólo superada en dimensiones por la de la Vera Cruz, que venía a ser una pequeña iglesia adosada al templo principal. La capilla la cerraba una reja y dentro tenía varios altares, púlpito y coro, venerándose la imagen en el rico retablo principal de la de la misma, dentro de un tabernáculo. Una cartela de jaspe colocada dentro de la capilla recordaba que:
"La Capilla de la Pura y Limpia Concepción de Ntra. Señora, cuia ymaxen traxeron los esclarecidos reies Dn. Fernando y doña Ysabel, de gloriosa memoria, quando ganaron este Reyno, en hazimiento de gracias de ello, que fue el año 1492 a dos días del mes de enero, pasados 757 años que la ocuparon. Instituyeron esta hermandad y fueron sus primeros hermanos".
Muchos lienzos ocupaban las paredes de la capilla, representando los milagros realizados por la imagen, señoreando en ella los escudos de los Reyes Católicos. Al ser la imagen de la Inmaculada donación suya, no cabe duda, que sería una talla de estilo gótico tardío, como otras imágenes que llevaban en sus campañas, entre ellas, la Virgen de la Antigua, primera patrona de la ciudad. Tal vez, como ésta, fuese encargada al maestro escultor, Ruperto Alemán.
Celebraba la hermandad desde época temprana cuatro fiestas solemnes al año. Al menos, a principios del siglo XVII, festejaba la de la Inmaculada Concepción, el día 8 de diciembre; la de la Purificación o Candelaria, el 2 de febrero; la del Glorioso patriarca San José, el 16 de marzo; y la de San Roque, el día 16 de agosto, santo de gran devoción al que la gente acudía cuando se declaraban epidemias, especialmente las de peste bubónica. También, se celebraba un jubileo al Santísimo Sacramento, "estando éste descubierto las cuarenta horas", por lo que, la hermandad podría haber tenido, oficiosamente, cierto carácter de Sacramental del convento franciscano.
En su gran capilla de la iglesia de San Francisco, con toda seguridad, la Hermandad poseía en sus altares las imágenes de San José y San Roque, titulares de dos de sus fiestas solemnes. La de San Roque, tiene que ser la que hoy se conserva en la iglesia de San Matías ( parroquia donde se ubicaba el convento franciscano) a dónde fueron a parar algunas imágenes de dicho convento cuando fue desamortizado en 1835.
Plano de San Francisco con la Capilla de la Limpia Concepción a los pies de la iglesia bajo el Coro |
Celebraba la hermandad desde época temprana cuatro fiestas solemnes al año. Al menos, a principios del siglo XVII, festejaba la de la Inmaculada Concepción, el día 8 de diciembre; la de la Purificación o Candelaria, el 2 de febrero; la del Glorioso patriarca San José, el 16 de marzo; y la de San Roque, el día 16 de agosto, santo de gran devoción al que la gente acudía cuando se declaraban epidemias, especialmente las de peste bubónica. También, se celebraba un jubileo al Santísimo Sacramento, "estando éste descubierto las cuarenta horas", por lo que, la hermandad podría haber tenido, oficiosamente, cierto carácter de Sacramental del convento franciscano.
En su gran capilla de la iglesia de San Francisco, con toda seguridad, la Hermandad poseía en sus altares las imágenes de San José y San Roque, titulares de dos de sus fiestas solemnes. La de San Roque, tiene que ser la que hoy se conserva en la iglesia de San Matías ( parroquia donde se ubicaba el convento franciscano) a dónde fueron a parar algunas imágenes de dicho convento cuando fue desamortizado en 1835.
Imagen de San Roque procedente de San Francisco, que tuvo que ser de la Hermandad de la Concepción ( Hoy en la iglesia de San Matías). Foto gentileza de D. Emilio Martos Marín. |
La hermandad carecía de patrimonio y rentas, por adoptar la llamada "pobreza franciscana", sustentándose únicamente del donativo de sus hermanos. Además, tenían a gala, que por la realeza de su fundación y las bulas papales obtenidas, no estaba sometida a la jurisdicción del ordinario, y ello lo alegaban en los conflictos o pleitos con dicha jurisdicción.
La alcurnia de sus cofrades, así como el origen real de su fundación, les prohibía a los mismos hacer demandas por las calles de la ciudad, sustentandose de las limosnas que voluntariamente ellos entregaban. No obstante, los donativos serían de entidad considerable, y ello se manifestaba en la riqueza de la capilla, de sus imágenes y pinturas. Los ingresos ordinarios que cada año aportaban los hermanos suponían más de 2.000 reales, aparte de otros donativos importantes y de las memorias de misas, que serían abundantes, y que en 1624, suponían 2.400 reales. Los mayordomos, además, solían dar 20.000 maravedíes en el año de su mandato.
