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domingo, 14 de abril de 2013

HERMANDAD DEL GLORIOSO ARCÁNGEL SAN MIGUEL DE GRANADA (Torre del Aceituno)




Litografía del Arcángel de 1722 de los libros de la Hermandad. 


ANTONIO PADIAL BAILÓN


Una muralla nazarí surca la alta loma del cerro del llamado ancestralmente del Aceituno. Es la conocida como “Cerca de don Gonzalo”, que encinta la ciudad de Granada por su lado nordeste y corona a los barrios del Albaicín y del Sacromonte. Cerca de don Gonzalo, nombre popular anclado en la leyenda, que narra que el obispo de Jaén don Gonzalo de Zúñiga, siendo prisionero de los musulmanes granadinos y, concretamente, por el noble Reduán, pagó por su rescate la cantidad que emplearon en construir esta parte de la muralla de Granada[1]. Otros aseveran que fue con el rescate que pagó el, también, obispo de Jaén San Pedro Pascual, mártir mercedario decapitado en Granada.


En el vértice más alto del cerro y de la muralla se erguía la Torre del Aceituno, por hallarse en aquel lugar un hermoso olivo, del que la leyenda cuenta que en un sólo día crece, florece y cuaja sus frutos, y una fuente, ésta aun conservada, de abundantes y milagrosas aguas, que, también, se rodea de leyendas populares. Allí, en ese vértice, se levantó la ermita de San Miguel, sobre los restos de la citada torre de la muralla.

La necesidad de atribuir un origen cristiano anterior a la invasión islámica de determinados lugares sagrados hizo, que conquistada la ciudad, se le diera a esta ermita un remoto pasado mozárabe como iglesia cristiana, que los almohades sustituyeron por un morabito islámico a principios del siglo XIII, según relato de Al-Cazwini. En el momento de la conquista de la ciudad en 1492, aquella fortaleza y moravito estaba al mando del capitán Al-Chawad, dándole los Reyes Católicos el día 2 de marzo de 1496 el carácter de Real Patrimonio y nombrando alcaide de la Torre del Aceituno al moro converso Juan de Sotomayor El Joad.   

Un paraje de vistas panorámicas singulares nos recrea la vista  y la imaginación, con el Albaicín a sus pies, el Darro que surca el Valle de Valparaiso, los Palacios de la Alhambra enfrente y, al fondo, la inmensa mole nevada de la Sierra. Silencio, sólo quebrado en la lejanía por los ecos lejanos del bullicio de la ciudad baja, refrescando nuestros ojos embelesados el verdor de la incomparable Vega Granadina.

Ermita de San Miguel del Aceituno y muralla

La torre nazarí del Aceituno sufrió en el verano de 1629, concretamente el día de San Agustín, una destructora tormenta, que arrasó, en parte, la torre, treinta casas y produjo numerosas víctimas en el Albaicín, inundando las parroquia de San Luis de los Franceses, San Gregorio y Santa Isabel de los Abades.


El ruinoso torreón, pronto fue refugio de maleantes, por lo que se decidió, en 1671, destruirlo y sobre parte de sus restos construir la ermita del Arcángel en 1673, todo bajo el patrocinio del arzobispo don Diego de Escolano y Ledesma, continuado por el párroco de San Luis, don Luis de Luque, que puso fondos de su erario personal para terminarla.

La imagen del Arcángel fue encargada por el arzobispo al escultor Bernardo de Mora, padre del insigne José de Mora, y terminada de pagar con 1200 reales de vellón por el citado sacerdote don Luis de Luque ante el notario Pedro Antonio Palomino[2], hacia la fecha de terminación de la ermita.


SAN MIGUEL DE BERNARDO DE MORA. Imagen original

La hermandad del Arcángel, según el Padre de la 

Chica, parece que fue fundada por dicho sacerdote, hacia 1673, sirviendo un lienzo de San Miguel para iniciar los cultos, porque la talla de Bernardo de Mora, aun no estaba terminada, siendo sus primeros mayordomos Nicolás Ruiz de Escalante y Basilio del Corral. La imagen ya estaba finalizada en 1675, presidiendo la función de 29 de septiembre de ese año, siendo hermano mayor Alonso de Morales y mayordomo Joseph Ángel de Burgos, según lápida, puesta en la puerta de la ermita

Desde sus primeros tiempos la hermandad contó como hermanos a obispos, como el de Cartagena, Tomás J. de Montes y a arzobispos de Granada, así como, elementos de la nobleza granadina y de otras ciudades, en incluso, del otro lado del Océano y, sobre todo, contó siempre con el fervor de los albaicineros, que lo erigieron en su patrón. 

La zona, como espacio de fortificaciones, estaba sometida a la jurisdicción de los capitanes generales de la Alhambra, cargos que ostentaban los Marqueses de Mondéjar y sus descendientes, que nombraban sus alcaides, formando parte del patrimonio real. 


