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domingo, 7 de julio de 2019

HERMANDAD DE NUESTRA SEÑORA DE LA GUÍA Y CONVERSIÓN DEL SEÑOR SAN PABLO (Ciegos de Granada)




Virgen de la Guía de la Catedral de Granada, que contó con otra antigua hermandad,  distinta a la que aquí se trata


LA HERMANDAD DE NUESTRA SEÑORA DE LA GUÍA Y CONVERSIÓN DEL SEÑOR SAN PABLO (Ciegos de Granada)

Antonio Padial Bailón


Se trata de una antigua hermandad granadina que hunde sus raíces en las primeras décadas después de la conquista de la ciudad a los musulmanes. La hermandad fue fundada en el Convento de San Francisco "Casa Grande" en el siglo XVI, según declara el fiscal de testamentos y obras pías del Arzobispado de Granada en un pleito fechado en 1713, probablemente en la década de los años treinta de aquel siglo, aunque sus reglas serían aprobadas en 1549.

Quizá la fundación tuviera un origen parecido al de la hermandad de los ciegos de Málaga erigida, según la tradición, a mediados del siglo XVI por monjes franciscanos ciegos del convento de San Luis el Real de dicha ciudad. Y fue que, para evangelizar a las mujeres musulmanas se exigió que los sacerdotes o frailes tuvieran que ser ciegos a fin de que dichos varones no pudieran contemplar a las mujeres que adoctrinaban o que guiaban a la fe católica. Puede que, si el origen de la hermandad de Málaga fue el que dice la tradición, dichos frailes malagueños copiaran del convento franciscano de Granada o viceversa.

Tanto el primer título de la hermandad, Ntra. Sra. de la Guía, como el segundo de la "Conversión de San Pablo", aludían al simbolismo de la fe para acercar a los que, andando "ciegos" en la visión del alma, ven la luz del Evangelio, como le ocurrió a San Pablo cuando iba camino de Damasco para perseguir a los cristianos (un resplandor del cielo lo tira del caballo, dejándolo ciego, y Ananías le devuelve la vista al imponerle las manos en nombre de Cristo). Y la Virgen es el camino y la Guía que conduce hacia esa conversión.

En Granada hubo dos hermandades de Ntra. Sra. de la Guía: una de ellas en la Catedral, con imagen que aún se venera en este templo metropolitano, situada en la capilla del Cristo de la Penas, la segunda de su girola, que dio culto a esa imagen del arte alemán, probablemente de las que encargara la Reina Isabel la Católica,  para surtir de imágenes las mezquitas cristianizadas. En 1640 con motivo de las procesiones de desagravio a la Virgen por el libelo difamatorio contra su pureza inmaculada, la hermandad de la Guía de la Catedral, acudió por primera vez en procesión hasta el Triunfo, con más de cinco mil hachas de cera, la caballería y toda la nobleza de Granada, según Henríquez de Jorquera. La otra hermandad fue ésta que aquí tratamos titular de los ciegos de la ciudad. 

Por ahora, muy pocos datos se tienen de esta última hermandad granadina, especialmente de los siglos XVI y XVII. De este último, sólo la existencia de una visita pastoral a la hermandad en 1644, realizada el día siete de enero de ese año, siendo arzobispo de Granada D. Martín Carrillo de Alderete. En dichas visitas de examinaban los libros de cabildos y cuentas la cofradía, el estado de su patrimonio y la rendición de cuentas de sus mayordomos. Concretamente, en la visita referida se examinó la gestión del mayordomo de 1643, Luis Carrasco, que resultó debiendo a la hermandad 242 reales de vellón, que tuvo que abonar al mayordomo sucesor, Antonio de Zambrano (1).

También se deduce de dicha visita pastoral que las elecciones anuales (plazo de los mandatos en la generalidad de las hermandades) se celebraban en septiembre, pues el día 21 de ese mes cesó el mandato del mayordomo de 1642-1643, para ser sustituido por el referido Antonio de Zambrano. También en esa fecha el patrimonio de la hermandad consistía en doce censos que le reportaban unos 900 reales y recaudó ese año de limosnas otros 1.275 reales.

