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martes, 24 de septiembre de 2013

ANTIGUA Y VENERABLE HERMANDAD DE NUESTRA SEÑORA DE LA AURORA






Antonio Padial Bailón

La Virgen de la Aurora ha sido y lo sigue siendo, aunque hoy con el carácter de advocación Dolorosa, una de la devociones marianas más señeras del barrio granadino del Albaicín. Barrio extenso, único y a la vez diverso; uno de los lugares que hicieron a Granada eterna y universal; cimiento histórico de su antigüedad, sembrado hace tres mil años con la simiente ibérica de la ciudad de Eliberri o Iliberis en su aporte romano y epicentro primero y posterior refugio del alma musulmana-granadina.  

Barrio uno y diverso, decimos, porque sus paisajes urbanos, sus olores y sonidos son distintos en cada uno de sus diferentes ámbitos. Y la Aurora nació en uno de ellos, en aquel llamado de la Calderería, que retoma en la actualidad aquella entraña musulmana a la que nos referimos, en donde proliferan hoy, ya no los caldereros, pero sí una de las mezquitas, los sonidos de las cítaras, el rebab, los laudes y los olores de las teterías con sus efluvios del te y de la yerbabuena.  

Allí, en la Calderería albaicinera, nació la Hermandad de Ntra. Sra. de la Aurora, Virgen que nos vino anunciando el Sol del Verbo en aquellos contornos islámicos, donde las empinadas callejas se hacen remanso en la placeta de San Gregorio Bético, en cuya iglesia fabricó su nido hacia 1698, autorizándola el arzobispo Martín de Ascargorta.


PLACETA DE S.GREGORIO BÉTICO EN LA CALDERERÍA

Esta pequeña iglesia se alzó en el lugar en el que los Reyes Católicos mandaron construir una ermita dedicada San Gregorio Bético, obispo de Iliberis (Granada) en el siglo IV. La ermita se alzaba en este lugar de la Calderería donde, según la tradición, se enterraban los cristianos granadinos en tiempos islámicos. En el subsuelo existían también unas mazmorras donde se enterraban los mártires cristianos de la persecución islámica, entre ellos San Juan y San Pedro, de la Orden de Menores, que fueron arrastrados desde la Alhambra hasta este lugar, atados a las colas de los caballos por predicar el Evangelio.

En este lugar de tan rancia raíz cristiana asentaron, en 1686, su convento los Clérigos Menores de San Francisco Caracciolo, que reformaron y ampliaron la primitiva ermita con el templo actual en 1695, es decir, unos años antes de que se  fundase en él la Hermandad de Ntra. Sra. de la Aurora, que lo haría hacia 1698.

La Hermandad y su imagen

Es lo más probable, que de forma inmediata, la hermandad mandara realizar la imagen de su devoción a los escultores de la casa de los Mora. Hay cierta discrepancia en la atribución de su autoría, si a José o a Diego de Mora, aunque la opinión mayoritaria se inclina por este último, por presentar la imagen ciertas similitudes con la Inmaculada de la iglesia de San José, que fue titular de la hermandad de zapateros (de la que hemos tratado en este blog en la entrada inmediata anterior a esta).


Inmaculada de Diego de Mora. Titular de la Hermandad de San Crispín y San Crispiniano (Zapateros). Hoy en la iglesia de San José

La imagen de Ntra. Sra. de la Aurora fue bendecida en entronizada en 1698, concretamente el día 8 de mayo de ese año. Era costumbre en aquella época depositar la imagen recién labrada en un templo, donde se bendecía y, tras este acto, efectuar su traslado a su templo y sede eclesiástica. En este caso, la imagen fue depositada y bendecida en el cercano, entonces, convento de clarisas del Santo  Ángel Custodio, que se levantaba en la calle de la Cárcel Baja, en el solar donde se construyó en el siglo pasado el Banco de España. 