La alcurnia de sus cofrades, así como el origen real de su fundación, les prohibía a los mismos hacer demandas por las calles de la ciudad, sustentandose de las limosnas que voluntariamente ellos entregaban. No obstante, los donativos serían de entidad considerable, y ello se manifestaba en la riqueza de la capilla, de sus imágenes y pinturas. Los ingresos ordinarios que cada año aportaban los hermanos suponían más de 2.000 reales, aparte de otros donativos importantes y de las memorias de misas, que serían abundantes, y que en 1624, suponían 2.400 reales. Los mayordomos, además, solían dar 20.000 maravedíes en el año de su mandato.
En 1573, por un cabildo de ese año, la hermandad acuerda establecer una fundación para casamiento de huérfanas, cabildo que se hacía el 1 de enero, día del Dulce Nombre de Jesús, que tres años después, en 1576, fija como número de huérfanas a casar cada año el de tres, suprimiendo las limosnas que daban para las "chirimías" y la utilización de éstas en las fiestas, para así, poder dar de dote a las huérfanas 10.000 maravedíes a cada una.
En 1615, la hermandad recibe una herencia de 30.000 maravedíes de doña Marina de Leyva, viuda de Valera de la Cámara ( cargo de la Real Chancillería), con lo que se aumenta a cinco el número de dotes a huérfanas pobres para casar cada año. Era, pues, ésta la principal actividad de índole caritativo que ejercía la hermandad.
Sabemos que, como era común en gran parte de las cofradías, contaba con la persona de un muñidor con su vestimenta especial, que era el que convocaba a la hermandad a los cabildos, entierros y otras reuniones. En 1624, el muñidor era Alonso de Prados, cuyo oficio lo ejercía desde mucho tiempo antes, y al que la hermandad le asignaba la cantidad vitalicia de 150 reales al año, pues tenía la provecta edad de 75 años y estaba tullido.
En el año 1624, el colector general del arzobispado y canónigo de la catedral, D. Leandro Segura, va a exigir a la hermandad el pago de 75.000 maravedíes, cantidad que tocaba a la cofradía abonar en base al repartimiento de un subsidio eclesiástico basado en bulas papales. La hermandad se niega a aceptar dicho pago, basándose en que no estaba sometida a esta obligación por en los privilegios adquiridos al ser su fundación real y no pedir limosnas. La corporación, como se ha dicho, se sustentaba sólo por las cuotas de los hermanos y por los mayordomos, que hacían gracia de dar donativos para el culto a la Virgen; también alegaba, que los hermanos daban sus aportaciones para casar huérfanas y que la corporación carecía de bienes, pues tan sólo era administradora de memorias y mandas que los franciscanos repartían entre las distintas cofradías del convento, ya que los frailes franciscanos, por su instituto, no podían administrar bienes y sólo podían sustentarse de limosnas.
En el proceso llaman a varios testigos, algunos de edad avanzada, que van confirmando las alegaciones realizadas por la cofradía. No sabemos con qué solución finalizaría el conflicto, sí pagaría el subsidio reclamado o el arzobispado desistiría de exigírselo, dados tan eminentes antecedentes y la influencia del alto estatus de sus hermanos.
Nos tenemos que remontar a 44 años después, a 1668, y también, a 1714, para contar con otras noticias sobre esta hermandad, que también nos da idea de las importantes mandas que se le hacían. Se trata de una memoria perpetua de nueve misas cantadas con diácono y subdiácono, para celebrar en la capilla de la Inmaculada Concepción en las correspondientes nueve festividades anuales de la Virgen. La memoria de misas la había instituido Juan López Bravo, mediante testamento de 29 de julio de 1668, habiendo dejado a la hermandad 2.000 reales de vellón, para que se impusiese a censo, y así, con los réditos de dichos censos, sufragar los gastos de la memoria por las almas de sus padres, suya y de sus sucesores, y el resto lo gastase la hermandad en sus cosas de más necesidad.
También, López Bravo había sido mayordomo de la hermandad, y ésta le debía los 2.000 reales que él le cede para las memorias y para que con 500 reales de la cantidad donada se atendiera a las necesidades de la capilla de la Concepción. Como garantía del censo, Juan López Bravo, hipoteca unas casas que poseía en la calle de Abenamar (calle que hay detrás de la heladería de los Italianos").