La Alhambra y Granada desde la ermita de San Miguel
En 1687, la hermandad decide, sin licencia alguna, poner una serie de inscripciones y romper parte de la muralla que lindaba con la ermita, provocando los albañiles un altercado con el ermitaño en el que resultó herido. No sería en esta ocasión la única en que la hermandad promueve conflicto con la jurisdicción militar de la Alhambra, a finales del XVIII, otro la llevaría a ponerla en vías de desaparición.

AJUAR DE LA ERMITA
Durante el siglo XVII, la hermandad y los devotos del Arcángel van a dotar a la primitiva ermita barroca de ornamentos, enseres, joyas, imágenes y otras obras de arte. De ello, tenemos amplias noticias en los propios libros de la hermandad. Así, en el inventario de los bienes, que en 1734 reciben el hermano mayor Antonio de la Torre Monteagudo y el mayordomo Sebastián Palacios, se detalla la imagen del Arcángel  con tres saetas de plata en la mano derecha y una cadena de metal dorado con 253 eslabones para sostener al Diablo en la mano izquierda, en cuyo brazo sostenía un escudo de madera dorado con campo azul.

El Arcángel poseía en esa fecha un tonelete o falda de Cambray con encajes y presillas; otro carmesí con peto y mangas azules bordadas en oro con botines azules bordados y cordones de oro, adornando su cabeza con un plumaje y flores de seda. Tenía otros vestidos, como el tonelete y mangas bordados en plata y botines de tafetán encarnado con randa de encajes de hilo de oro. 
Velos como cortina, que se colocaban tras la imagen del Arcángel y ricos frontales en su altar, y en el de la Virgen del Carmen, muy devota de la hermandad, que estaba colocada a la derecha de la nave de la ermita, vestida con saya de indiana con flores doradas y hábito morado de seda adamascada con galón y encaje. El manto era de seda blanco con 6 rosas y la cabeza con rostrillo de piedras falsas con encaje alrededor. En las manos llevaba cetro y escapulario y en el pecho una joya de porcelana y metal.
Virgen del Carmen de la ermita. Pudiera ser imagen de Diego de Mora
Varios lienzos decoraban la ermita (Descendimiento, Oración en el Huerto, Columna, Santo Sepulcro, Nazareno, Soledad,  Crucificado con San Francisco, San José , San Juan Bautista, Inmaculada y un retrato del arzobispo Escolano, fundador de la ermita.
Donaciones del Marqués de Casablanca, que, entre otras cosas, regaló una lámpara de plata de 42 onzas y de otros nobles, que contribuyeron a decorar la ermita. Su mujer, la marquesa, también donó un vestido para el Arcángel de tela de oro (bordada) que se componía de manto, tonelete y jubón, además de los botines. Otro donado por la camarera Mª Luisa Ruiz con peto y falda bordados en oro[4].

Entre 1743 y 1753 la ermita se amplía en la parte posterior, realizándole una capilla mayor semicircular, cerrada con reja de hierro, donde presidía   el Arcángel dentro de un tabernáculo. A mediados del XVIII, en la entrega de 1757 se había aumentado bastante el ajuar de la ermita. Al Arcángel se le había colocado en un tabernáculo dorado con cuatro angelotes y, de remate, la imagen de la Caridad.
La Caridad de la ermita. Puede ser del mismo autor de la Virgen del Carmen
En sendas repisas en la capilla mayor estaban colocados los otros dos Arcángeles, San Rafael y San Gabriel. Estas imágenes las tuvo que encargar la hermandad después de 1736, pues no aparecen en el inventario de esa época, probablemente cuando a la terminación de la ampliación de la ermita, hacia 1753, siendo el escultor más afamado en esos años Torcuato Ruiz del Peral, que hizo los arcángeles de la iglesia de los Santos Justo y Pastor y puede que hiciera también estos.


San Miguel y los Arcángeles

También, se había aumentado el patrimonio escultórico con una imagen de la Inmaculada Concepción con corona y ráfaga de plata, colocada en la capilla mayor y una Cruz grande de Jerusalén "embutida de estrellas". Seis candeleros grandes de plata terminaban de decorar dicha capilla. 
En el cuerpo de la ermita estaba la Virgen del Carmen, ya mencionada, un Niño vestido de sacerdote y una cruz de cristal. Un gran Calvario de talla con un "Universo" estaba en  el cuerpo de la iglesia desde 1759, regalo de un devoto:
"un Crucifijo grande  dorado y charolado y embutidos de cristal y  el Sol y la Luna a los lados con los rayos dorados, también tiene a Nuestra Señora, la Magdalena y San Juan y el Cristo tiene la Corona de espinas de plata y lo dejó legado por testamento don Pedro Martin y lo entregó a la hermandad en el año de 1759 Ana Muñido su mujer".
De este grupo del Calvario se desconoce su paradero y desaparece en la Guerra de la Independencia.