Como hemos referido, la fundación de la hermandad se realizó en el siglo XVI en el Convento de San Francisco, pero la visita pastoral citada fue a las hermandades residentes en el término parroquial de San Ildefonso, refiriéndose en dicha visita que la hermandad de Ntra. Sra. de la Guía y Conversión de San Pablo "se sirve en el Convento de Ntra. Sra. de las Mercedes" de mercedarios calzados.


Convento de la Merced junto a San Ildefonso, segunda sede de la hermandad

No sabemos la fecha en la que la hermandad cambió de sede, aunque ya estaba en el convento de la Merced antes de 1643, recibiendo en este convento la capilla primera de la derecha según se entraba en la iglesia de dicho convento, la que se situaba debajo de la torre del templo, y junto a ella, la de Ntra. Sra. de la Asunción o del Tránsito, hermandad de esta advocación que también estaba establecida en el convento de la Merced.

Traslado de sede al Convento de la Victoria

Ya no se tiene noticias de la hermandad de la Guía hasta 1707 o 1708 en que se produce un traslado de la cofradía al convento de Ntra. Sra. de la Victoria, de mínimos de franciscanos de San Francisco de Paula, que estaba situado en la Cuesta de la Victoria,  que parte del Paseo de los Tristes hasta la calle de San Juan de los Reyes, junto a la muralla que bajaba antiguamente del Albaicín por la Cuesta del Chapiz. Allí, los mínimos le ofrecieron la primera capilla de la derecha, entrando a la iglesia, seguramente la que ocupaba la hermandad de la Asunción de Nuestra Señora.

Dichas noticias se refieren en un pleito y de una visita que se inicia en 1711 con la intervención del Fiscal de Testamentos y Obras Pías del arzobispado, D, Juan Gómez de Escobar, en el que nos informa, entre otras cosas, de dicho traslado al convento de la Victoria, como nueva sede de la hermandad, donde por disposición de la autoridad eclesiástica se ordena que se agregue a la Hermandad de la Asunción de Nuestra Señora de dicho convento que se encontraba en precaria situación y contaba con menos hermanos que la hermandad de Ntra. Sra. de la Guía.

Como consecuencia de la aludida visita, por auto de 15 de marzo de 1711 se ordena que no haya más que un libro de cuentas y otro de cabildos para ambas hermandades, donde se anoten todos los hermanos indistintamente con asistencia del notario y todos lo hagan con el nombre de Ntra. Sra. de la Guía, ni tengan ambas hermandades mayordomos separados, sino unos únicos mayordomos. Era una apuesta clara por la absorción de la Hermandad de la Asunción, formando una sola, por estar esta última casi perdida.

Seguramente, la experiencia no muy positiva del funcionamiento de la fusión de las dos hermandades, puesta de manifiesto durante los años anteriores, sería la que llevó a tratar de poner orden en la hermandad con estas normas, determinándose que se tomaran las cuentas a los mayordomos de los diez años anteriores y que se cobraran con diligencias judiciales por los mayordomos de dicho año 1711 las cuotas de entrada y corrientes de los hermanos no cobradas y las limosnas, realizando estas diligencias de seis en seis meses hasta que la hermandad quedase reintegradas de las deudas.


Convento de Ntra. Sra. de la Victoria, señalado con el nº 9 en la Plataforma de Ambrosio de Vico, hacia 1630. Lo señalado como carrera del Darro es el hoy Paseo de los Tristes

También se trató de poner en orden algunas irregularidades, tales como, que se anotaran los nombres de los hermanos asistentes a los cabildos y no sólo anotar que estaba presente la mayor parte de la hermandad o que los conflictos y asuntos económico se dedujeran ante tribunal eclesiástico y no ante la Justicia Real o que los mayordomos no realizaran préstamos con el caudal de la hermandad procedente de limosnas o venta de bienes (2)

La hermandad presentaba cierta singularidad y era la práctica de préstamos a los hermanos, no sabemos si incluso a otros particulares, mediante la dación en prenda por parte del solicitante del préstamo de joyas y otros efectos en compensación o garantía de la cantidad prestada. Era como el mantenimiento de un pequeño "monte de piedad", que alguna otra hermandad, como la de Santa Rita, lo tenía como uno de sus fines principales, y que derivó en este último caso en entidad de crédito (Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Granada). Esta actividad prestamista fue limitada o casi suprimida por la autoridad eclesiástica en esta Hermandad de Ntra. Sra. de la Guía y Asunción,


Finalmente, se mandó hacer, si fuere necesario, un inventario de los bienes de la hermandad en el que se indicara cuales procedían de la de Guía y cuales venían de la Hermandad de la Asunción, aunque todo reflejado en un único libro. Esto ocurría durante el mandato del hermano mayor Bernabé Berruezo, siendo mayordomo el ciego Francisco Díaz, que reunieron la hermandad en cabildo al día siguiente para dar cuenta del auto.


Pero otro conflicto se produce en el año 1713 cuando los directivos de la hermandad piden licencia para vender dos coronas de plata y utilizar también 300 reales que tiene en el arca la hermandad y un censo de 80 reales que había redimido Luis Pedro de Mora; todo ello, para realizar con su producto un estandarte con vara y cañón de plata. El fiscal del arzobispado informa que se debe de denegar la utilización de producto del censo redimido para dicho fin, y al igual que habían estado hasta ese momento sin estandarte que siguieran sin él.


Convento de la Victoria tercera sede de la hermandad, donde se fusionó con la de Asunción. Foto subida por Fran Feve.

Al denegar la petición el asunto se complica al acusar el hermano mayor de ese año Bernabé Berruezo al del año anterior, Luis de Espinosa, que era ciego, y al mayordomo de haber malbaratado el dinero del censo redimido y de haber pedido Espinosa un préstamo a la hermandad, empañando para ello unos zarcillos de oro, que con esta finalidad habían entrado en el arca de la cofradía, y que cumplido su mandato el cabildo le perdonó los 100 reales del préstamo, por el buen trabajo que había realizado en la hermandad, en el seguimiento de sus pleitos y en atención a que era pobre y privado de la vista, devolviéndole a Espinosa, acto seguido, los zarcillos de oro empeñados.

Bernabé de Berruezo, hermano mayor de ese año 1713, acusaba de ese acto de condonación de la deuda al cabildo y a Luis de Espinosa, alegando que el haber trabajado en su cargo para la hermandad era su obligación y no debía de habérsele compensado por ello el débito del préstamo. De todas formas los zarcillos estaban otra vez en poder de la hermandad, pues Berruezo se había valido de la argucia de pedírselos a la esposa de Luis Espinosa para la fiesta de San Félix de Cantalício, que había sido canonizado en 1712, y luego se negó a devolvérselos hasta que no pagara los 100 reales del préstamo.

Ante dicho despojo de los zarcillos, Espinosa acudió al Alcalde de Corte a pesar de haber prohibido la autoridad eclesiástica dirimir esos asuntos de la hermandad ante la Justicia Real, denunciando este hecho el hermano mayor Berruezo y reafirmándose en la no devolución de los zarcillos.


El pleito se resolvió por auto de 4 de agosto de 1713 a favor de Luis de Espinosa, determinando el Juez del Juzgado de Testamentos y Obras Pías que se le devolvieran los zarcillos a Luis de Espinosa, sin que sirviera de precedente, el dar a los directivos satisfacción o recompensa por el trabajo realizado en la hermandad durante su mandato.

Por lo visto, el tal Bernabé Berruezo era una persona de fuerte y conflictivo carácter, que ejercía con sus partidarios un férreo dominio sobre los cabildos, no dejando libremente votar a algunos de los hermanos que mantenían posturas contrarias a sus deseos, provocando ciertos altercados con voces y alborotos, según afirmaban los opuestos a su forma de dirigir la hermandad.  También se dio el caso de querer dirimir sus conflictos retando con su espada a sus oponentes, tratando de obligar a luchar al hermano Juan de la Rosa, ofreciéndole una espada para ello; como lo hizo en el Peso de la Harina, cerca del convento de la Victoria, con el hermano mayor de 1712.

También, afirmaban que había sido expulsado de la cofradía de penitencia de la Sangre de Jesucristo, cuando la hermandad residía en el Convento de la Merced.

Ntra. Sra. de la Guía en el Convento de la Victoria en 1816

Pero continuaron las diligencias contra Berruezo a finales del mes de agosto de aquel año, pidiéndole el Juez Juan Gómez de Escobar, que declarara qué fiesta tenía prevenida celebrar el día de la Natividad de Nuestra Señora, que se desarrollaba el día 8 de septiembre; qué gastos pensaba realizar y el destino de los mismos y cuándo terminaba su mayordomía.