Aquel día partió la procesión del Santo Ángel, una vez bendecida la Virgen, para ser trasladada a San Gregorio Bético, aunque antes fue presentada a toda la ciudad de Granada, procesionándola hasta la Catedral y la Plaza de Bibrambla, centro neurálgico de la ciudad, para seguir hasta la Calle de la Carretería, hoy San Juan de Dios, y visitar el hospital de este santo de los pobres. Desde allí, al Campo del Triunfo, donde haría estación ante la Inmaculada de Alonso de Mena, sobre la columna de su triunfo allí situado. Su paso por la Puerta de Elvira la llevó por la calle de este nombre hasta la Calderería, para depositarla en la iglesia de San Gregorio, donde le iba a dar culto su hermandad. Llevaba el estandarte D. Manuel de Cañaveral, Marqués de Benalúa, flanqueado por el Marqués de Campotéjar y el de los Trujillos, también Duque de Gor, de la Casa de los Fernández de Bobadilla (1).  
He podido conseguir una imagen de la Aurora, pero con escasos pixleles

La imagen presenta la iconografía más genuina  de la advocación, modelo, seguramente, creado por la gubia de los Mora a finales del XVII y extendido por algunos pueblos de la provincia y las limítrofes, especialmente la de Córdoba en bastantes de sus pueblos de la subbética. Es decir, es imagen de talla completa, presentando una actitud sedente sobre una peana de nubes con querubines o angelotes con media luna a los pies. La cabeza coronada lleva la melena recogida en la nuca con los rizos de la misma expandiéndose sobre sus hombros, muy característica de las imágenes de Diego de Mora y parecida a la Inmaculada de la iglesia de San Gil, hoy en San José, que fue titular de la hermandad de zapateros. En la mano derecha porta la banderola con el anagrama de María y en la izquierda el cetro; el manto cae por la espalda, despejando la parte izquierda de la imagen y se enrolla en la cintura y cae por el hombro izquierdo para rodear el brazo donde porta el cetro.     


NTRA. SRA. DE LA AURORA DE GRANADA. Archivo de Casa de los Tiros

 La imagen granadina objeto de este trabajo no la conozco, por estar hoy dentro de la clausura del convento de la Piedad, de lo que más adelante trataremos. Pero nos podemos dar una idea muy exacta de la talla contemplando la litografía que se conserva de ella en el Mueso de la Casa de los Tiros y, también, por un cuadro realizado de la talla original, que se conserva en el monasterio albaicinero de la Concepción, que ha continuación ponemos y que ha abierto este artículo (2). Litografía y pintura presentan una concordancia muy exacta con el original de la talla.



Cuadro de la Aurora, hoy en el monasterio de la Concepción que representa exactamente a la talla original
En esos años de finales del XVII y durante el XVIII van a proliferar las hermandades marianas de carácter rosariano de las que esta de San Gregorio Bético llegó a considerarse matriz de muchas de ellas, proyectando su influencia a muchas de las hermandades de la Aurora de la provincia. 

Es posible que las dificultades y falta de independencia que suponía para las hermandades de Ntra. Sra. del Rosario, el que tuvieran que depender para su fundación de la aprobación de la Orden de Predicadores, que pretendía tener jurisdicción por concesión de bulas papales sobre la erección y régimen de las hermandades de Ntra. Sra. del Rosario, determinara a muchas de dichas hermandades rosarianas a evolucionar hacia la forma y advocación de Ntra. Sra. de la Aurora, para obviar la citada dependencia. Ello provocó algunos conflictos, como el suscitado en abril de 1699 entre la Hermandad de Ntra. Sra. del Rosario de la iglesia granadina de San Ildefonso, de maestros y oficiales de tejer lienzos, y la Archicofradía de Ntra. Sra. del Rosario del convento dominico de Santa Cruz la Real (Santo Domingo). Otro caso similar lo tenemos con la Hermandad del Rosario de Ntra. Sra. de Gracia erigida en el mismo convento dominico, suscitado muy tempranamente, en 1578, entre esta hermandad y la Archicofradía (3).   


AURORA DE GABIA

Aunque muchas hermandades tenían instituido la realización del ejercicio del Santo Rosario, algunas de ellas empiezan a practicarlo como actividad procesional pública, instituyéndolo esta Hermandad de la Aurora de Granada en sus reglas fundacionales, que hoy conocemos gracias a que se conservan las de su filial del cercano pueblo de Gabia fechadas en 1709, que prescribía como principal obligación que todos los domingos y festividades del año se juntaran los hermanos al amanecer en la iglesia para salir en forma de procesión con el estandarte con la efigie de Nuestra Señora de la Aurora por la calles de la ciudad, con dos faroles y rezando a coros el Santo Rosario, sin hablar los unos con los otros para no quebrantar el silencio (4).

No obstante ser una hermandad rosariana, la de la Aurora del Albaicín en el siglo XVIII realizaba ciertas prácticas penitenciales públicas en la Semana Santa, acudiendo en procesión a realizar el ejercicio de la Vía Sacra a la ermita del Santo Sepulcro del Sacromonte.

La hermandad granadina, sita en San Gregorio Bético, va a servir de modelo y matriz a otras de la provincia y de las provincias limítrofes. Quizá la primera de ellas la hermandad de la Aurora de Tabernas en 1704 y, tras de ella, la de Gabia Grande en 1709 o la de Lucena en 1717...etc. (5) Algunas, como la de Motril, se habían fundado antes que la granadina, en 1679.

  
Virgen de la Aurora de Ogíjares

Como la mayor parte de las hermandades se regía por un hermano mayor y por un mayordomo, que nombraban a los oficiales, que se reunían en cabildo, teniendo como órgano principal  el cabildo o junta general. Era, asimismo, una hermandad de sufragios y entierro.

La hermandad de la Aurora celebraba cabildo de elecciones en el mes de septiembre, una vez finalizada la función principal. Esta se celebraba el día de la fiesta de la Virgen, 8 de septiembre, reuniéndose cada año en cabildo de elecciones dentro de dicho mes.

En fechas muy cercanas a su fundación obtuvo de Roma una serie de gracias e indulgencias concedidas por el Papa Inocencio XII, pues este Pontífice falleció en el año 1700, de las que a mediados del siglo XIX, circulaban unas impresas en 1802.

En septiembre de 1774 se produce un conflicto en la hermandad por no haber convocado el cabildo de elecciones con arreglo a sus estatutos. El hermano mayor saliente, Juan de Arce, había convocado el cabildo para el domingo 25 de septiembre sin avisar con el muñidor a todos los hermanos. Y se habían incumplido, además, las Reglas por haber nombrado dos mayordomos en lugar de uno, como prescribían aquéllas. Salieron elegidos para 1774-75 Marcos Díaz, como hermano mayor y Pedro Ruiz y Antonio Ximénez como  mayordomos.

Ello fue motivo de que no se le quisieran entregar las cuentas y bienes de la hermandad al mayordomo entrante Pedro Ruiz, lo que provocó una reclamación de este ante el Provisor de la Diócesis, D. Antonio de Vera, contra el mayordomo saliente, Carlos Joseph de Ortuña y Mascaraque, y su negativa a entregar los efectos de la hermandad e incumplir con ello los artículos 2, 3 y 4 de las Reglas. En el pleito solicitó que se convocase otro cabildo con las exigencias legales a las tres de la tarde del siguiente domingo, que nombrese hermano mayor, un mayordomo y secretario en presencia de notario.  

El fiscal del arzobispado informó al Provisor sobre la nulidad del cabildo por no haberse citado a todos los hermanos y no existir "quórum" suficiente, mandando al hermano mayor saliente, Juan de Arce, que convocase nuevamente el cabildo para el día 16 de octubre conla asistencia del notario. 

Sin embargo, no se sabe el motivo, el cabildo se celebró el día 30 de octubre, probablemente para dar tiempo a que los ánimos se sosegaran. En él se eligieron un hermano mayor, un mayordomo y el secretario, como solicitaba Carlos Joseph de Ortuña, que aceptó la elección, eligiéndose como hermano mayor al mismo Marcos Díaz y sólo un mayordomo, Pedro Ruiz, además de un secretario y doce consiliarios. 

Ello no obstante, esta vez la oposición vino por parte del fiscal del arzobispado, que declaraba no haberse celebrado, tampoco, "con arreglo a las constituciones nuebas y biejas de la hermandad de Ntra. Sra. de la Aurora...", si bien pedía al Provisor que sobreseyera el asunto, quedando firme la elección celebrada y que para el año siguiente de 1775 se celebrara de acuerdo con las reglas. Así fue aprobado por el Provisor el día 22 de diciembre de 1774, pero hasta finales de año no se entregaron los bienes a la nueva directiva (6).    