La sacristía la presidía un Crucificado de talla y un lienzo grande de Jesús tomando la túnica y el retrato del arzobispo Diego de Escolano y en la antesacristía varios lienzos grandes del Crucificado, San Juan Bautista, San Francisco y el Santo Rostro. Otros cuadros venían a enriquecer el patrimonio pictórico, en gran parte donados por hermanos y devotos.
 
Crucificado de la sacristía

El vestuario del Arcángel, también se ve enriquecido con varios toneletes, petos, bandas y botines. Y una diadema de brillantes de Francia y un escudo de plata con los mismos brillantes, productos también de donaciones.

Sobre los años sesenta del siglo XVIII el ajuar de la ermita y del Arcángel eran considerables y la devoción se había extendido por la ciudad y, sobre todo, por el barrio del Albaicín.
En 1767, el hermano mayor Felipe de Vera Criado y el mayordomo Isidoro Elías González proponen al cabildo el arreglo de la placeta que hay delante de la ermita, muy deteriorada por las aguas torrenciales, empedrándola y haciendo el balcón que hoy conocemos con sillares de piedra  de Alfácar y bancos o asientos de lo mismo. El celador Leonardo Martínez se ofreció a suplir la diferencia del costo que no pudiera la hermandad asumir con tal de que se le pagara con los primeros ingresos. También se realizan obras y pintura al fresco de la capilla mayor y para sufragar su coste se celebraron dos corridas de toros. Ese año, también, se hacen 8 cornucopias para la capilla mayor por valor de 64 pesos y se procesionó al Arcángel con un nuevo vestido de tisú de oro costeado con limosnas de los devotos.



San Miguel en la Puerta de Fajalauza

La ermita gozaba de protección real y una Real Orden de 16 de septiembre de 1765, expedida en la Granja de San Ildefonso, concede facultad a la hermandad para celebrar una corrida de toros en beneficio de las obras en la ermita y, lo mismo, otra firmada por el Conde de Aranda el 6 de agosto de 1766, para otras dos corridas (artículo de García Samos en El Defensor de 29 de septiembre de 1889 que cita los libros de la hermandad). 

SUSPENSIÓN DE LA HERMANDAD
La fuerza de la hermandad en esa época era considerable, desoyendo en muchas ocasiones las órdenes que venían de la parroquia y de la Alcaldía de la Alhambra, a cuyas jurisdicciones debía de estar sometida. Así, en septiembre de 1768, el arzobispo Pedro Antonio de Barroeta, Presidente de la hermandad, exige a ésta que haga presidir y se le cite a sus cabildos al beneficiado de la parroquia de San Luis. Se le conminaba a que, de no hacerlo, plateara sus posiciones ante los tribunales. La hermandad en el cabildo de 21 de septiembre, preparatorio de las elecciones, decidió acudir a la justicia, creyéndose amparada por el capítulo segundo de su regla, que prescribía que los presidiera el hermano mayor.
Probablemente, de lo que se trataba en esta ocasión era de no verse obligada a la imposición de directivos por parte de la autoridad eclesiástica. En el documento consultado, a partir de esa fecha, no aparece junta directiva, por lo que el proceso que iniciaron tuvo que tener un resultado negativo para la hermandad, quedando ésta suspensa a partir de esa fecha.



San Miguel, grabado de 1779. Museo Casa de los Tiros
A partir de entonces, un encargado nombrado en 1771 por el arzobispo Barroeta dirigirá la ermita y los cultos al Arcángel, cargo que recayó en el comerciante Leonardo Martín de Sola, que acudió a los frailes del convento de San Antonio para que oficiaran los cultos, que se reanudarán en febrero de ese año y que se siguieron realizando como de costumbre.  
Los donativos en esta época de intervención del arzobispado siguieron produciéndose, anotándose nuevas vestimentas del Arcángel, regalo de la Condesa de Villamena y en 1779 la camarera María Ruiz regala una cadena de plata para atar al Diablo y dos lienzos colocados a la entrada de la ermita de milagros del Arcángel realizados al indiano Bartolomé de Ortega en 1772.

A Leonardo Martín de Sola le sucedió en el encargo de la ermita su hijo Juan Martín de Sola, hacia 1780. Sin embargo, los antiguos hermanos, no por ello dejaron de contribuir al mantenimiento del culto, recogiéndose de ellos una media de 600 reales anuales. Quizá la devoción y la esperanza de ver reconstituida la hermandad les hacía no desistir en su asistencia a la ermita y a los cultos del Santo. Otros ingresos se recababan de los alquileres de varias cuevas propiedad de la hermandad, de las que estaban y aún están en los alrededores de la ermita, representando los ingresos anuales de dicha ermita alrededor de los 7000 reales a finales del siglo XVIII. Se apunta, como curiosidad, que en 1787 dio limosna al Arcángel un hermano del "Emperador de Marruecos" que visitó la ermita.  

La gestión de Juan Martín de Sola, se puso en entredicho en 1787, acusándole de ciertas irregularidades y gastos no justificados, que al final, con la defensa que hizo se demostró que no tenían excesivo fundamento.
A pesar de la inactividad de la hermandad, la devoción no cesó en su aumento, realizándose miles de estampas cada año en base a grabados y la iglesia fue ampliada en 1786, alargándola en 6 o 7 varas (unos cinco metros) por la entrada, teniendo que realizar nuevas puertas. También presidía la fachada de la ermita una imagen de piedra del Arcángel con un farol grande y dos pequeños.
   

San Miguel. Grabado de 1794. Museo Casa de los Tiros
FESTEJOS

Las dos fiestas más importantes de la hermandad eran el día 8 de mayo, día de la Aparición del Arcángel, y el 29 de septiembre, día litúrgico de la “Dedicación”, con vísperas y festejos, iluminaciones, fuegos artificiales y el trueno de un cañón, cuya pólvora pagaban los vecinos del Albaicín muy gustosamente " que dan limosna para eso en honor y culto al Santo, que es el único oráculo que veneran".  Estos  días se celebraba una solemne función. Incluso en los años en que estuvo suspendida la hermandad las iluminaciones de la muralla y de la ermita eran notables en los días de las funciones del Arcángel, que se celebraban con sochantres, tambores, clarines y la capilla de música del Salvador con asistencia de la tropa de la Alhambra y su alcaide. 

Con el paso del tiempo, también se fue formando una romería a la ermita en la fiesta de la Dedicación de septiembre, que tuvo especial relevancia en la segunda mitad del XIX.

Con el auge de la Vías Sacras en el siglo XVIII y el apoyo de los franciscanos del cercano convento de San Antonio y San Diego, cerca de la Puerta de Fajalauza, la hermandad va a construir, en 1756, las catorce cruces de su Vía Sacra, que partirá del citado convento, para subir a la ermita, donde finalizaba su vía crucis. En 1757 se hace constar en el inventario una peana de madera para poner el Santo Cristo que traían en la Vía Sacra que subía a la ermita.  



Vía Sacra de Jesús de la Pasión

EL SIGLO XIX
A finales del siglo XVIII, con la hermandad suspendida y, seguramente, desligado de su administración Martín de Sola, el culto parece decaer de forma sensible, aunque la devoción en el Albaicín prosigue, muestra de ello fue la rogativa al Arcángel por la epidemia de fiebre amarilla de 1804 con exposición del Santísimo, rosario y letanía, celebrándose también sus dos fiestas por mandato del arzobispo oficiadas por el párroco de San Luis[6].
 
Estampa de 1808- Museo Casa de los Tiros
En 1809, antes de la ocupación de la ciudad por los franceses, el arzobispo Moscoso y Peralta, para pedir el amparo del Arcángel, manda trasladar la imagen al convento de la Victoria para una procesión de rogativa el 5 de febrero hasta el convento de las Capuchinas, que estaba en la actual plaza de la Romanilla. Ese mismo día en el Convento de San Francisco se celebra otra rogativa al Arcángel con una novena. No se reintegraría la imagen a su ermita hasta el 17 de septiembre para celebrar la fiesta de su Dedicación, con la asistencia de la Hermandad de la Esclavitud de Ntra. Sra. de Gracia.
La Guerra de la Independencia constituyó un duro golpe para la ermita, ocupada por los franceses como bastión defensivo en el que hicieron algunas fortificaciones y que, a su salida de Granada, en 1812, la dejan arrasada por voladura en la noche del día 17 de septiembre. En la Alhambra, también, volaron varios palacios nazaríes, entre ellos, el de los Alixares, sobre cuyos restos se construyó el actual cementerio. El Arcángel se había llevado a la parroquia de San Luis para preservarlo de la avaricia francesa[7]
La mayor parte del ajuar de la ermita se habría perdido con la ocupación francesa, sin que sepamos el paradero de las imágenes y obras de arte a las que nos hemos referido en este trabajo.


La actual ermita construida en 1828
Pasada la invasión napoleonica, en 1815, se inicia la reconstrucción de la ermita por el arzobispo Álvarez de Palma, según traza de Diego Sánchez, que la realiza en estilo neoclásico, tal como hoy la conocemos, terminándose la construcción en 1828. Allí se volverá a depositar la imagen el día 3 de mayo de ese año y a celebrar sus tradicionales cultos, bajo el patrocinio de los arzobispos. La procesión esta vez partió del convento de franciscanos Descalzos de Fajalauza y recorrió el Albaicín por el Callejón de la Alberzana, San Gregorio, Agua, Plaza Larga, Panaderos, el Salvador, Ancha de San Luis, Cruz de Piedra y Carril de San Miguel., hasta dejar al Arcángel en su nueva ermita.Todo el trayecto estaba adornado de tapices y arcos triunfales, según un librillo de la época, y los cañones de la Torre de la Vela de la  Alhambra lanzaban cañonazos, celebrandose bailes toda la noche en el Cerro.
 
“El entusiasmo reinaba , arcos de verdura, tapices y carteles... La procesión había de recorrer desde el Convento de franciscanos descalzos de San Antonio a donde se había trasladado la imagen... Se ponen aparatos de iluminación en el Carmen de Don Antonio Cabrera a la entrada del carril. Van las autoridades la comunidad de San Antonio, gremios del Albaicín, devotos y la infantería  y las andas de la Virgen llamada “La Niña”, mantillas blancas, se ponen altares en las estaciones y una lluvia de flores por el recorrido...".
A partir de entonces, la romería a San Miguel va a adquirir un auge muy relevante, de forma que la prensa la va a calificar en 1849, como la más importante de las que se celebran en la ciudad. Todo era popular, la devoción, la procesión y la romería del 29 de septiembre, donde se pide ese año vigilancia, porque desde las seis de la mañana había "mozos tan templaditos de bebida que estaban dispuestos a darle una puñalada hasta al lucero del alba...". Por la tarde, había corrida de toros en la plaza de la Real Maestranza del Triunfo.

También se celebraba en esos años de mediados del XIX la novena al Arcángel y en los alrededores de la nueva ermita se instalaban, según el diario "La Constancia", puestos de comidas, entre ellos, el que ponía la Hospedería de la Plaza de las Pasiegas, con suculentos menús de carne mechada, lengua de ternera, carnero asado, perdíz escabechada, merluza con marisco, conejo en pebre, molletes con chocolate o ensalada de pimientos coloraos...etc. Y en 1853 puso hasta "casa de campo con sus separaciones correspondientes". Lo que hoy conocemos como caseta de feria.
En esos años de mediado de siglo el Arcángel, casi siempre, acompañaba a la Patrona, la Stma. Virgen de las Angustias en todas las rogativas que la ciudad hacía por terremotos, sequías, epidemias o guerra. La devoción, no sólo se había recuperado, sino que en las siguientes décadas se extendió a toda la ciudad y su Vega.
En 1860, el Domingo de Ramos, visita la imagen los conventos de Santa Isabel la Real, Capuchinas, Carmelitas Calzadas, donde permaneció durante toda la Semana Santa,  y a la Catedral, donde se celebraban trisagios y novenas, que una vez finalizadas, devolver al Arcángel en procesión a su ermita. Todo ello se hizo con motivos de la Guerra de Marruecos.
En 1863, se vuelve a repetir la rogativa, esta vez, por la sequía, saliendo de Santa Isabel la Real y fue a la parroquial albaicinera de San José, estando fuera de su ermita toda la semana y en 1871 se volvió a repetir otra rogativa, esta vez acompañando a la Patrona.
RESTABLECIMIENTO DE LA HERMANDAD
Todo este auge que se experimenta en la devoción y romería a lo largo de esas décadas, va a conducir a que, en 1877, el arzobispo don Bienvenido Monzón restablezca la hermandad de San Miguel por su decreto de 9 de septiembre de dicho año[8].
El día 23 de septiembre se reunió la hermandad en su primer cabildo, en la propia ermita y bajo la presidencia del arzobispo, que aprueba sus nuevas reglas el 28 de febrero de 1879, siendo hermano mayor Juan Rivero Navarro y mayordomos Antonio Sánchez Martín y Miguel Olmo.

Las Nuevas Reglas y su Reglamento determinaban que el presidente perpetuo de la hermandad serían en cada momento los arzobispos de Granada y la hermandad tendría como objeto "honrar al Glorioso Arcángel para lograr su intercesión... y sostener y aumentar el culto en su ermita.". Se celebrarían dos fiestas anuales, el 8 de mayo y el 29 de Septiembre, con procesión este día y novena, duodenario, misa rezada los domingos y festivos, así como, novena a las Ánimas en noviembre, aparte de las procesiones extraordinarias ( rogativas) con permiso del prelado.

La hermandad se compondría de hermanos horquilleros, hermanos y hermanas ordinarios. La Junta General estaba formada por la Junta de Gobierno y sólo los hermanos hoquilleros, que habrían de tener mas de 20 años, dando una preeminencia a estos sobre el resto de los hermanos y sólo ellos podían llevar al Arcángel en las procesiones.