La hermandad celebró el cabildo de elecciones dicho día de la Natividad de Nuestra Señora, resultando elegidos Bernabé Berruezo, como hermano mayor y Sebastián Cortés, como mayordomo. Dicha elección no fue admitida por el grupo de Luis de Espinosa aduciendo que se había excluido a los ciegos de los puestos de gobierno y mayordomías que les correspondían por reglas y costumbre, pues solo se había nombrado a un ciego de oficial. Esta ausencia de hermanos ciegos en la junta directiva vino a ahondar en los agravios que meses antes habían producido los enfrentamientos que hemos expresado. Lo cierto es, que esta parte de la hermandad optó, con el consentimiento de los mercedarios calzados, por volver al convento de Ntra. Sra. de las Mercedes en octubre de ese año de 1713, donde la cofradía había residido "desde tiempo inmemorial", cediéndoles los frailes la capilla donde siempre estuvo la hermandad, en la que se celebró un cabildo de elecciones el día 29 de dicho mes y año, presidido por el Padre Comendador, Juan de Cassas (mercedario). Cabildo que presentó varias irregularidades, entre ellas, no estar presente el secretario de la hermandad, Francisco Munuera por no haberlo encontrado.

De ese cabildo, celebrado en la antigua capilla de Ntra. Sra. de la Guía en dicho convento (la que estaba debajo de la torre), salieron elegidos Francisco de Alba, como hermano mayor, y Luis de Espinosa, como mayordomo. En el documento vienen los demás componentes de la junta de gobierno u oficiales de la hermandad, que contaba con tres alcaldes: Sebastián de Balderrama, vidente, Francisco Díaz y Francisco Hidalgo, que eran ciegos; dos padres de almas: Pedro Alarcón y Alonso Garrido, ambos videntes; dos veedores de bienes: Miguel del Castillo y Cecilio Fernández; cuatro diputados: Torcuato de Espigares, Leonardo Martínez de Buenrostro y Joseph de Aragón, ciegos, y Juan de Godoy, vidente. Como fiscal, Diego de Montes.

Los libros, alhajas, documentos y demás efectos de la hermandad habían quedado en el convento de la Victoria en poder de Bernabé Berruezo y Sebastián Cortés, que les fueron reclamados. No sabemos sí también la imagen de Ntra. Sra. de la Guía, aunque es extraño que no aparezca en la reclamación, por lo que se podía pensar que pudieron habérsela llevado consigo al convento de la Merced. A la Merced vuelven como Hermandad de Ntra. Sra. de la Guía y Conversión de San Pablo, y denominan a Berruezo como mayordomo de la Asunción de Nuestra Señora, intentando quebrar con ello la fusión de ambas hermandades. 

Contra esta decisión de traslado se querelló el Fiscal General de Testamentos, Jerónimo Navarro, para la que no había dado licencia; que con ese acto y cabildo se habían apropiado de la hermandad, participando en él personas, que, incluso, no eran hermanos, convocando un cabildo para el que no tenían facultad. El fiscal pidió para Luis de Espinosa y sus partidarios, que se les prendiera como reos, se embargasen sus bienes y se les expulsara de la hermandad.   

El juez de Testamentos y Obras Pías, D. Juan Gómez de Escobar, dictó auto el 15 de noviembre de 1713, por el que declaraba nulo el cabildo celebrado por los disidentes en el convento de la Merced y la elección de cargos realizada en él: les conmina a que no pidan limosnas con el título de oficiales y que todos los hermanos que participaron en el cabildo celebrado en la iglesia del convento de la Merced sirvan a la hermandad en el convento de la Victoria, donde tiene su sede canónica y cumplan la regla sin introducir innovaciones. 


Grabado de la otra imagen de Ntra. Sra. de la Guía, la de la Catedral en siglo XIX. Casa de los Tiros

También la Hermandad de la Sangre de Jesucristo, según el testigo Pedro de Morales, estaba tratando de regresar al convento de la Merced donde fue fundada en el siglo XVI y que recientemente se había trasladado al de la Victoria. Puede que los frailes mercedarios le hubieren pedido, asimismo, que regresara a la Merced.  

Ni la Hermandad de la Sangre ni la de Ntra. Sra. de la Guía, ésta después del auto del Juez de Testamentos que lo prohíbe, vuelven al convento de Ntra. Sra. de las Mercedes, quedando en el de la Victoria, hasta la supresión y desamortización de éste último convento en 1835.

Durante el resto del siglo XVIII la hermandad celebraba cinco fiestas al año: el 25 de enero, fiesta litúrgica de la Conversión de San Pablo; día de la Asunción, 15 de agosto; el día de la Natividad de la Virgen, 8 de septiembre; el 1 de noviembre, día de Todos los Santos y el día de Santa Ana, como fiesta particular. Asimismo, con hermandad de entierros y sufragios pagaba 33 misas a los hermanos difuntos procedentes de la de Guía y 16 a los que procedían de la Hermandad de la Asunción.

La Hermandad de la Guía con muchos hermanos, como hemos dicho, también tenía propiedades urbanas y rústicas, probablemente debido a diversos legados de sus hermanos y devotos. Tenía, entre otros, un cortijo en el Pago de Andarax, en la alquería del Fargue; diferentes fincas en Gabia la Chica; casas en la Tinajerías, Triunfo; tres en la Cuesta de la Alhacaba; casa en la calle de las Vacas, feligresía de San Juan de los Reyes, esta procedía de la Hermandad de la Asunción, su agregada, y alguna otra más.

La Virgen de la Guía, que parece que era de talla, según los grabados, se la sobrevestía, pues en el inventario aparecen prendas de vestir, como una saya verde de lienzo, una basquiña de tafetán celeste y una armilla de raso encarnado, también al Niño Jesús que llevaba en el brazo izquierdo se le vestía y un cetro en la mano derecha de la Virgen. Otras alhajas de oro y plata guardaba la hermandad en un cajón dentro del arca, procedentes de distintos empeños por préstamos.

Tenemos noticias puntuales de la Hermandad durante el resto del siglo XVIII, como el impago sobre los años 1778 y 1779 de un censo sobre media tienda en la Alcaicería propiedad de la parroquia de San Gil, que su mayordomo de fábrica mayor lo da por incobrable, lo que da idea de que la economía de la cofradía no se hallaba en buen momento. Por no reconocer los réditos impagados de un censo sobre una casa en la Caba sobre un puentecillo del río Darro fue demandada en 1790, perdiendo el pleito incoado (3). Estos débitos los siguió manteniendo hasta después de 1820, por lo que la hermandad se mantuvo, al menos, hasta la exclaustración y cierre del convento de frailes mínimos de Ntra. Sra. de la Victoria en 1835, en que la hermandad se disolvería.

Asimismo, en 1809, la hermandad celebraba su función anual con jubileo en el mes de octubre en su capilla del convento de la Victoria, pues así lo anunciaba el "Diario de Granada" de 21 de ese mes y año. La predicó Fray Antón de Almohalla, lector del convento (4).

También hay una noticia de que en 1769 hubo en la iglesia albaicinera de San José un altar o capilla de Ntra. Sra. de la Guía. No sabemos si es que por esos años la hermandad pudo estar en la iglesia de San José o es que hubo una imagen de esta advocación en ella (5).

No sabemos adónde se llevó la imagen de Ntra. Sra. de la Guía tras el cierre de convento de Ntra. Sra. de la Victoria; puede que como otras tantas obras de arte y devoción de los conventos suprimidos se llevaran al museo creado en el convento de Santa Cruz la Real y después se enviara a alguna parroquia de la provincia o se vendiera o cediera a particulares, como ocurrió en algunas ocasiones. Lo cierto es que una hermandad y devoción granadina, iniciada años después de la reconquista de la ciudad, desapareció y se esfumó, sin dejar rastro alguno. Esperemos que investigaciones futuras nos aclaren estas incógnitas.

No obstante, la devoción a Nuestra Señora de la Guía a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX se materializó en una asociación de señoras que visitaba a la Virgen de la Guía de la Catedral todos los días 28 de cada mes.




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1. Archivo Histórico Diocesano de Granada (en adelante AHDGr), legajo 122 f (a) pieza 2.

2. AHDGr, legajo 29 f, pieza 37.

3 AHDGr, legajo 402 f, pieza 2.

4. Diario de Granada de 21 de octubre de 1809.

5. AHDGr, legajo 90 r, 5, pieza 22.






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