De los anterior se deduce que la hermandad había realizado otra regla o constitución  después de la fundacional de 1698 y antes de 1774.

Quizás en estas segundas reglas prescribía el ejercicio de la Vía Sacra, que la hermandad practicaba en Semana Santa al Sacromonte durante el siglo XVIII y principios del XIX.





Aurora de Alhendín
Con la ocupación napoleónica de la ciudad tuvo que ser escondida la imagen para evitar la rapiña del invasor en un subterraneo y a la salida de la ciudad de las tropas francesas, la hermandad se trasladó a la iglesia de los Hospitalicos, en la calle de Elvira, en 1814. En 1820 volvió a desorganizarse la hermandad, durante el llamado "Trienio Liberal" (1820-1823), para volver a reorganizarse cuando pasó éste y, finalmente, pasar, al menos la imagen y una vez exclaustrados los frailes de San Gregorio Bético, a la parroquia de San José.

 "...ya disuelta y arrojada su imagen tutelar en el fondo de un subterráneo, qual sucedió durante la dominación francesa en 808, ya restablecida en la iglesia Hospital del Corpus Christi en 1814, ya abolida segunda vez en 820, ya reorganizada en años posteriores y ya por último vuelta a disolver, dispersos sus miembros y recogida la efigie de María Santísima en la iglesia parroquial  de San José por la piedad y celo religioso de V.E.I al mismo que se debe el esplendor con que hoy se halla..." (7)

No sabemos, si el paso a la iglesia parroquial de San José se realizó desde el Hospital del Corpus Christi (Hospitalicos), en el que parece que estuvo hasta 1820, año en el que volvió a desorganizarse la hermandad, o volvió a San Gregorio Bético pasado el Trienio Liberal, donde permaneciera hasta la exclaustración de los Clérigos Menores y supresión de su convento en 1835-36, pasando, al menos la imagen, a la Iglesia de San José por mandato del arzobispo, donde el párroco mando colocarla en una capilla y tributarle sus cultos, seguramente ya con la hermandad desorganizada definitivamente.    



Ntra. Sra. de la Aurora de Otura

Intentos de nueva reorganización

Unos años después, en 1850, un grupo de devotos, junto a los hermanos que quedaban en estas fechas, escriben al arzobispo, Luis A. Folgueras y Sión, un documento solicitando la reorganización de la hermandad con nueva sede en la parroquial de San José, donde estaba en esas fechas la imagen, con su retablo.

El escrito lleva fecha de 30 de enero de 1850 encabezado por Francisco de Paula Madueño, librero de profesión, en calle de Cárcel Baja, que por carecer de mayordomos la hermandad y ser él uno de los hermanos más antiguos, tomaba tal iniciativa, junto con otras 39 personas más, entre ellos algunos hermanos, para que no se perdiese la devoción a la Santa Imagen ni sus cultos.

El arzobispo pide informe al párroco de San José, Diego de la Roda, que contesta el día 14 de febrero, afirmando que cuando se hizo cargo de la iglesia en 1842 "...hallé colocadas la mismas ymágenes que pertenecieron al templo del suprimido Colegio de San Gregorio Bético y, entre ellas, la dicha Virgen titulada de la Aurora... y no se ha presentado desde su traslación persona alguna que de particular o por hermandad haya tratado de dar culto a dicha Santa Ymagen...",  y añadía, que no había en el archivo documento alguno ni constituciones sobre la citada hermandad.

El arzobispado después del informe del cura de San José, no contesta a la hermandad, quizá porque ese año falleció el arzobispo Folgueras. Los reorganizadores vuelven a insistir dos años después, en 1852, ante el nuevo arzobispo, D. Salvador José de los Reyes, en escrito de 6 de mayo de ese año, adjuntando nuevas constituciones en otro escrito de 15 de julio para su aprobación canónica y solicitando, asimismo, que se aprobara la realización de los rosarios y vías sacras que realizaba la hermandad en otros tiempos. 

Analizando los puntos más interesantes de la nuevas constituciones que solicitaban se aprobaran podemos sacar los siguientes:

Que se reorganizaba la hermandad con sede en la iglesia de San José, donde se hallaba la imagen en esos momentos.