Las cuotas eran de 2 reales de entrada y medio mensual y tendrían derecho a misa de difuntos y asistir la hermandad con sus insignias y 6 luces y a recibir el Viático al que asistirían los horquilleros y la hermandad con sus insignias y 8 luces. Todos los hermanos varones (se excluía a las hermanas) tendrían escaño en la ermita para las funciones y tendría un lugar en la procesión.

Los cargos de la Junta de gobierno, eran el hermano mayor, dos mayordomos, tesorero y secretario contador que se elegían cada año en la junta general de 8 de mayo con los votos sólo de los horquilleros y en la que presentarán sus cuentas el hermano mayor y los mayordomos, que se examinaban por una comisión que daría su informe dentro de los ocho días siguientes. 

En 1879, se realizó un inventario de bienes de la hermandad, que sería ampliado cada año con las nuevas adquisiciones.

En las ceremonias de la hermandad se formaría un aprisco en la ermita donde cada persona de la junta tendría su lugar y el hermano mayor cuidaría de la corrección debida de los asistentes.

En las procesiones, el hermano mayor iba delante de las andas dirigiendo a los horquilleros que portaban al Arcángel, el resto de los mismos iban ordenados por turnos y, entre tanto le correspondía éste, ocuparían con cirio su lugar fijado por el hermano mayor por orden de antigüedad, que los reunía previamente a iniciarse la procesión en la sacristía para darle instrucciones.



Ermita y Arcángel San Miguel, copia de Miguel Zúñiga 


Los mayordomos auxiliaban en todo al hermano mayor y tenían la responsabilidad de la adquisiciones y eran corresponsables con aquél de los reparos puestos en las cuentas. En las procesiones el mayordomo de más edad portaba el estandarte y el de menor edad iba detrás de la imagen, cuidando de ella y de que los horquilleros fueran con la mayor compostura, dando cuenta a al hermano mayor de los conflictos que se ocasionaran.

El tesorero, aparte de su misión de llevar las cuentas y autorizar pagos, iría en la procesión con cirio junto a la imagen y cuidaba del comportamiento de los hermanos de cirio. El secretario, aparte de su función de llevar las actas y documentos de la hermandad, ocupaba en las procesiones igual sitio y función que el tesorero.

También existía la figura de la Camarera del Arcángel, que era nombrada por el arzobispo y presidente de la hermandad y tenía la misión de vestir al Arcángel, cuidarlo y adornar su camarín y altar.

 Se podrían, también, formar agrupaciones con fines concretos para engrandecer el culto al Arcángel San Miguel.
Una de las primeras tareas que va a emprender su reorganizada hermandad será la de construir un espacioso camarín al Arcángel, desde el que hoy se venera con la finalidad de sustraer a la imagen de los rigores a que estaba sometida por el "manoseo" de los devotos cuando estaba a su alcance en el altar. El acuerdo de construcción se tomó en el cabildo de 22 de noviembre de 1882, pidiendo la hermandad el apoyo económico de las autoridades de la ciudad y de personas de la burguesía y nobleza granadina. También  en dicho cabildo se acordó bajar al Arcángel a la iglesia de la Patrona para una rogativa conjunta. La construción se empezó despues del día 8 de mayo de 1883, pues la fiesta de Aparición del Arcángel se hizo en esa fecha en la ermita, presidida por el arzobispo, para concluir sus obras al final de verano. Previamente, el día 15 de enero, el Prelado había visitado la ermita  para que se le explicara el proyecto.
 

Via Crucis a la ermita de la Hermandad de Pasión
Esta construcción ampliatoria de la ermita en su presbiterio será terminada en 1883, durante el mandato del hermano mayor Luis Castellote y de los mayordomos Jacinto Terrasa y Manuel Cazorla . Durante las obras la imagen fue depositada en la iglesia albaicinera del Salvador, devolviendose a su ermita, terminado su camarín, el 26 de septiembre de ese año, desde el que recibió los cultos de la función del día 29[9]. En ese año, según Gómez Moreno, se estableció en la ermita una congregación de ermitaños, que, probablemente, duró poco tiempo.
En los años siguientes, continuará la afluencia de romeros el día del Arcángel desde las primeras horas de la madrugada del día 29 de septiembre, estableciendose en el Cerro del Aceituno una verdadera feria de frutos de otoño, comidas y bailes. También por las muchas bebidas que se consumían abundaban las pendencias y camorras.
Una banda de música, a veces, la de la Real Maestranza y la del Cuerpo de Bomberos, muy afecto al Arcángel, subía a la ermita, tocando desde el Salvador y, despues continuaban en la placeta de la ermita, adornadose el trayecto del camino de la muralla de farolillos a la veneciana, "gallardetes, banderas y arcos de verdura" (arcos triunfales de plantas).

Piedad de la ermita, inspirada en Santa María de la Alha

mbra. Tal ves, un estudio previo de Ruiz del Peral
Nuevas imágenes van a añadirse a la ermita, en sustitución de las perdidas en la invasión napoleònica, entre ellas, la del Señor Varón de Dolores, una imagen de San José, una imitación de la imagen de la Piedad de Santa María de la Alhambra y la imagen del Nazareno. 


Varón de Dolores de la ermita
San José de la ermita
El Nazareno de la ermita en altar del Vía Crucis

El Nazareno
En un artículo publicado en el Defensor de Granada de 29 de septiembre de 1886, se escribe sobre este Nazareno:
“ En el pequeño camarín a la izquierda del cancel se da culto a la sagrada imagen de Jesús Nazareno a quien daba culto el cenobita Fray Pascual a cuyos pies descansa su cadáver...” 
Todo se relataba en una lápida costeada por la Marquesa de Beceres. También allí se enterró en el suelo el cadaver de la devota María del Carmen Carmona, con fama de santa conocida por los albaicineros como la "Llaga Santa", quizá por estar estigmatizada.
Esta imagen de Jesús Nazareno, ocupaba una hornacina, aun existente, en el atrio de la ermita (hoy no está en ella). Tal imagen fue la que sacó la Cofradía del Santo Vía Crucis en 1917 y 1918, pues terminada la procesión, quedó en la ermita, mientras el resto de la comitiva regresó al Salvador. También salió en unos vía crucis que se celebraban en el siglo XIX, concrétamente, en 1886 y otros  años más, y en 1910.
Hornacina del Nazareno en el atrio de la emita, hoy ocupada por na Inmaculada



A veces me he preguntado, si este Nazareno de la ermita, no pudiera ser el actual de la Hermandad albaicinera del Santo Vía Crucis, que está cofradía del Martes Santo, procesiona desde 1953 y en el Albaicín desde 1943,  que estuvo también en la ermita. Atribuida muy acertadamente al insigne escultor José de Mora. Origen  de esta imagen un tanto desconocido y cuya llegada a la hermandad puede ser más fácil de lo que pensamos, en una cofradía, que hasta 1953, subía a la ermita en la madrugada del Viernes Santo.

Nazareno actual del Vía Crucis de José de Mora
No cabe duda, de que este Nazareno actual del Vía Crucis estaba en la ermita en 1943, tal vez bastante antes, pues con él la hermandad del Santo Vía Crucis realiza la procesión de la madrugada albaicinera de ese año, una foto de prensa lo atestigua. Pero no se adecua totalmente con las fotos de dicho Nazareno de la ermita que existen de los años de comienzos de la hermandad.  

Foto de 1943
Nazareno de la ermita de Fray Pascual y de los primeros vía crucis
Seguramente, el Nazareno de las Calzas del convento de San Antonio

No todas formas, sea el actual Nazareno del Vía Crucis el primitivo de la ermita u otro, hoy desaparecido, aquel Nazareno que llegó con Fray Pacual Chaves, entre procedía del convento de San Antonio y San Diego de franciscanos descalzos, pues éste era de esa orden religiosa, según lo manifiesta la inscripción de la lápida que está en la ermita junto a su antigua hornacina.


Lápida de fray Pascal en la ermita de San Miguel

Pero aquel Nazareno que llevó a la ermita fray Pascual en 1836, cuando se hizo cargo de la misma, tras la exclaustración de su convento de San Antonio, y al que tanta devoción profesaba, no nos tiene que caber duda que debía de ser el llamado Nazareno de la Calzas que había en su convento, y que según el Padre de la Chica nos cuenta en sus "Gazetillas" sobre una leyenda de dicho Nazareno que concitaba gran devoción.

Al no dejar constancia de su procedencia los responsables de los traslados de imágenes de unos templos a otros, flaco favor le hacen a la historia de las imágenes y templos, dificultando a veces la asignación de la autoría y a la historia de las hermandades que los tuvieron o tienen de titulares.


Nazareno del Vía Crucis



A lo largo de finales del siglo XIX y principios del XX, la romería se celebrará por la hermandad del Arcángel con todo esplendor y popularidad, así como procesiones de rogativas, como la celebrada con ocasión de la Guerra de Cuba en 1896, vestido con traje morado (color de rogativa), bajándolo a la Basílica de la Patrona el olor de multitud. Regresó desde la Catedral al día siguiente, esta vez a la iglesia del Salvador. En esa fecha se había concedido a lo Mínimos de San Francisco de Paula, exclaustrados en 1836, como residencia las dependencias de la ermita y que trasladan la novena del Santo al 8 de mayo.