Pero, llegado en año 1714 se producen desavenencias entre el mayordomo de ese año, Fernando Gómez de Lumbreras, y Pedro Andrés Pacheco, tomador del censo y obligado al pago de los réditos, que se acusan mutuamente de no haber pagado éstos y de que el mayordomo con esta excusa no mandaba decir las misas, con el consiguiente perjuicio de las Benditas Ánimas por las que se fundó la memoria, máxime cuando había unas casas que garantizaban los gastos de la misma.
La hermandad continuaría siendo una de las más importantes del convento y de la ciudad, pero se pierde su pista documental hasta la desamortización del convento y exclaustración de sus frailes en 1835; probablemente la hermandad había decaído durante la ocupación del convento y demolición de su iglesia por las tropas napoleónicas en 1810.
Por un inventario de 1835 de la Comisión de Amortización, que refleja D. José Carlos Rodrigo Herrera, historiador de arte, en su trabajo: "El convento de San Francisco Casa Grande y su Patrimonio Inmueble", sabemos de la relación de imágenes del convento de San Francisco cuando se desamortizó en dicho año.
En tal inventario viene la imagen de Ntra. Sra. de la Concepción en su capilla y que dicha imagen pasó a ser propiedad privada, concretamente, de "(...) don Mariano Cano de orden del Señor Gobernador Eclesiástico". Ante ésto, poco podría hacer la antigua hermandad, muy decaída, probablemente, o casi desaparecida.
En estas circunstancias de la Exclaustración, la imagen de San Roque pasaría a la iglesia parroquial de San Matías, a cuya jurisdicción pertenecía el convento; al mismo lugar pasó la imagen del Resucitado, titular de una antigua hermandad de hortelanos. La imagen de San Roque, ahora sabemos, que sigue permaneciendo en la iglesia de San Matías, y la de San José, al que daba culto la hermandad, pasaría, junto con otras obras de arte, al convento de franciscanas del Santo Ángel Custodio y allí se conserva.
Sabemos que, como era común en gran parte de las cofradías, contaba con la persona de un muñidor con su vestimenta especial, que era el que convocaba a la hermandad a los cabildos, entierros y otras reuniones. En 1624, el muñidor era Alonso de Prados, cuyo oficio lo ejercía desde mucho tiempo antes, y al que la hermandad le asignaba la cantidad vitalicia de 150 reales al año, pues tenía la provecta edad de 75 años y estaba tullido.
En el año 1624, el colector general del arzobispado y canónigo de la catedral, D. Leandro Segura, va a exigir a la hermandad el pago de 75.000 maravedíes, cantidad que tocaba a la cofradía abonar en base al repartimiento de un subsidio eclesiástico basado en bulas papales. La hermandad se niega a aceptar dicho pago, basándose en que no estaba sometida a esta obligación por en los privilegios adquiridos al ser su fundación real y no pedir limosnas. La corporación, como se ha dicho, se sustentaba sólo por las cuotas de los hermanos y por los mayordomos, que hacían gracia de dar donativos para el culto a la Virgen; también alegaba, que los hermanos daban sus aportaciones para casar huérfanas y que la corporación carecía de bienes, pues tan sólo era administradora de memorias y mandas que los franciscanos repartían entre las distintas cofradías del convento, ya que los frailes franciscanos, por su instituto, no podían administrar bienes y sólo podían sustentarse de limosnas.
En el proceso llaman a varios testigos, algunos de edad avanzada, que van confirmando las alegaciones realizadas por la cofradía. No sabemos con qué solución finalizaría el conflicto, sí pagaría el subsidio reclamado o el arzobispado desistiría de exigírselo, dados tan eminentes antecedentes y la influencia del alto estatus de sus hermanos.
Nos tenemos que remontar a 44 años después, a 1668, y también, a 1714, para contar con otras noticias sobre esta hermandad, que también nos da idea de las importantes mandas que se le hacían. Se trata de una memoria perpetua de nueve misas cantadas con diácono y subdiácono, para celebrar en la capilla de la Inmaculada Concepción en las correspondientes nueve festividades anuales de la Virgen. La memoria de misas la había instituido Juan López Bravo, mediante testamento de 29 de julio de 1668, habiendo dejado a la hermandad 2.000 reales de vellón, para que se impusiese a censo, y así, con los réditos de dichos censos, sufragar los gastos de la memoria por las almas de sus padres, suya y de sus sucesores, y el resto lo gastase la hermandad en sus cosas de más necesidad.