Que la procesión saldría en forma de Santo Rosario al toque del alba en todas las festividades de la Virgen y en la Ascensión del Señor.

Que en la festividad de todos los Santos y en el Viernes Santo se celebraría un Vía Crucis al cementerio o al Sacromonte con obligación de asistir todos los hermanos.

Se harían dos funciones solemnes: el Domingo Infraoctava de la Natividad de la Virgen y el de la Ascensión.

Pagarían los hermanos 12 reales de cuota mensuales.

Asistirá la hermandad al Santo Viático parroquial, cuando se diera a un hermano, con su estandarte, palio, tambor, dos campanillas y 24 luces.


Disponer de caja o féretro para los entierros con asistencia de 12 luces, aplicándose al difunto seis misas rezadas en el altar de la Virgen de la Aurora.

El arzobispo será presidente perpetuo de la hermandad, que la gobernará un hermano mayor, cuatro comisarios, un tesorero y un secretario, contando con dos capellanes con voz y voto, que los presentará la hermandad a la aprobación del arzobispo.  


Es interesante como las nuevas reglas regulan la procesión del Santo Rosario, a la que habían de asistir, al menos, doce hermanos para que se celebrara.

Se reunirían en la iglesia de San José, llevando el coro el capellán y rezándose el primer padrenuestro dentro de la iglesia y saliendo a la calle para rezar las avemarías, sin interrupción, tan sólo, para cantar las coplas de la Aurora de espacio en espacio. Si terminado el rosario el itinerario continuara, se seguirán rezando las tandas de avemarías hasta que se regrese al templo.

Pasó más de un año desde la presentación de las constituciones a la aprobación del arzobispado, sin que la hermandad recibiera noticias algunas de aquel, por lo que remite otro escrito a la autoridad eclesiástica el 31 de octubre de 1853 firmado por 22 componentes.

Esta vez  responde el arzobispado, alegando que estaba prohibida la erección de nuevas hermandades sin cumplir los requisitos de las disposiciones reales y se autorizaba, no obstante que, como devotos, le tributaran cultos a la Virgen en su capilla (8). 

Se aprecia en la desautorización por parte de la autoridad eclesiástica que era una excusa para rechazar la solicitud de los reorganizadores, pues no se trataba de nueva erección de hermandad, pues ésta no estaba extinguida canónicamente. No obstante, corrían pésimos tiempos para reorganizar y fundar hermandades en un siglo, como el XIX, muy convulso social y políticamente.  

Desde entonces, no se vuelve a citar a esta hermandad. La imagen quedaría en la iglesia de San José, recibiendo ciertos cultos por el párroco y devotos, hasta 1887 en que se cedió la iglesia San Gregorio Bético y sus dependencias a la monjas dominicas del Sancti Spiritus, que habían perdido su convento con la desamortización (8) (estaba este convento en lo que hoy es parte de la plaza de Isabel la Católica).

Es probable, que las monjas reclamaran algunas imágenes que estaban en San José procedentes de San Gregorio, entre ellas esta de la Virgen de la Aurora, donde permanecería hasta las revueltas de 1936, en que incendiaron parte de San Gregorio, obligando a las monjas de Sancti Spiritus a abandonar esta iglesia de la Calderería y unirse a las dominicas del convento de la Piedad. Con ellas se trasladó a la Virgen de la Aurora, donde hoy permanece dentro de la clausura de dicho convento de la Piedad (9). En este último convento la devoción a esta imagen se ha visto sustraída del fervor popular que antaño tuvo, para reducirse al privado que le dispensan las monjas dominicas. 

En el convento de la Piedad también se encuentra la imagen de San Gregorio Bético, realizada por Francisco Morales, según nos informa Gallego y Burín en su Guía de Granada. También nos revela la existencia de la imagen de la Virgen de la Aurora en dicho convento, atribuyéndola, con probabilidad a Diego de Mora, aunque afirma que la realizó en 1699 -en realidad fue un año antes, en 1698-.  

La iglesia de San Gregorio Bético, después de restaurarse tras la Guerra Civil por el Ayuntamiento, se cedió a una comunidad de monjas clarisas.

Pero la devoción a la Virgen de la Aurora no se perdería en el Albaicín. En 1945, cierto número de cofrades de la Hermandad del Santo Vía Crucis, deciden formar una cofradía, en principio filial de esta última, dirigiéndose al párroco de San José para que les cediera una imagen de la Virgen de vestir que se había encontrado en una alhacena de la iglesia, donde había sido escondida durante la Guerra. Se les dijo que aquella imagen sería, seguramente, la de la Virgen de la Aurora de San Gregorio, tomando, por ello, la advocación de aquella antigua devoción de tal zona de la ciudad.


Por lo visto, no conocían que la verdadera imagen de Ntra. Sra. de la Aurora, titular de la antigua hermandad, se encontraba en el convento de la Piedad y que la imagen cedida por el párroco no correspondía a la típica iconografía de la Aurora.


Lo cierto es, que Granada recupera en los años cuarenta del pasado siglo esta advocación albaicinera, con el carácter de hermandad de penitencia, para darle culto bajo la forma de Dolorosa, que nace en la iglesia de San José, donde estuvo, también, la imagen primitiva. 




La Virgen de la Aurora Dolorosa ante San Gregorio Bético en la tarde del Jueves Santo de 1987

Bella Dolorosa del siglo XVIII, esta de la Aurora, que hoy nos emociona, cuando cada Jueves Santo baja por las intricadas callejuelas de la Calderería para hacer estación de penitencia en la Catedral. Dolorosa de la Aurora Coronada a la que Granada ha ofrecido su más bella ofrenda con su coronación canónica ha poco más de dos años.


Este trabajo quiero que constituya mi "granito de arena" en el intento de dar a conocer nuestras hermandades y cofradías antiguas, así como rescatar del olvido aquellas imágenes que con ellas suscitaron la devoción del pueblo granadino en el pasado. ¡Ojalá! fuera posible la restitución al culto público de estas imágenes, que como la de la Aurora letífica, permanecen olvidadas dentro de las clausuras o en ocultos altares de las iglesias. 


Y Granada, el Jueves Santo, desde el mirador de la lona, convierte la luz de la tarde en milagro de la Aurora, para coronar la frente de tan excelsa Señora, paloma blanca que anuncia el amanecer de la Resurrección prometida.


VIRGEN DE LA AURORA DOLOROSA. Jueves Santo 2008


Y en el Albaicín,
te coronan los jazmines,
haciéndose ramilletes en el candor de tu frente.
Y te coronan,
las copas de los cipreses,
cuando la brisa los mueve
y las lilas,
que se asoman a las tapias de los cármenes.
Y te coronan,
los perfumes de los galanes de noche
y las campanas que repican en las torres.
Y te coronan los Arcángeles.
Y te coronan las fuentes.
Y, al bajar por Calderería,
la Media Luna de Oriente.
¡Vas coronada de Aurora
por la luz del cielo celeste!
Y te corona Granada
con rayos de amor ardiente.
Dolorosa compungida del Albaicín,
Reina sufriente.

( De mi pregón de Semana Santa 2012)





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1. LÓPEZ-GUADALUPE, Miguel Luis. Primitivas Reglas de la Cofradía de la Aurora, Revista Gólgota, nº36, de septiembre de 2007, pág.54.

2. PADIAL BAILÓN Antonio, La Virgen de la Aurora de San Gregorio Bético, una devoción Albaicinera...Revista Gólgota nº 58, diciembre de 2014.

3. ARCHIVO HISTÓRICO DEL ARZOBISPADO DE GRANADA, varias piezas.

4. LÓPEZ-GUADALUPE, Miguel Luis. Opus Cit. pág. 56.

5. PALOMINO RUIZ, Isaac, La "Aurora María": notas en torno a su devoción en tierras granadinas. Artículo en dialnet.unirioja.es.

6. ARCHIVO HISTÓRICO DEL ARZOBISPADO DE GRANADA, Legajo 30 F, pieza nº23.

7. ARCHIVO HISTÓRICO DEL ARBISPADO DE GRANAD, Caja Cofradías, pieza s/n.

8. GALLEGO Y BURÍN, Antonio. Guía de Granada, 1946.

9. PALOMINO RUIZ, Isaac, opus cit.




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