EN EL SIGLO XX



A principios del siglo XX la salida del Arcángel y su romería van a coincidir con las de la Virgen de los Dolores de la Alhambra (Angustias de Santa María de la Alhambra), con hermandad  por los guardas del recinto desde 1878, lo que restará afluencia a la romería y provoca que la Junta de Defensa del Albaicín pida en 1912 a la Hermandad de la Alhambra que retrase la procesión, alegando ésta que si se retrasa al domingo siguiente, protestaría el Barrio del Realejo y la Hermandad de la Virgen del Rosario[10].

Ese año, el 23 de octubre la hermandad de San Rafael sale a la Cuesta de San Antonio a recibir a la imagen de San Miguel, que permaneció en la Basílica de San Juan de Dios hasta el domingo día 27, produciéndose ese día una curiosa procesión desde dicha Basílica, con las imágenes de San Rafael, San Juan de Dios y San Miguel.


En 1921, siendo hermano mayor José Ladrón de Guevara, se celebró la tradicional novena y un triduo de rogativa por el éxito de nuestro ejército contra Aldelkrim, en  la Guerra de Marruecos. Por esos años, la procesión de septiembre llegaba hasta la iglesia colegial del Salvador, para celebrar la novena, como se ha hecho hasta tiempos recientes, iluminándose, no sólo la ermita, sino la Calderería, como acceso al Albaicín.

A partir de 1926 la romería decaerá ostentosamente, celebrandose en Plaza Nueva la feria del Santo Arcángel. Al año siguiente se le da un carácter rociero, subiendo a la ermita jinetes vestidos con "traje a la andaluza", carretas y traje de faraláes las señoras, siendo hermano mayor el comerciante Miguel Olmedo Villalobos. El las construcciones enejas a la ermita en esos años se había instalado el reformatorio de adolescentes, que aun pervive.

Según Marino Antequera, la procesión estuvo suspendida algunos años, para preservar a la imagen de los vaivenes de los devotos al portar la imagen. 

Con los sucesos de nuestra II República y Guerra Civil, la imagen por estar su ermita en zona despoblada y cerca de un barrio conflictivo, como el Albaicín, la imagen se la va a guardar en la Catedral, en la capilla de San Miguel, donde se le dedicarán sus cultos y fiestas por su hermandad, procesionándola por las naves del Templo Metropolitano, hasta 1939, en que volverá a su ermita.  
Después de la Guerra, continuará la hermandad dándole culto al Arcángel, pero la romería del 29 de septiembre decaerá notablemente, nunca volvió a ser lo que fue.

Durante las últimas décadas, la hermandad ha continuado ofreciendo sus cultos a la imagen y realizando la procesión y su romería, celebrando su función en la iglesia del Salvador y desde los años noventa del siglo XX para preservar la imagen de Bernardo de Mora, la titular histórica de la devoción albaicinera, se ha realizado por puntos una copia de la misma por el escultor Miguel Zúñiga Navarro, que es la que se venera y procesiona en la romería.  


San Miguel de Zúñiga años noventa

Dicha copia es portada en los últimos años por los costaleros de la hermandad de penitencia de María Stma. de la Estrella, que con sus titulares realiza en Cuaresma un vía Crucis a la ermita del Arcángel en recuerdo de su antigua Vía Sacra. La banda de música de esta hermandad acompaña al Arcángel en su procesión hasta la ermita.

Los últimos hermanos mayores de la hermandad de San Miguel han sido Indalecio Pardo y Francisco Sánchez, éste último elegido en 2011.  

Finalizamos este estudio de esta histórica hermandad y devoción albaicinara y granadina hacia una imagen que se erigió en una de las devociones principales de Granada, formando parte importante de su historia y devociones y que es acreedora de volver a constituir importante referencia de la ciudad y de su histórico barrio.  


Subida al Cerro de la Hermandad de la Estrella







[1] ABATE SOLER DE LA FUENTE, Tradiciones Granadinas.
[2] LACHICA BENAVIDES, Fr. Antonio, “Gazetilla Curiosa…”. 1765. Granada.
[3] ARCHIVO HISTÓRICO DEL ARZOBISPADO DE GRANADA, Libro de Inventario y entrega de bienes. 
[4 Libro Inventario y de entrega de bienes. AHAG.
[5] ARCHIVO HISTÓRICO DEL ARZOBISPADO DE GRANADA, Legajo 411, pieza 43.
[6] Diario de Granada de 4 de febrero de 1809.
[7 Diario "La Alhambra" de 1 de agosto de 1841.
[8] ARCHIVO HISTÓRICO DEL ARZOBISPADO DE GRANADA, Legajo 105, pieza 1.
[9] Diario "La Alhambra" de 24 de septiembre de 1883.
[10] Gaceta del Sur de 29 de septiembre de 1912.