También, López Bravo había sido mayordomo de la hermandad, y ésta le debía los 2.000 reales que él le cede para las memorias y para que con 500 reales de la cantidad donada se atendiera a las necesidades de la capilla de la Concepción. Como garantía del censo, Juan López Bravo, hipoteca unas casas que poseía en la calle de Abenamar (calle que hay detrás de la heladería de los Italianos").
Pero, llegado en año 1714 se producen desavenencias entre el mayordomo de ese año, Fernando Gómez de Lumbreras, y Pedro Andrés Pacheco, tomador del censo y obligado al pago de los réditos, que se acusan mutuamente de no haber pagado éstos y de que el mayordomo con esta excusa no mandaba decir las misas, con el consiguiente perjuicio de las Benditas Ánimas por las que se fundó la memoria, máxime cuando había unas casas que garantizaban los gastos de la misma.
La hermandad continuaría siendo una de las más importantes del convento y de la ciudad, pero se pierde su pista documental hasta la desamortización del convento y exclaustración de sus frailes en 1835; probablemente la hermandad había decaído durante la ocupación del convento y demolición de su iglesia por las tropas napoleónicas en 1810.
Por un inventario de 1835 de la Comisión de Amortización, que refleja D. José Carlos Rodrigo Herrera, historiador de arte, en su trabajo: "El convento de San Francisco Casa Grande y su Patrimonio Inmueble", sabemos de la relación de imágenes del convento de San Francisco cuando se desamortizó en dicho año.
En tal inventario viene la imagen de Ntra. Sra. de la Concepción en su capilla y que dicha imagen pasó a ser propiedad privada, concretamente, de "(...) don Mariano Cano de orden del Señor Gobernador Eclesiástico". Ante ésto, poco podría hacer la antigua hermandad, muy decaída, probablemente, o casi desaparecida.
En estas circunstancias de la Exclaustración, la imagen de San Roque pasaría a la iglesia parroquial de San Matías, a cuya jurisdicción pertenecía el convento; al mismo lugar pasó la imagen del Resucitado, titular de una antigua hermandad de hortelanos. La imagen de San Roque, ahora sabemos, que sigue permaneciendo en la iglesia de San Matías, y la de San José, al que daba culto la hermandad, pasaría, junto con otras obras de arte, al convento de franciscanas del Santo Ángel Custodio y allí se conserva.
La imagen de la Inmaculada, que ponemos en la cabecera, no es la de la hermandad de la que tratamos, sino una de las dos que se conservan en la iglesia albaicinera de San José, la más antigua de ellas, atribuida a Alonso de Mena, y que nos hemos permitido la licencia de mostrar en este artículo ante la carencia de la que fuera titular de esta hermandad, cuyo paradero se desconoce al pasar a propiedad privada en 1835.
A partir de la exclaustración, no se tienen noticias de aquella hermandad tan preclara. Esperemos que la investigación nos vaya dando otras pistas sobre la misma, que aclaren las muchas hipótesis que se tienen sobre ella.
Otras importantes hermandades de la Inmaculada existieron en nuestra ciudad, muy devota defensora del Misterio, como la del monasterio de la Concepción, la de Santa Ana, la de San Cristóbal, la de San Gil, la de Santa María Magdalena, la de San Nicolás...etc. y así cerca de quince cofradías de la Inmaculada que hubo en Granada, cuya historia y noticias procuraremos participarlas a los lectores del blog.
Otras importantes hermandades de la Inmaculada existieron en nuestra ciudad, muy devota defensora del Misterio, como la del monasterio de la Concepción, la de Santa Ana, la de San Cristóbal, la de San Gil, la de Santa María Magdalena, la de San Nicolás...etc. y así cerca de quince cofradías de la Inmaculada que hubo en Granada, cuya historia y noticias procuraremos participarlas a los lectores del blog.
----------------
FUENTES:
GALLEGO Y BURÍN, ANTONIO, Guía de Granada. Fundación Rodríguez Acosta. Madrid 1961.
MÜNZER, Jerónimo, Viaje por España y Portugal, años 1494 y 1945.
ARCHIVO HISTÓRICO DEL ARZOBISPADO DE GRANADA. Leg. 312 F.
DICHO ARCHIVO,legajo 34 F, pieza 21.
ENRÍQUEZ DE JORQUERA. Francisco, Anales de Granada.
RODRIGO HERRERA, José Carlos, Trabajo citado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario